Vender humos de grandeza es rentable
Como exclama el presentador de un noticiario televisivo: ?arrancamos! Ya estamos en el fregado electoral, formalmente decretado, y voto a br¨ªos, como dec¨ªa nuestro h¨¦roe juvenil, que ha sido una salida ins¨®litamente convulsa. Casi en perfecta sinton¨ªa ha declarado un paro la ense?anza secundaria p¨²blica, los funcionarios de juzgados, los m¨¦dicos de la atenci¨®n primaria y hasta los polic¨ªas locales han emplazado una manifestaci¨®n para el pr¨®ximo d¨ªa 17 por el descuido en que se les tiene. Todo ello en el ¨¢mbito de la Comunitat y en protesta por las pol¨ªticas respectivas del Consell. Resulta obvio que todos han aprovechado el destello medi¨¢tico de la campa?a, pero igualmente ciertos son los motivos de sus descontentos y reivindicaciones. No es el mejor tel¨®n de fondo para ning¨²n partido, y m¨¢s si se postula como ganador y sobrado de m¨¦ritos, cual es el caso del PP.
Quiz¨¢ por eso, el c¨¢lculo o la Providencia, tan sensible ¨¦sta con los heraldos conservadores, le ha hecho un quite al candidato Francisco Camps propiciando que el opulento Bernie Ecclestone, el gran patr¨®n de la F¨®rmula 1, d¨¦ luz verde al ensue?o de un circuito automovil¨ªstico urbano en el supuesto de que el PP revalide su gobierno. La oferta se ha juzgado inoportuna e incluso discriminadora con respecto a las dem¨¢s fuerzas pol¨ªticas y hasta poco deferente con la ciudad que es la que correr¨ªa con el gasto y el ruido, debiendo por ello privar sobre cualquier partido.
Pero el episodio, adem¨¢s de poner de relieve la indelicadeza del magnate, ha venido a corroborar el irrefrenable delirio por los grandes eventos que caracteriza la pol¨ªtica del PP valenciano. Un rasgo que se ha reiterado estos d¨ªas, adem¨¢s, con la anunciada Torre de la M¨²sica, un nuevo edificio de 25 alturas destinado a la docencia e investigaci¨®n de las modernas formas y tendencias musicales. Nada que objetar, pero un d¨ªa habr¨ªa que ajustar las cuentas de este furor mel¨®mano, que tanto suena como opaco es. La oposici¨®n tiene ah¨ª un ancho tajo para rascar y fiscalizar, sobre todo los dispendios y disparates que se han amparado -y en ello seguimos- con los presupuestos de nuestros principales auditorios p¨²blicos.
Pero dicho esto debemos admitir que la megaloman¨ªa le ha rendido excelentes resultados al PP. A caballo de la falsa onda de prosperidad que ha decantado la especulaci¨®n urban¨ªstica durante estos dos ¨²ltimos lustros, el partido gobernante en la autonom¨ªa ha podido prometer toda suerte de fantas¨ªas, en barbecho unas y deficitarias todas. Pero tal ha sido la mejor coartada para no ejercitar el sentido autocr¨ªtico y desviar la atenci¨®n acerca de nuestras constantes vitales, que no alientan precisamente la euforia. ?O es que habr¨ªamos de tirar cohetes por no alcanzar siquiera la media nacional espa?ola en cap¨ªtulos tan decisivos como el PIB, la renta per capita, la investigaci¨®n, la productividad o los centros de ense?anza? ?D¨®nde, pues, est¨¢ esa riqueza de la que tanto se alardea, o qui¨¦n se ha comido mi queso, que dir¨ªa el otro?
A la izquierda, queremos decir a la oposici¨®n, le incumbe estos d¨ªas electorales se?alar todas estas brechas que cuartean el hiperbolizado bienestar de los valencianos. A todas ellas hay que a?adir, porque es de justicia, aquellos cap¨ªtulos en los que podemos exhibir el liderazgo, cual es el caso del parque de pisos en oferta y, posiblemente, una de las plusmarcas mundiales en paisaje esquilmado. Claro que en punto a este ¨²ltimo rengl¨®n todo depende del gusto y de la estima en que se tenga al pa¨ªs. El PP habr¨¢ dado mucho dinero a ganar, pero ha sido muy poco respetuoso -por describirlo cort¨¦smente- con el patrimonio com¨²n.
Claro que la izquierda, tan moderada, se anda ¨²ltimamente con mucho cuido para no se?alar con el dedo y contundencia, pues ya se tiene como alternativa de gobierno. De ah¨ª que hasta dudamos que pueda incidir en esos asuntos anotados y posiblemente pase de puntillas sobre la corrupci¨®n que ha agusanado al partido de la ¨¦tica, el PP. Ella sabr¨¢, pero si no alza la voz ahora ¨²nicamente oiremos la demagogia y el estr¨¦pito de los b¨®lidos que ya han empezado a rugir.
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