Cuidado con Kosovo
Dadas las prisas de Washington y Londres, Kosovo -hoy a¨²n formalmente provincia de Serbia, pero realmente protectorado internacional- se puede convertir r¨¢pidamente en un nuevo Estado en Europa, pero con el alto riesgo de acabar en un nuevo enfrentamiento, en una partici¨®n y en un agujero negro. Para esto la OTAN no hizo una guerra, sino para evitar una limpieza ¨¦tnica. El Consejo de Seguridad de la ONU va a empezar a negociar una propuesta occidental de resoluci¨®n que apoye el objetivo, o plataforma, de la "independencia supervisada" por la comunidad internacional que propugna el mediador Martti Ahtisaari. Si Rusia no la veta (lo que resulta improbable, pese a las presiones para que si Mosc¨² no lo aprueba al menos se abstenga), la UE presentar¨¢ un frente ¨²nico, y los problemas que se plantean se suavizar¨¢n, aunque no desaparecer¨¢n. Si Rusia lo veta, el problema puede ser may¨²sculo: Pristina anunciar¨¢ unilateralmente su independencia; americanos y brit¨¢nicos correr¨¢n a reconocer el nuevo Estado, y la UE se dividir¨¢. Entonces, seg¨²n diplom¨¢ticos europeos, no hay que excluir que algunos pa¨ªses, incluida Espa?a, retiren las tropas all¨ª destacadas en misi¨®n de paz para no encontrarse en medio de un enfrentamiento abierto entre serbios y albanokosovares.
El informe de Ahtisaari considera que "las partes no son capaces de llegar a un acuerdo", y hay que acelerar la independencia formal de una Serbia de nuevo radicalizada. "?Por qu¨¦?", preguntaban algunos rusos en el reciente II Foro de Bruselas organizado por el German Marshall Fund y la Fundaci¨®n Bertelsmann. Pese a las relaciones hist¨®ricas con el mundo ortodoxo serbio, a Mosc¨² no le importa tanto Kosovo, sino su propia posici¨®n en Europa y en el mundo. Rusia est¨¢ moviendo sus peones, dentro de su nuevo tablero mundial. Aunque as¨ª sea, Mosc¨² puede esta vez tener raz¨®n. "Reconocer a Kosovo sin el Consejo de Seguridad es jugar con el fuego", se?al¨® en Bruselas el que fuera enviado de la ONU para los Balcanes y actual titular sueco de Exteriores, Carl Bildt, que pidi¨® "tiempo", y consider¨® el de Ahtisaari "un buen plan, s¨®lo que no va a funcionar". Y, efectivamente, tiempo se necesita. La afirmaci¨®n de Ahtisaari, apoyada por EE UU, de que "la independencia es la ¨²nica opci¨®n para un Kosovo pol¨ªticamente estable y econ¨®micamente viable" no se basa en ning¨²n argumento. Es necesario un compromiso aceptable para todos, aunque tarde en alcanzarse.
Primero se exigi¨® a Kosovo que cumpliera ciertos est¨¢ndares antes de darle un estatuto definitivo; luego los est¨¢ndares a la vez que el estatuto; y ahora, casi sin explicaci¨®n, el estatuto pasa por delante de unos m¨ªnimos que cumplir para acceder a la independencia. El Kosovo independiente estar¨¢ regido por bandidos y mafias y dominado por la corrupci¨®n, lo que le convertir¨¢ en un agujero negro y Estado fallido en medio de Europa, si es que no acaba uni¨¦ndose una d¨¦bil Albania. Es m¨¢s, con o sin el veto ruso, lo m¨¢s probable es que los serbios de Kosovo, inseguros ante una posible limpieza ¨¦tnica en sentido contrario al de 1999, se atrincheren, con tropas serbias prepar¨¢ndose al otro lado de la frontera, y acaben exigiendo, o imponiendo, una partici¨®n.
Todo esto no tiene que ver con proyectar los demonios espa?oles sobre aquello, sino con la realidad de Kosovo, respecto a la cual la comunidad internacional puede estar cometiendo graves errores. El primero es que, aunque Ahtisaari afirme que su plan no sienta precedentes, los crea. Como opinan algunos europeos, la independencia no tiene por qu¨¦ ser un premio a otorgar autom¨¢ticamente a los pueblos que han sufrido. Rusia teme que se convierta en precedente para otros casos que le afectan directamente, por no hablar del Kurdist¨¢n iraqu¨ª, en su d¨ªa atacado con armas qu¨ªmicas por Sadam Husein. Quiz¨¢s por eso est¨¢ Mosc¨² negociando con Moldavia una salida pac¨ªfica a la disputa sobre el Transdni¨¦ster, otro agujero negro. Ser¨ªa un ejemplo. En cuanto a Bosnia, no se puede decir que haya sido un ¨¦xito. M¨¢s bien lo contrario. Con una independencia acelerada, en vez de arreglarse, el problema de Kosovo se puede agravar. aortega@elpais.es
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