?Qui¨¦n pone los blancos?
Llevamos a?os preparando la visita de la secretaria de Estado norteamericana, Condoleezza Rice, tantas veces aplazada, que se anuncia de nuevo para el d¨ªa 1 de junio. Todo debe estar a punto. Por eso, el ministro de Defensa, Jos¨¦ Antonio Alonso, ha suscrito el pasado 24 de abril un acuerdo con Estados Unidos seg¨²n el cual se fijan las normas reguladoras sobre la actuaci¨®n de los servicios de inteligencia militares -de la Navy y de la Fuerza A¨¦rea- de ese pa¨ªs en territorio espa?ol. Se trata del desarrollo hasta ahora pendiente del art¨ªculo 17.2 del Protocolo firmado en 2002 por ambos Gobiernos, el de Aznar y el de Bush, que modificaba el Convenido de Defensa de 1988.
Ser¨¢ un alivio grande para el diario Abc que tan preocupado estaba porque "Defensa mantuviera confinados en Rota y Mor¨®n a los servicios secretos de EE UU", seg¨²n rezaba el titular de su informaci¨®n publicada el 6 de junio de 2006. El citado peri¨®dico subrayaba que el problema dificultaba la relaci¨®n militar en v¨ªsperas del encuentro Rumsfeld-Alonso que iba a celebrarse dos d¨ªas despu¨¦s. Y ya se sabe, la defensa de la soberan¨ªa nacional consiste en evitarle disgustos a Rumsfeld. Claro que muy distinto es el an¨¢lisis de Inmaculada Marrero Rocha en su trabajo para la Fundaci¨®n Alternativas titulado Perspectivas de futuro del Convenio de Defensa Espa?a-EEUU, para quien el art¨ªculo 17.2 da lugar a una cesi¨®n de soberan¨ªa sin precedentes y supone un retroceso en el largo intento de reequilibrio de la relaci¨®n defensiva emprendido desde el comienzo de la transici¨®n democr¨¢tica.
En esa misma l¨ªnea, de brindis al amigo americano, ayer informaba Miguel Gonz¨¢lez en estas mismas p¨¢ginas de que la Armada inicia este verano la compra de sus primeros 24 misiles Tomahawk por 72 millones de euros. Parece que Espa?a se convertir¨¢ as¨ª en el tercer pa¨ªs, tras EE UU y el Reino Unido, en contar con estos misiles, que ser¨¢n integrados en nuestras fragatas F-100 y submarinos S-80. El fabricante es la estadounidense Raytheon por intermedio de la Navy. As¨ª que por vez primera la Armada dispondr¨¢ de un misil capaz de alcanzar un objetivo situado a 1.600 kil¨®metros de distancia con un margen de error de diez metros y adem¨¢s sin necesidad de arriesgar a sus pilotos como sucede cuando los misiles son lanzados desde los aviones.
Los misiles, seg¨²n se aclara, estar¨¢n operativos en 2012 a bordo de fragatas y de submarinos situados lejos del alcance de una eventual represalia del afectado. La compra ha sido laboriosa, habida cuenta de que los primeros contactos con la Navy datan de 2002 y que el Pent¨¢gono s¨®lo dio luz verde en junio de 2005, despu¨¦s del encuentro del anterior ministro de Defensa, Jos¨¦ Bono, con su hom¨®logo un mes antes en Washington. Son detalles muy interesantes que valdr¨ªa la pena haber debatido en el seno de la Comisi¨®n de Defensa del Congreso de los Diputados, a la que tanto gusta mantener en ayunas. Convendr¨ªa saber, por ejemplo, cu¨¢les son esos objetivos militares a batir a 1.600 kil¨®metros de distancia; sobre qu¨¦ bases se han descartado otras opciones de misiles europeos como el Scalp, versi¨®n naval del Storm Shadow de MBDA que se encuentra en fase de desarrollo; cu¨¢ntos Tomahawk se adquirir¨¢n en total para dotar de 12 unidades a cada una de las fragatas y de las que precise cada submarino.
Pero lo m¨¢s asombroso queda para el final. Sucede que los misiles se adquieren sin asegurarnos la capacidad de usarlos aut¨®nomamente. Es decir, que podemos dispararlos s¨®lo a los blancos que nos se?alen los norteamericanos. Entonces, ?si son los americanos los que ponen los blancos, a qu¨¦ quedar¨ªa reducida nuestra disuasi¨®n? A la nada, porque el enemigo se entender¨ªa directamente con Washington, sin tenernos en cuenta. Algo parecido sobre la falta de autonom¨ªa para el empleo sucedi¨® cuando la compra de los F-18 y antes en 1957, cuando la guerra de Ifni, pudimos comprobar tambi¨¦n c¨®mo Washington vet¨® el uso de los aviones Sabre procedentes de la ayuda americana, de modo que hubimos de recurrir a la reliquia de los Junker, supervivientes de la Guerra Civil, para garantizarnos la superioridad a¨¦rea sobre los camellos.
Pasan las d¨¦cadas, se suceden Gobiernos de distinto signo pol¨ªtico y seguimos sin espabilar. ?O es que la visita de Condoleezza bien vale la primera partida de misiles Tomahawk?
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