Imaz, por el pacto
Si en diciembre de 2000, el PP y el PSOE no hubieran suscrito un Pacto Antiterrorista, y se planteasen hacerlo ahora por primera vez, ?contar¨ªan con el PNV? Por lo menos, lo intentar¨ªan: porque es el partido que gobierna en el Pa¨ªs Vasco y porque sus posiciones actuales permitir¨ªan, aunque no sin esfuerzo, recomponer la unidad de los dem¨®cratas contra ETA. Luego no hay que tomar a la ligera la propuesta de Imaz, dirigida especialmente a Zapatero y Rajoy, para acordar unos puntos m¨ªnimos que permitan hacer frente a lo que considera riesgo de una escalada terrorista.
Imaz no es Arzalluz. El anterior l¨ªder del PNV argument¨® en su momento que el Pacto de Lizarra ten¨ªa por objeto favorecer el abandono de las armas por parte de ETA, y que ¨¦se hab¨ªa sido el motivo de ciertas concesiones a los planteamientos de la izquierda abertzale. Sin embargo, tras el fracaso del intento el PNV no volvi¨® al punto anterior, sino que se qued¨® instalado en un soberanismo-independentismo m¨¢s o menos impostado pero que escindi¨® gravemente a la sociedad vasca. Lo que hab¨ªa sido frontera entre dem¨®cratas y violentos se convirti¨® en alambrada entre nacionalistas -violentos incluidos- y no nacionalistas. Y la identificaci¨®n con el Estatuto de Gernika dej¨® de ser factor unificador de los opuestos a ETA.
S¨®lo con la llegada de Imaz, en enero de 2004, a la presidencia de su partido comenz¨® el cauteloso regreso del PNV (no sin fuertes resistencias internas) a las posiciones autonomistas anteriores; un regreso que incluye la adscripci¨®n, en el terreno internacional, al nuevo Partido Dem¨®crata Europeo (PDE), que impulsan personalidades como Romano Prodi o el centrista franc¨¦s Bayrou.
Ahora, el enfrentamiento sin tregua entre el PP y los socialistas es interpretado por ETA como una oportunidad para influir con sus atentados y amenazas en la vida pol¨ªtica espa?ola. Lo dec¨ªa claramente un informe interno de noviembre pasado en el que sus dirigentes se planteaban "convertir" la necesidad de resultados (en el proceso de paz) que atribu¨ªan al Gobierno en un factor de "presi¨®n" en favor de sus objetivos. Imaz lleva meses llamando la atenci¨®n sobre el incentivo que para ETA supone pensar que puede condicionar los resultados electorales. Una forma de reducir ese riesgo es que exista un acuerdo b¨¢sico entre Gobierno y oposici¨®n.
El pacto de m¨ªnimos que plantea Imaz es una combinaci¨®n entre los principios del Pacto Antiterrorista y los de la declaraci¨®n del Congreso de mayo de 2005 sobre un final dialogado de la violencia, con el a?adido de una menci¨®n contra la Ley de Partidos y la ilegalizaci¨®n de Batasuna. Esa menci¨®n ser¨ªa hoy por hoy un obst¨¢culo, porque casi en lo ¨²nico en que est¨¢n de acuerdo socialistas y populares es en la necesidad de no consentir la legalizaci¨®n del brazo pol¨ªtico mientras no rompa su dependencia de ETA. Pero la ley ser¨ªa superflua si existiera el compromiso de abandono de las armas, sin el que no habr¨ªa salida dialogada; luego no parece imposible encontrar una f¨®rmula que permita salvar esa diferencia. Al menos vale la pena que Zapatero y Rajoy lo intenten en el encuentro que tienen previsto para despu¨¦s de las elecciones del 27 de mayo.
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