Euskadi no es el Ulster

Tras cuatro a?os y medio de suspensi¨®n, el pasado 8 de mayo volvi¨® a instaurarse el Gobierno aut¨®nomo del Ulster. En su discurso de bienvenida al nuevo Ejecutivo norirland¨¦s, el primer ministro brit¨¢nico, Tony Blair, asegur¨® que el acuerdo alcanzado entre dos enemigos antag¨®nicos como el DUP y el Sinn Fein para la gobernaci¨®n de la regi¨®n, un arreglo que pone el broche de oro al proceso de paz abierto en 1998, constitu¨ªa un ejemplo a seguir en la resoluci¨®n de otros conflictos.

Inmediatamente, como si de un acto reflejo se tratara, mucha gente en este pa¨ªs dirigi¨® su mirada hacia el Pa¨ªs Vasco. Sin embargo, las enormes diferencias entre ambos conflictos hacen pr¨¢cticamente imposible que una jornada de gloria como la vivida en el castillo de Stortmont se repita en el Parlamento de Vitoria, al menos a corto o medio plazo. Y es que, pese a los denodados esfuerzos de muchos por demostrar lo contrario, Euskadi no es el Ulster. Su historia nada tiene que ver con la de la provincia irlandesa, tampoco su evoluci¨®n pol¨ªtica y social.

Adem¨¢s, la naturaleza y motivaciones de los actores de ambos conflictos no admiten la m¨¢s m¨ªnima comparaci¨®n. El proceso de paz en el Ulster no es un modelo de referencia v¨¢lido para el Pa¨ªs Vasco e hitos como el que presenciamos el 8 de mayo no deber¨ªan confundirnos. Asumamos de una vez este hecho para dejar de albergar vanas esperanzas que s¨®lo conducen a alimentar una contraproducente desaz¨®n colectiva en pro de un final de la violencia que a¨²n se encuentra lejano.