?Est¨¢ enferma la sanidad catalana?
La sanidad p¨²blica no figura, desde hace bastantes a?os, entre las primeras preocupaciones en los sondeos que se realizan a los ciudadanos porque ese servicio goza de un nivel aceptable. Pero sorprende que en la actual coyuntura catalana, con grandes esfuerzos presupuestarios, inversiones y bien dirigidos programas de mejoras de los servicios p¨²blicos sanitarios, se hable m¨¢s que nunca de crisis.
Dos circunstancias est¨¢n presionando nuestros servicios sanitarios: una larga etapa de falta de dedicaci¨®n pol¨ªtica a la mejora del funcionamiento de los servicios sanitarios, y la aparici¨®n de m¨¢s de un mill¨®n de nuevos usuarios, fruto de la oleada migratoria.
Las mejoras en Catalu?a est¨¢n bien encaminadas y se focalizan en las ¨¢reas cr¨ªticas del sistema: el funcionamiento de la atenci¨®n primaria y de su capacidad de resoluci¨®n; la coordinaci¨®n de niveles asistenciales, que causan todav¨ªa demasiadas molestias a enfermos y profesionales; la mejora de los servicios de emergencia hospitalarios... En este terreno est¨¢ casi todo diagnosticado y las propuestas de mejora son claras y est¨¢n dando resultados. Pero los mejores resultados tardar¨¢n alg¨²n tiempo en llegar, hasta acabar obras y poner en marcha nuevos centros, o conseguir una historia cl¨ªnica de uso com¨²n en todo el sistema catal¨¢n, como otras comunidades han conseguido. Y es que un largo periodo de deterioro de cualquier servicio p¨²blico no es f¨¢cil de revertir.
Hay que consensuar un modelo que coloque a Catalu?a a la cabeza de los servicios p¨²blicos
En cuanto a los profesionales, atraviesan un periodo de desasosiego, y no s¨®lo en Espa?a. Habr¨ªa que distinguir entre la insatisfacci¨®n por motivos salariales, con la derivada de otros factores de crisis profesional. Catalu?a ha hecho un esfuerzo presupuestario hist¨®rico para mejorar los salarios. El m¨¦dico, cada vez m¨¢s relegado a una condici¨®n de funcionario, con escasa autonom¨ªa ejerce en centros donde ha predominado una cultura de gesti¨®n demasiado centrada en el control de la actividad, poco estimulante del compromiso y satisfacci¨®n de sus profesionales.
Por otro lado, no es realista aspirar a los beneficios de funcionario p¨²blico, y simult¨¢neamente pugnar por un status profesional propio de organizaciones privadas. Cuando se consolid¨® el Sistema Nacional de Salud en los a?os ochenta, se opt¨® por un modelo que aseguraba pleno empleo de por vida a la profesi¨®n m¨¦dica, pero con bajos salarios y obligaciones laborales de geometr¨ªa variable; en cambio, se perdieron valores positivos del profesional liberal, etc¨¦tera.
Los m¨¦dicos deber¨ªan apostar por un entorno profesional m¨¢s aut¨®nomo, ganando peso y protagonismo en la direcci¨®n de los centros a cambio de comprometerse a un cierto riesgo, siempre limitado en el sector p¨²blico, y aceptar que se eval¨²e objetivamente los resultados. Y los gestores deber¨ªan reconsiderar la forma en la que dirigen los centros: sus profesionales no son empleados manufactureros.
El actual modelo sanitario catal¨¢n, creado a finales de los a?os ochenta, se inspiraba, en parte en las reformas de signo conservador que se desarrollaban en los servicios p¨²blicos en Europa. Ha sido un modelo de referencia para otras regiones e incluso pa¨ªses y, en mi opini¨®n, demasiado sobrevalorado en sus virtudes, al tiempo que juzgado ben¨¦volamente en sus defectos.
Un primer ejemplo: el abandono durante muchos a?os del Instituto Catal¨¢n de la Salud (ICS), principal instituci¨®n sanitaria p¨²blica, por voluntad pol¨ªtica expl¨ªcita o incapacidad de reformarlo. El caso es que el ICS es similar a otros servicios regionales de salud, bien apreciados por los ciudadanos de otras comunidades, y por ello es dif¨ªcil entender la animadversi¨®n que su existencia ha originado en algunos sectores de la sanidad catalana. Afortunadamente, la ley que tramita el Parlament deber¨ªa servir para reformarlo y modernizarlo.
El segundo ejemplo es la existencia de muchas entidades jur¨ªdicas que prestan servicio sanitario p¨²blico. Los ocho millones de andaluces cuentan con el Servicio Andaluz de Salud, que agrupa hospitales y centros de salud, y una decena de empresas p¨²blicas. Los siete millones de catalanes con el ICS, que re¨²ne 8 hospitales y 300 centros de salud, unos 50 hospitales y una veintena de centros de salud, cada uno con una titularidad jur¨ªdica y ¨®rganos de gobierno diferentes.
El sistema catal¨¢n es m¨¢s complejo, y su gesti¨®n (probablemente) m¨¢s costosa; tiene ventajas (m¨¢s innovaci¨®n, cierta competencia entre centros), pero tambi¨¦n desventajas: es m¨¢s dif¨ªcil ejercer la autoridad pol¨ªtica, lo que ha comportado que en el campo de las tecnolog¨ªas de la comunicaci¨®n Catalu?a est¨¦ m¨¢s atrasada porque donde el modelo es m¨¢s sencillo, las decisiones de modernizar los sistemas de informaci¨®n han sido m¨¢s f¨¢ciles y menos costosas.
Tranquilizar¨¦ a los celosos guardianes del tarro de las esencias: no propongo desmontar el modelo catal¨¢n, simplemente pongo de relieve la necesidad de ser menos autocomplacientes y m¨¢s rigurosos y objetivos al juzgarlo.
El tercer ejemplo es la diferencia entre el modelo catal¨¢n y el de otras comunidades: en ¨¦stas, casi todo el presupuesto esta secuestrado en los centros de administraci¨®n p¨²blica, lo cual causa una probable p¨¦rdida de eficiencia por la existencia de rigideces burocr¨¢ticas. En Catalu?a, un tercio del presupuesto sanitario p¨²blico (m¨¢s de 2.000 millones de euros) se contrata con decenas de proveedores de titularidades diversas, desde empresas p¨²blicas hasta fundaciones sin ¨¢nimo de lucro, consorcios o empresas privadas. Este modelo de contrataci¨®n ha creado un mercado de agentes que influyen y aspiran a maximizar su cuota de ingresos p¨²blicos; ello es leg¨ªtimo y en otros pa¨ªses ocurre lo mismo.
Muchas fuerzas e intereses desean mantener el statu quo, lo cual explica el bajo nivel de cr¨ªtica al modelo sanitario, a pesar de sus evidentes imperfecciones. Algunos centros de pensamiento e instituciones prestadoras de servicio o se financian desde el sistema o tienen intereses comerciales en el mismo, lo que les hace adoptar posiciones poco cr¨ªticas o muy conservadoras, obstaculizando una reforma del modelo que lo haga m¨¢s transparente, simple y eficaz.
El capital pol¨ªtico y el liderazgo de la consejera Geli y el sosiego en la gesti¨®n de los asuntos p¨²blicos logrado en Catalu?a configuran un escenario ideal para conseguirlo. Y deber¨ªa hacerse mediante un dialogo amplio con todos los agentes del sistema, respetando todas las opiniones por heterodoxas o rupturistas que ¨¦stas sean. Creo que es posible consensuar un nuevo modelo sanitario que vuelva a colocar a Catalu?a en la cabeza de los servicios p¨²blicos del Estado. La sanidad catalana no est¨¢ -todav¨ªa- gravemente enferma, s¨®lo presenta preocupantes s¨ªntomas de deterioro que son curables.
Raimon Belenes es gestor sanitario.
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