30 a?os de c¨¢rcel para un hacendado de Brasil por matar a una monja
La misionera luchaba contra la tala de ¨¢rboles
En una sentencia sin precedentes, un terrateniente brasile?o fue condenado en la madrugada de hoy, hora espa?ola, a 30 a?os de c¨¢rcel como inductor del asesinato de una monja estadounidense de 73 a?os que se hab¨ªa destacado durante dos d¨¦cadas por su defensa de los campesinos sin tierra en la Amazonia brasile?a y contra la acci¨®n depredadora de taladores de ¨¢rboles y buscadores de oro en la selva.
Dorothy Stang fue acribillada con tres balazos en la noche del 12 de febrero de 2005 en una remota aldea del Estado de Par¨¢, al noreste de Brasil por dos pistoleros. Stang presum¨ªa desde hac¨ªa tiempo que algunos hacendados de la zona hab¨ªan decidido acabar con su vida y algunas noches antes del crimen incluso visit¨® a sus ejecutores para implorar que no la mataran.
Su asesinato caus¨® una gran conmoci¨®n en Brasil. Aunque la violencia y el asesinato suelen ser frecuentes en la lucha que mantienen terratenientes y garimpeiros -buscadores de oro y piedras preciosas- contra pobladores, ind¨ªgenas o campesinos sin tierra, la avanzada edad de la v¨ªctima, su nacionalidad estadounidense y el hecho de que fuera una religiosa cat¨®lica en el pa¨ªs con mayor n¨²mero de cat¨®licos del mundo, hizo que la acci¨®n tuviera una repercusi¨®n enorme y que el Gobierno tomara cartas en el asunto.
El punto culminante al proceso de esclarecimiento del asesinato ha llegado con la condena de Vladimiro Bastos de Moura, acusado de ordenar el asesinato de la monja y pagar a los sicarios una cifra en torno a los 22.000 d¨®lares en un pa¨ªs donde el sueldo m¨ªnimo ronda los 150.
Testimonio fundamental
Bastos de Moura, quien llevaba ya un a?o en prisi¨®n y siempre ha proclamado su inocencia, contrat¨® a los asesinos a trav¨¦s de otro hacendado, Amair Feijoli de da Cunha, ya condenado a 18 a?os de prisi¨®n, quien ha admitido su participaci¨®n en la trama y cuyo testimonio ha resultado fundamental para llegar hasta el inductor del asesinato.
De los dos sicarios, uno de ellos fue condenado a 27 a?os de c¨¢rcel mientras el otro -que lo acompa?¨® al camino de barro donde muri¨® la monja, aunque iba desarmado- fue castigado con 17 a?os.
El caso Stang ha supuesto una aut¨¦ntica prueba de fuego para la justicia local, acusada en ocasiones de hacer la vista gorda ante los abusos cometidos en el vasto territorio amaz¨®nico. El veredicto dado a conocer en Belem, la capital del Estado de Par¨¢, y emitido por un jurado, fue acogido con exclamaciones de j¨²bilo por cientos de personas que se congregaban a la puerta del tribunal.
La muerte de la misionera no ha sido la ¨²nica acarreada por la codicia de los madereros en la selva. Once d¨ªas despu¨¦s del asesinato de la monja el ecologista brasile?o Dionisio Julio Ribeiro Filho, de 58 a?os, que se destacaba por defender una reserva ambiental que ayud¨® a crear en las afueras de R¨ªo de Janeiro, fue asesinado tambi¨¦n a tiros.
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