G¨¹nter Grass no siempre guard¨® silencio
Hace unas semanas cay¨® en mis manos un sobre negro con el t¨ªtulo Monograf¨ªa de Grass. Conten¨ªa diez hojas en las que yo hab¨ªa tomado apuntes para una monograf¨ªa sobre G¨¹nter Grass.
Supe de inmediato d¨®nde y cu¨¢ndo hab¨ªa sido: en el verano de 1963 en una casa de vacaciones de los suegros de Grass, en el Tesino. Entonces ¨¦ramos muy amigos y, adem¨¢s, yo fui durante algunos a?os su editor. Aunque en aquel tiempo era ya un autor conocido y traducido a muchos idiomas, no exist¨ªa todav¨ªa ninguna biograf¨ªa. As¨ª que me concedi¨® varias entrevistas y tom¨¦ notas, pero s¨®lo llegamos hasta 1953. El proyecto qued¨® interrumpido porque poco tiempo despu¨¦s abandon¨¦ la editorial y fund¨¦ la m¨ªa propia.
Leyendo estas notas, me encontr¨¦ con algo totalmente inesperado: "La mayor¨ªa de la clase se alist¨® en la Marina (tambi¨¦n G.), pero acab¨® en los tanques. G. acab¨® en un regimiento blindado de las SS. Primero Dresde, luego Checoslovaquia y las landas de L¨¹neburg. Enero/febrero del 45, orden a la compa?¨ªa de marchar primero sobre Silesia, luego (Grupo Steiner, SS) el primer ataque sobre Berl¨ªn, marzo/abril".
Fue una gran sorpresa para m¨ª.
Hasta ese momento parec¨ªa claro que Grass hab¨ªa ocultado haber servido en las SS. Incluso ¨¦l mismo pensaba que en su autobiograf¨ªa (Pelando la cebolla) lo relataba por primera vez. El Frankfurter Allgemeine Zeitung utiliz¨® esta confusi¨®n para publicar un titular en primera p¨¢gina. Hubiera sido posible aclarar esta confusi¨®n con aquellas viejas declaraciones, en las que Grass se hab¨ªa expresado sin tapujos hasta mediados de los a?os sesenta sobre su participaci¨®n en las Waffen-SS. Adem¨¢s, las entrevistas que yo le hice iban a hacerse p¨²blicas.
Pero a los periodistas (conservadores), no les interesaba todo esto. Prefer¨ªan denigrar a una mente libre (de izquierdas). Fue una "primicia". Y la prensa internacional la public¨®. No s¨®lo hay demasiados reaccionarios en el mundo, sino tambi¨¦n demasiados parricidas y demoledores de monumentos.
Pero queda, sin embargo, la pregunta de por qu¨¦ Grass dej¨® de hablar de sus tres meses en las Waffen-SS a partir de mediados de los sesenta. Hab¨ªa aparentemente dos motivos:
1. Aproximadamente hasta mediados de los a?os sesenta, G¨¹nter Grass pod¨ªa confiar en que cualquier alem¨¢n, por proximidad temporal o generacional, sab¨ªa perfectamente que los nazis hab¨ªan reclutado a soldados al final de la guerra ante la derrota inminente. A simples soldados. Daba casi lo mismo si se trataba de "auxiliares de artiller¨ªa antia¨¦rea", de "Volksturm" o de "Waffen-SS". Adem¨¢s, Grass (como mucha gente en Danzig y entre ellos sus compa?eros de pupitre) quiso en un principio alistarse en la Marina. Pero ¨¦sta hab¨ªa dejado pr¨¢cticamente de existir en esta ¨¦poca, as¨ª que acab¨® en los tanques, y consigui¨® sobrevivir por su cuenta.
Despu¨¦s, Grass ya no pod¨ªa contar con estas ideas asumidas (algunos poemas de Interrogado de 1967 muestran c¨®mo Grass tuvo que aceptar tambi¨¦n este hecho). Pero de ninguna manera porque entre los estudiantes aparecieran oradores de duras convicciones, que exig¨ªan de sus mayores unas biograf¨ªas fuera de sospecha que ellos mismos todav¨ªa no pod¨ªan tener. Sino, sobre todo, porque en los dos decenios posteriores al final de la guerra, otros se hab¨ªan encargado (con ¨¦xito) de negar su propio pasado y de enmendarlo. E incluso algunos lograron mediante una decisi¨®n judicial (cosa no muy dif¨ªcil a partir de entonces, puesto que despu¨¦s del 45 ning¨²n juez nazi fue suspendido de funciones) que no se les declarase c¨®mplices sino tan s¨®lo simpatizantes, como ocurri¨® con el que m¨¢s tarde fue el presidente de la patronal, Schleyer. Para este fin, ¨¦ste hizo creer que ten¨ªa tres categor¨ªas menos de oficial de las SS. Este "alto funcionario" volv¨ªa a estar bien colocado.
2. Fue s¨®lo a partir de los a?os sesenta cuando empez¨® a difundirse en Alemania la dimensi¨®n real del papel criminal de las SS, principalmente a trav¨¦s del proceso de Auschwitz, iniciado de manera significativa por un repatriado: el valeroso fiscal general del Estado de Frankfurt Fritz Bauer. Este proceso dividi¨® Alemania entre ciudadanos que se avergonzaban de ello y otros que lo negaban.
Grass empez¨® a avergonzarse bastante antes, y yo puedo certificarlo. En sus viajes a Polonia lleg¨® a ver un documento terrible, el llamado Informe Stroop. Se trataba de algo parecido a un ¨¢lbum de fotos con el t¨ªtulo de Ya no hay barrio jud¨ªo en Varsovia, en el que el general J¨¹rgen Stroop relataba el exterminio del gueto de Varsovia. Este documento se public¨® en 1960, a iniciativa de G¨¹nter Grass, en su editorial.
Entretanto, han aparecido en todo el mundo im¨¢genes horribles que todos conocemos. Y el caso de un nuevo ataque a G¨¹nter Grass en el Spiegel de hace unas semanas ilustrado con una de estas im¨¢genes, como si un airado adolescente de diecisiete a?os, encargado de cargar los ca?ones, tuviera algo que ver con el exterminio del gueto de Varsovia, forma parte de la actual y evidente falta de criterio hist¨®rico.
El texto mencionado iba sin embargo m¨¢s all¨¢ de la falta de criterio hist¨®rico. Era uno de los muchos intentos de socavar la integridad moral de las personas, imputando errores que se han cometido en edad escolar. As¨ª, estos periodistas no desenmascaran a nadie, sino m¨¢s bien ocultan sus propias biograf¨ªas, su aburrimiento, su esnobismo y su desconocimiento de la pol¨ªtica, para acabar pareci¨¦ndose de una manera inquietante a izquierdistas dogm¨¢ticos y puritanos.
Klaus Wagenbach es editor y escritor alem¨¢n. Traducci¨®n de Mart¨ª Sampons.
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