"La consejer¨ªa pudo evitar el contagio y no lo hizo"
Su identidad profesional ha estado asociada en los ¨²ltimos nueve a?os al caso Maeso. Se empe?¨®, dice, en construir una investigaci¨®n capaz de sentar en el banquillo a quien para ¨¦l es culpable indiscutible de 275 contagios de hepatitis C en cuatro hospitales valencianos: Juan Maeso. El tribunal le ha dado la raz¨®n.
"Maeso no tiene las caracter¨ªsticas de un psic¨®pata. Ten¨ªa un problema de dependencia a t¨®xicos"
"Era imposible que no declararan que era el autor. Y era imposible que dijeran que fue imprudente"
Deja atr¨¢s, asegura, una dedicaci¨®n casi infinita a un asunto cuya primera dificultad era la materia: medicina. Javier Carceller tiene 47 a?os, naci¨® en Valencia, est¨¢ casado, tiene dos hijos, lleva en la carrera fiscal 22 a?os, y es adem¨¢s el coordinador de la secci¨®n de medio ambiente. Lamenta el dolor de las v¨ªctimas, a las que ayer anunci¨® la Generalitat valenciana que pagar¨¢ en breve tras aprobar ma?ana un decreto para ello, y ha pedido que el condenado a 1.933 a?os ingrese en prisi¨®n provisional lo antes posible. Le han faltado medios pero no convicci¨®n y con ella ha hecho, afirma, la mejor alianza para llegar el final. En el ¨²ltimo tramo, otro fiscal, Enrique Rem¨®n, sum¨® con ¨¦l esfuerzos.
Pregunta. ?Qu¨¦ ha sido lo m¨¢s dif¨ªcil del caso?
Respuesta. El juicio. Ha sido complicado, con periciales novedosas, en las que la prueba gen¨¦tica era trascendente, tambi¨¦n ha sido importante la epidemiol¨®gica. Un juicio de esta duraci¨®n, a?o y medio, supone un desgaste personal enorme. Se ha visto. Pero el desgaste personal no significa ps¨ªquico. Los fiscales hemos querido ser los conductores del procedimiento a nivel de prueba, estar por delante de las posiciones contrarias. Y lo hemos conseguido.
P. ?El resultado es el que merece la investigaci¨®n?
R. La investigaci¨®n ha sido meticulosa, realizada por un gran profesional, Jos¨¦ Manuel Ortega, el juez de instrucci¨®n entonces y ahora al frente de un juzgado de lo penal. Fue una instrucci¨®n s¨®lida pese a que la parte contraria ha estado diciendo que fue mal hecha. Est¨¢bamos convencidos de que nos ten¨ªan que dar la raz¨®n. Para nosotros era imposible que no declararan que era autor. Y era imposible que, si le declaraban autor, dijeran que fue imprudente. La sentencia, adem¨¢s, da la raz¨®n a esta acusaci¨®n en el planteamiento b¨¢sico: el dolo eventual y la responsabilidad civil subsidiaria de la Consejer¨ªa de Sanidad.
P. ?Por qu¨¦ es importante que la Consejer¨ªa de Sanidad sea responsable civil subsidiaria de todos los casos?
R. La consejer¨ªa ten¨ªa un alto funcionario suyo, un jefe de servicio del hospital maternal La Fe, el jefe de anestesia, que compatibilizaba la medicina p¨²blica con la privada. Sus superiores jer¨¢rquicos conoc¨ªan y sab¨ªan que abandonaba el hospital para irse a la medicina privada. Sab¨ªan que desde el a?o 1988 se produjeron reclamaciones de compa?eros, de ATS, por anomal¨ªas y quejas en la actuaci¨®n profesional. Se le pidi¨® al director de La Fe que corrigiera un comportamiento relacionado con el consumo y desaparici¨®n de t¨®xicos. Lo echaron del hospital militar por consumo de t¨®xicos y por poner en riesgo la salud de los enfermos. Y, en el hospital La Fe, en vez de expedientarlo, conociendo esa situaci¨®n, le encubrieron y permitieron actuar en el hospital p¨²blico y en el privado. La consejer¨ªa, como garante del derecho a la salud de todos los ciudadanos, sabiendo que este se?or ten¨ªa ese comportamiento, pudiendo haber tenido las posibilidades de evitarlo durante mucho tiempo, no lo hizo.
P. En Casa de Salud actuaba como m¨¦dico privado.
R. No se hubieran producido contagios si la actuaci¨®n en el hospital p¨²blico se hubiera corregido.
P. ?Era posible defender a Maeso neg¨¢ndolo todo?
R. No voy a valorar a la defensa. S¨®lo una consideraci¨®n: la primera semana del juicio vimos que no hab¨ªa l¨ªnea de defensa
P. ?Y el procesado?
R. Juan Maeso, como procesado, no puede colaborar en la posici¨®n de acusaci¨®n. Su comportamiento en el juicio ha sido discreto, ha venido a todas las sesiones. Hemos aprendido que, en un procedimiento penal, hay dos partes que sufren: afectados y procesado. El procesado tiene su carga.
P. ?Las v¨ªctimas pueden estar satisfechas?
R. Nunca es suficiente una sentencia. El dolor nunca se satisface. Su dolor es inmenso, las cosas que se han dicho de ellos, el trato que han recibido en ocasiones por parte de algunos letrados y, sobre todo, haberles negado una realidad como es reconocerles su derecho a unas prestaciones durante todo este tiempo es algo que no tiene valoraci¨®n. Tampoco la tiene el que sigan siendo afectados por la hepatitis C para el resto de su vida. ?Qu¨¦ justicia se puede hacer en relaci¨®n con esa situaci¨®n? En la medida en que hemos sido conscientes de esa realidad, la hemos tratado siempre con el m¨¢ximo respeto, hemos tenido muy presente que han padecido mucho, situaciones familiares tremendas, intentos de suicidio, separaciones, divorcios... Eso, no s¨®lo conmueve en lo personal, sino que ha de servir para hacer por ellos lo posible en lo jur¨ªdico.
P. ?El siguiente paso?
R. La Fiscal¨ªa ha interesado a la sala una comparecencia para solicitar el ingreso en prisi¨®n del procesado. El fiscal no tiene ninguna duda: hay un riesgo de fuga evidente. No queremos que se nos escape el procesado.
P. ?El fiscal ha estado solo?
R. La Fiscal¨ªa ha hecho lo que tiene que hacer. En la forma que nosotros tenemos de actuar, no hemos seguido ning¨²n tipo de indicaci¨®n. En el aspecto org¨¢nico, defend¨ª hace mucho tiempo la necesidad de un segundo fiscal para garantizar la posici¨®n de Fiscal¨ªa en cualquier momento. Enrique Rem¨®n se ha dejado la piel en este asunto por ello. La posici¨®n del fiscal ha sido muy ingrata, poco comprendida, y en ocasiones, incluso dentro de la casa, hasta criticada.
P. Seg¨²n el fallo, Maeso fue consciente de lo que hac¨ªa y lo hizo durante a?os. Las v¨ªctimas le tildan de psic¨®pata. ?Lo es?
R. Maeso no tiene las caracter¨ªsticas de un psic¨®pata. Es alguien que ten¨ªa un problema de dependencia a t¨®xicos, pero no entendida en el sentido de un drogodependiente como los que vemos habitualmente sino de una persona que tiene un ritmo de trabajo elevad¨ªsimo y que necesita ayuda para poder llevarlo. ?C¨®mo lo hace? Se provoca una sobrestimulaci¨®n a peque?as dosis de opi¨¢ceos. Pero est¨¢ muy mal que lo vean sus compa?eros, ser¨ªa un desprestigio incre¨ªble. Se esconde. Por eso se producen los contagios, porque tiene que usar el mismo t¨®xico que sus pacientes. ?Por qu¨¦ no lo hizo al rev¨¦s? Sab¨ªa que el paciente le pod¨ªa transmitir a ¨¦l cualquier enfermedad. No es un psic¨®pata, era un dependiente.
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