La derrota de Royal y los socialistas valencianos
S¨¦gol¨¨ne Royal ha sufrido una rotunda derrota en las elecciones presidenciales francesas. La gran esperanza de la izquierda, aquella que no dud¨® en despreciar al insoportable aparato del PSF para postularse como candidata a presidenta; quien acu?¨® el t¨¦rmino de democracia participativa para significar su ruptura con el aislamiento entre electores y elegidos; la que lleg¨® a alcanzar un apoyo (por simpat¨ªa) muy superior al 50% de los franceses, ha sido vencida. Y lo ha sido por quien no dud¨® en calificar de canalla a dos j¨®venes inocentes electrocutados en su huida de la polic¨ªa, el que ha retomado la idea de crear un ministerio de la identidad nacional, el mismo, en fin, que ha finalizado su campa?a prometiendo, entre otras lindezas, acabar con la independencia del Banco Central Europeo o con el legado de mayo del 68.
Dejo a los exegetas la labor imposible de transformar la derrota en victoria comparando el resultado con cualquier escenario todav¨ªa peor. La realidad es tozuda y el hecho cierto es que en los pr¨®ximos cinco a?os, como en los 11 pasados, ser¨¢ la derecha la que, desde la Presidencia de la Rep¨²blica, determine las l¨ªneas maestras de la gobernaci¨®n de Francia. Tal vez, sin embargo, identificando las causas de la derrota de Royal los valencianos socialistas podamos encontrar razones para comprender por qu¨¦ entre nosotros se hace tan dif¨ªcil, tambi¨¦n desde 1995, triunfar en las urnas.
Para ello lo primero y principal es abandonar el victimismo est¨¦ril y sin embargo creciente. Pretender encontrar la explicaci¨®n de nuestras dificultades en una combinaci¨®n m¨¢gica formada por el mayor conservadurismo de los ciudadanos y la brutal manipulaci¨®n de los medios de comunicaci¨®n p¨²blicos por parte los gobiernos de la derecha no es s¨®lo un error, sino simple falsedad. Es la hora de que cuando la realidad no se adapta a la acci¨®n pol¨ªtica pr¨¢ctica -a menudo escasa, anodina y propia de los c¨®modamente instalados en la oposici¨®n- sea ¨¦sta la que se modifique en lugar de emprenderla a lamentos con la primera. Cuando, a pesar de su favorable ?ndice de Gini, una preocupaci¨®n mayoritaria de los franceses es la desigualdad de la renta y cuando la solidaridad activa de los valencianos est¨¢ fuera de duda (desde las ONG de acogida a los trasplantes), escudarse en una presunta derechizaci¨®n de los ciudadanos, adem¨¢s de in¨²til, provoca verg¨¹enza (ajena). Y en cuanto a la manipulaci¨®n informativa basta se?alar que no ha sido Camps, ni tampoco Zaplana, quienes la han inventado.
Pero lo segundo y no menos importante es extraer todas sus consecuencias de qu¨¦ significa vivir en el siglo XXI o, si se quiere una referencia interna al PSPV, que Joan Lerma dej¨® la Generalitat hace m¨¢s de diez a?os sin que la evoluci¨®n social se haya detenido. Lo cual tiene al menos dos consecuencias. Por un lado, que aun cuando los valores a defender son los mismos, no lo pueden ser las propuestas de su plasmaci¨®n. Y esto se aplica, por ejemplo, tanto a que la defensa de lo p¨²blico no se puede hacer proponiendo el aumento de funcionarios (S. Royal) como que no por repetir a modo de sonsonete que la econom¨ªa valenciana tiene baja productividad y requiere m¨¢s inversi¨®n en I+D+i (Pla 2007) los ciudadanos van a entender las implicaciones que esto tiene.
Y, por otro lado, que los electorados de las sociedades avanzadas, como la francesa o la valenciana, son ya maduros y no parecen dispuestos a prestar un apoyo mayoritario a quienes defienden una cosa y su contraria. La mayor¨ªa no se construye sumando lo insumable y a la vista est¨¢ el resultado en el caso de Royal. Si defend¨ªa una nueva relaci¨®n entre pol¨ªticos y ciudadanos, que eso y no otra cosa era la ilusionante propuesta de democracia participativa, no pod¨ªa proponer, como repetidamente ha hecho, la integraci¨®n en el proyecto de quienes como Fabius, Jospin, Lang o Cheven¨¨ment (EPR) representan la vieja pol¨ªtica a superar.
En todo caso, falta poco para constatar cu¨¢l es la respuesta de los ciudadanos en las urnas, aunque no deja de resultar rese?able que nuestra esperanza sea gobernar en coalici¨®n. He cre¨ªdo -?debiera escribir querido?- escuchar que tras el 27 de mayo, cualquiera que sea el resultado, se abrir¨¢n las puertas a un proceso de reflexi¨®n en el PSPV. Si as¨ª fuera, cabr¨ªa exigir al menos que quienes primero se apropiaron de las llaves (que no eran suyas) de esas puertas y, m¨¢s tarde, las lanzaron al mar para que nadie pudiera encontrarlas, no sean quienes pretendan, y consigan, encabezarlo.
Jordi Palafox es catedr¨¢tico de Historia e Instituciones Econ¨®micas de la Universidad de Valencia.
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