La UE debe apoyar a los liberales turcos
Los turcos laicos y liberales han tenido un brusco despertar tras a?os de sue?o profundo. El legado de Kemal Ataturk corre peligro de acabar destruido, no por una potencia invasora sino por algunos turcos que desean un Estado isl¨¢mico.
Desde la ¨¦poca de Ataturk, Turqu¨ªa est¨¢ dividida entre los que quieren gobernar el Estado seg¨²n los principios isl¨¢micos y los que prefieren mantener la voluntad de Al¨¢ lejos del espacio p¨²blico.
Los partidarios de introducir el islam en el Gobierno, como Recep Tayyip Erdogan, Abdul¨¢ G¨¹l y su Partido de la Justicia y el Desarrollo, lo han hecho extraordinariamente bien. Han comprendido y aprovechado el hecho de que es posible emplear los medios democr¨¢ticos para erosionar la democracia. Y han recurrido a una estrategia poderosa. Conviene examinar tres pilares en los que se apoya dicha estrategia.
El primero es el principio de dawa, una t¨¢ctica inspirada por el fundador del islam, Mahoma. Dawa significa simplemente predicar el islam como forma de vida -que incluye una forma de gobierno-, de manera constante y convincente. Cada vez que alguien se convierte, est¨¢ obligado a predicar el islam a otros, con lo que se construye un movimiento de base.
En Turqu¨ªa, los secularistas han subestimado este pilar y, por tanto, no han peleado con los islamistas por conquistar la voluntad del electorado. Ahora se encuentran con la horrible realidad de unas encuestas que indican que el 70% de los votantes puede escoger a G¨¹l como presidente si Erdogan, el primer ministro, logra cambiar la Constituci¨®n para que la presidencia sea un cargo de elecci¨®n directa. Cualquier protesta de los secularistas contra lo que es la clara voluntad popular resulta irracional y antidemocr¨¢tica.
El segundo pilar es la mejora de la econom¨ªa. Nadie puede negar que, cuando los partidos laicos estaban en el poder, la econom¨ªa turca estaba por los suelos. Desde que Erdogan tom¨® posesi¨®n ha habido un s¨®lido crecimiento, la inflaci¨®n ha disminuido y las inversiones extranjeras han aumentado.
El tercer pilar, en una democracia, es el control de dos tipos de instituciones: las destinadas a educar a la poblaci¨®n (la ense?anza y los medios de comunicaci¨®n) y las encargadas de mantener la ley y el orden (la polic¨ªa, la justicia y los servicios secretos). En otras palabras, los islamistas controlan la informaci¨®n que recibe un ciudadano y tienen la capacidad de cerrarle la boca.
Tras el fracaso de un intento inicial de revoluci¨®n isl¨¢mica en 1997, cuando el ej¨¦rcito organiz¨® un "golpe blando" contra los islamistas electos, Erdogan y su partido comprendieron que hacer las cosas de manera gradual les permitir¨ªa obtener un poder m¨¢s duradero.
No hay duda de que saben que, para islamizar por completo Turqu¨ªa, necesitan tener el control del ej¨¦rcito y el Tribunal Constitucional, las dos instituciones que, hasta ahora, han mantenido vivas las aspiraciones de Ataturk y protegen el Estado laico.
La decisi¨®n actual del Tribunal Constitucional de anular la designaci¨®n de Abdul¨¢ G¨¹l para la presidencia, despu¨¦s de que el ej¨¦rcito recordara que es el custodio del secularismo, no es m¨¢s que un inconveniente temporal para los islamistas. Erdogan y G¨¹l tienen otro as en la manga.
Si contin¨²an mostrando la misma contenci¨®n y la misma paciencia que les han permitido llegar hasta aqu¨ª, quiz¨¢ podr¨¢n lograr su objetivo, mientras sigan solicitando el ingreso en la UE. Los dirigentes europeos, bienintencionados pero ingenuos, se han dejado manipular desde el principio por los islamistas gobernantes y han declarado que el ej¨¦rcito turco debe estar sujeto al control civil, como todos los ej¨¦rcitos en los Estados miembros de la UE.
Vistas as¨ª las cosas, Erdogan y su partido se han ganado a pulso el triunfo. Condenarles por llegar hasta donde han llegado es una muestra de mezquindad y envidia y, desde luego, no sirve para evitar que se hagan con todo el poder en Turqu¨ªa.
En retrospectiva, los liberales laicos de Turqu¨ªa no pueden culpar a nadie m¨¢s que a s¨ª mismos. Han menospreciado el poder del dawa, no lograron mejorar la econom¨ªa cuando gobernaban y no se han dado cuenta de que los miembros de la UE estaban siendo manipulados.
Ahora bien, una caracter¨ªstica importante del liberalismo es la capacidad de aprender de las equivocaciones. El hecho de que los laicos se hayan equivocado en Turqu¨ªa no quiere decir que no puedan volver a intentar preservar el legado de Ataturk y crear las condiciones para que la democracia turca progrese con arreglo a los valores occidentales.
Los liberales laicos de Turqu¨ªa tienen que elaborar un plan para construir su propio movimiento de base, un movimiento que contenga el mensaje de la libertad individual. Deben restaurar la confianza de los electores y hacer que est¨¦n dispuestos a poner la econom¨ªa de nuevo en sus manos, y deben reconquistar las instituciones educativas e informativas, la polic¨ªa y la justicia.
Adem¨¢s, deben lograr que los l¨ªderes de la UE comprendan y respeten el hecho de que, en Turqu¨ªa, el ej¨¦rcito y la justicia, adem¨¢s de defender el pa¨ªs y la Constituci¨®n, tienen asimismo la tarea -tal vez incluso m¨¢s importante- de proteger la democracia turca frente al islam.
Restablecer el aut¨¦ntico secularismo en Turqu¨ªa no quiere decir restablecer cualquier secularismo. Se refiere a un entorno laico que proteja las libertades y los derechos individuales, no un secularismo ultranacionalista en el que el Mein Kampf de Hitler sea un best seller, se niegue el genocidio armenio y se persiga a las minor¨ªas. Un nacionalista de este tipo fue el que asesin¨® al periodista armenio Hrant Dink.
Esta mezcla de nacionalismo violento e islam predador es la que hace que los liberales laicos turcos se enfrenten a un reto mucho mayor que el de cualquier otro movimiento liberal actual.
Las democracias liberales de Occidente deben apoyar a los liberales turcos en estos momentos dif¨ªciles. Y, aunque parezca parad¨®jico, ese apoyo debe empezar por reconocer que el ej¨¦rcito turco no es semejante a ning¨²n otro. El ej¨¦rcito tiene la tarea excepcional de salvaguardar el car¨¢cter laico de Turqu¨ªa.
Ayaan Hirsi Ali, ex parlamentaria holandesa y activista por los derechos de la mujer, ha publicado hace poco sus memorias, Infiel. En la actualidad vive en Estados Unidos. Traducci¨®n de Mar¨ªa Luisa Rodr¨ªguez Tapia. ? Global Viewpoint.
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