Richard Serra al fin y al cabo
Aunque lo explique el propio galerista Guillermo de Osma en un breve texto del cat¨¢logo de la muestra, el visitante no avisado podr¨ªa sentir cierta decepci¨®n ante lo que all¨ª ahora est¨¢ exhibido, sobre todo, porque s¨®lo hay una escultura, Three Angle Prop (1969), eso s¨ª, interesante y con pedigr¨ª. Es cierto que, como se nos advierte en el mencionado texto, las dem¨¢s esculturas por tama?o y/o peso eran obviamente implazables en el estrecho y fr¨¢gil lugar de exposici¨®n, y que algunas pudieron ser vistas en la ¨²ltima edici¨®n de Arco 2007 en el stand de la propia galer¨ªa madrile?a, pero, aun as¨ª, permanece una sensaci¨®n de frustraci¨®n, que quiz¨¢ no se hubiera producido de haber anunciado en la convocatoria que se trataba de pinturas y obra sobre papel, quedando de esta manera la escultura realmente exhibida como una sorpresa, como lo es la proyecci¨®n del v¨ªdeo sobre el traslado y colocaci¨®n de la formidable Blade Runner (2004) en el bello lugar privado de Madrid donde ahora se asienta.
RICHARD SERRA
Escultura, pintura y
obra sobre papel
Galer¨ªa Guillermo de Osma
Claudio Coello, 4. Madrid
Hasta el 8 de junio
Dicho lo cual, en ning¨²n caso se puede desmerecer que se vea obra original de, sin duda, uno de los mejores escultores vivos, justo en v¨ªsperas, adem¨¢s, de su gran retrospectiva en el MOMA neoyorquino -que se abrir¨¢ el pr¨®ximo 3 de junio en el museo-, una parte de la cual se podr¨¢ contemplar posteriormente tambi¨¦n en Madrid, pues no en balde con ella viene la nueva versi¨®n de la gran pieza que se esfum¨® hace a?os en el almac¨¦n donde la ten¨ªa depositada el Museo Reina Sof¨ªa.
Desde la segunda mitad de la d¨¦cada de 1960, Richard Serra (San Francisco, 1939) -hijo, por cierto, de un mallorqu¨ªn afincado en California, lo que quiz¨¢ explique en parte su privilegiada relaci¨®n con nuestro pa¨ªs, sin olvidarnos de su estrecha relaci¨®n con la curator espa?ola Carmen Gim¨¦nez- se convirti¨® en uno de los m¨¢s singulares y potentes heraldos de la llamada escultura posminimal y, luego, sin m¨¢s, en uno de los mejores escultores del mundo en activo.
Su escultura, realizada prin
cipalmente en acero cort¨¦n y, por lo general, realizada en gran escala, se ha definido por desafiar las leyes de la gravedad, logrando as¨ª no s¨®lo inesperados e intimidantes equilibrios, sino las m¨¢s asombrosas y singulares figuras geom¨¦tricas, que resultan tanto m¨¢s impactantes cuanto se erigen en tama?os descomunales y cabe penetrar dentro de sus laber¨ªnticos interiores, como se puede apreciar en la formidable instalaci¨®n que hoy se visita en la Sala Arcelor del Guggenheim de Bilbao.
Pero la monumentalidad de algunas piezas de Serra es asimismo perceptible e inteligible en sus maquetas, esculturas de peque?o formato y, por supuesto, en sus pinturas y dibujos, no s¨®lo, como es l¨®gico, por responder al mismo dise?o e ¨ªmpetu creativos, sino porque manifiestan de manera directa esa bronca sensualidad mat¨¦rica y esa gestualidad rotunda que caracterizan a este poderoso artista estadounidense.
De manera que, sea cual sea la frustraci¨®n que el actual visitante padezca al ingresar en la exposici¨®n de Richard Serra en la Galer¨ªa Guillermo de Osma, no creo que salga de la misma con ninguna sensaci¨®n de haber perdido el tiempo, porque es muy dif¨ªcil sustraerse a la fascinaci¨®n de entrar en contacto directo con obra original de este gran artista de nuestro tiempo.
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