La huella del Gran Terror en Rusia
La purga de 1937 se cobr¨® 700.000 vidas. 70 a?os despu¨¦s, Memorial ve el reflejo de la cat¨¢strofe en la Rusia actual
Hace 70 a?os, los organos directivos del Partido Comunista decidieron desplegar una sangrienta purga que se prolong¨® durante casi dos a?os. Los historiadores a menudo califican aquella campa?a represora de Gran Terror, pero el pueblo llano la suele llamar sencillamente el Treinta y Siete.
La dictadura comunista en Rusia fue siempre acompa?ada de represalias pol¨ªticas tanto antes como despu¨¦s de 1937. Sin embargo, en la memoria humana fue justamente el Treinta y Siete el que se ha convertido en el siniestro s¨ªmbolo de todo un sistema de masacres, organizadas y perpetradas por las autoridades. Aparentemente, esto se debe a que el Gran Terror se caracterizaba por varios rasgos ins¨®litos que predeterminaron su lugar especial en la historia y la inmensa influencia que tuvo -y sigue teniendo- sobre los destinos de nuestro pa¨ªs.
El a?o 1937 se caracteriz¨® por la gigantesca magnitud de las represalias, que se extendieron a todas las regiones y a todas las capas sociales de la URSS sin excepci¨®n
El 37 es el restablecimiento en el siglo XX de las normas del proceso inquisitorial medieval, con todos sus atributos tradicionales. Las torturas fueron oficialmente aprobadas
La recuperaci¨®n del viejo concepto del "entorno hostil", base ideol¨®gica del Gran Terror, es una herencia que a¨²n no ha sido superada en la vida pol¨ªtica y p¨²blica de la actual Rusia
Hay que eliminar el nombre de los organizadores del terror y sus c¨®mplices de las calles, plazas y poblaciones que todav¨ªa les honran. Su memoria no puede seguir perpetu¨¢ndose
El Treinta y Siete se caracteriz¨® por la gigantesca magnitud de las represalias, que se extendieron a todas las regiones y a todas las capas sociales sin excepci¨®n. En el curso de 1937-1938, m¨¢s de 1,7 millones de personas fueron arrestadas por acusaciones de ¨ªndole pol¨ªtica. El n¨²mero de purgados por las represalias supera los dos millones. El Treinta y Siete se caracteriz¨® adem¨¢s por la incre¨ªble crueldad de las sentencias: m¨¢s de 700.000 fueron ejecutados.
Rasgo de aquella ¨¦poca es tambi¨¦n la planificaci¨®n sin precedentes de las llamadas "operaciones especiales" de car¨¢cter terrorista. Toda la campa?a fue planeada concienzudamente y con antelaci¨®n por los altos dirigentes de la URSS y se llev¨® a cabo bajo su permanente control. Las ¨®rdenes secretas del NKVD (Ministerio del Interior) fijaban los plazos para llevar a cabo operaciones concretas, los grupos y clases de la poblaci¨®n que iba a someterse a la purga, as¨ª como los llamados l¨ªmites o cuotas; es decir, las cantidades planificadas de detenciones o fusilamientos en cada regi¨®n.
Pero para el grueso de la poblaci¨®n, que desconoc¨ªa el contenido de las ¨®rdenes secretas, la l¨®gica de las detenciones resultaba enigm¨¢tica, inexplicable y ajena al sentido com¨²n. A los ojos de los contempor¨¢neos, el Gran Terror parec¨ªa una especie de loter¨ªa gigante.
Las represiones afectaron muy a fondo a representantes de las nuevas ¨¦lites pol¨ªtica, militar y econ¨®mica de la URSS. La represi¨®n sangrienta contra las figuras conocidas por todo el pa¨ªs (los peri¨®dicos informaban sobre ellas en primer t¨¦rmino), y cuya lealtad estaba fuera de duda, hac¨ªa que cundiese el p¨¢nico y se agravase la psicosis masiva. En la ¨¦poca posterior naci¨® incluso el mito de que el Gran Terror, supuestamente, apuntaba en exclusiva contra los viejos bolcheviques y la c¨²spide del Partido Comunista y el Estado. En realidad, la aplastante mayor¨ªa de los detenidos y fusilados eran sencillos ciudadanos.
El Treinta y Siete es una magnitud de acusaciones falsas sin precedentes en la historia mundial. En 1937-1938, la probabilidad de ser arrestado depend¨ªa, principalmente, de la pertenencia a una categor¨ªa de la poblaci¨®n que figurase en una de las "¨®rdenes operativas" del NKVD, o de los v¨ªnculos con aquellas personas que hab¨ªan sido arrestadas con anterioridad.
Proceso inquisitorial
El Treinta y Siete es el restablecimiento en el siglo XX de las normas del proceso inquisitorial medieval, con todos sus atributos tradicionales: procedimientos seudojudiciales que (en la gran mayor¨ªa de los casos) se realizaban en ausencia del procesado, sin defensor y con la pr¨¢ctica unificaci¨®n de las funciones de instructor, acusador, juez y verdugo en un mismo organismo. El af¨¢n de conseguir semejante confesi¨®n, combinado con las f¨®rmulas arbitrarias y fant¨¢sticas de las acusaciones, llevaron al empleo masivo de la tortura; en el verano de 1937, las torturas fueron oficialmente aprobadas.
El Treinta y Siete es el procedimiento judicial extraordinario y a puerta cerrada. Es el misterio que cubr¨ªa la administraci¨®n de la justicia, es el secreto herm¨¦tico en torno a los pol¨ªgonos de fusilamiento y los lugares de enterramiento de los ejecutados.
El Treinta y Siete es la cauci¨®n solidaria con la que los dirigentes estalinistas trataron de atar a toda la naci¨®n. A lo largo y ancho del pa¨ªs se celebraban reuniones donde la gente ten¨ªa que ovacionar las falacias p¨²blicas sobre los enemigos del pueblo desenmascarados y neutralizados. Los hijos ten¨ªan que renegar de sus padres detenidos, y las esposas, de sus maridos.
El Treinta y Siete son millones de familias destrozadas. Es la siniestra abreviatura de ChSIR, que significaba "miembro de la familia de un traidor a la patria", que por s¨ª sola equival¨ªa a una sentencia de confinamiento en campos especiales donde recluyeron a 20.000 viudas, cuyos esposos fueron ejecutados por decisi¨®n de la Sala de lo Militar de la Corte Suprema. Centenares de miles de personas a las que les robaron la infancia y les quebrantaron la juventud son los "hu¨¦rfanos del Treinta y Siete".
El Treinta y Siete es la devaluaci¨®n definitiva del valor de la vida y de la libertad humanas. Es el culto de la polic¨ªa secreta -del chequismo-, la idealizaci¨®n de la violencia, la transformaci¨®n del Estado en un dios idolatrado. Es la ¨¦poca de la total deformaci¨®n de todos los conceptos jur¨ªdicos en la conciencia popular.
Finalmente, el Treinta y Siete es la fant¨¢stica uni¨®n de la bacanal del terror con la irrefrenable campa?a propagand¨ªstica que exaltaba la democracia sovi¨¦tica como la m¨¢s perfecta del mundo, la Constituci¨®n sovi¨¦tica como la m¨¢s democr¨¢tica del mundo y las grandiosas realizaciones y las haza?as laborales del pueblo sovi¨¦tico.
Hoy, 70 a?os despu¨¦s, en los estereotipos de la vida p¨²blica y en la pol¨ªtica estatal de Rusia y otros pa¨ªses surgidos sobre las ruinas de la URSS, se distingue claramente la nefasta influencia de la cat¨¢strofe misma de 1937-1938 y de todo el sistema de violencia estatal simbolizado por aquellos a?os. Este cataclismo contamin¨® el subconsciente masivo e individual, mutil¨® la psiquis humana, agrav¨® las viejas enfermedades de nuestra mentalidad heredadas del antiguo imperio ruso, y engendr¨® nuevos y peligrosos complejos.
La imitaci¨®n del proceso democr¨¢tico acompa?ada de la simult¨¢nea castraci¨®n de las principales instituciones democr¨¢ticas, el flagrante desprecio de los derechos y libertades humanas, las transgresiones de la Constituci¨®n cometidas al son de los juramentos que prometen la inamovible fidelidad al orden constitucional, todo esto es un modelo social que se prob¨® con ¨¦xito por primera vez justamente en el periodo del Gran Terror.
La inconsciente hostilidad del actual aparato burocr¨¢tico hacia la actividad p¨²blica y social independiente y los incesantes intentos de someterla al r¨ªgido control estatal tambi¨¦n son frutos del Gran Terror, que fue el punto final en la larga lucha del r¨¦gimen bolchevique contra la sociedad civil. Hacia 1937, todas las formas colectivas de la vida p¨²blica en la URSS fueron, o bien eliminadas, o bien reemplazadas por sus imitaciones o simulacros; despu¨¦s de lo cual, ya se pod¨ªa destruir a las personas una por una, erradicando de paso de la conciencia social ideas como la independencia, la responsabilidad civil y la solidaridad.
La recuperaci¨®n en la pol¨ªtica actual rusa del viejo concepto del "entorno hostil", que fue base ideol¨®gica y cobertura propagand¨ªstica del Gran Terror; la sospecha y la hostilidad hacia todo lo extranjero; la b¨²squeda hist¨¦rica de enemigos en el extranjero y de una quinta columna dentro del pa¨ªs, as¨ª como otros moldes ideol¨®gicos del estalinismo que vuelven a nacer en el nuevo contexto pol¨ªtico, son todos ellos testimonios de la herencia del Treinta y Siete que a¨²n no ha sido superada en nuestra vida pol¨ªtica y p¨²blica.
Nacionalismo y xenofobia
La facilidad con que aparecen y florecen en nuestra sociedad el nacionalismo y la xenofobia, sin duda la hemos heredado tambi¨¦n de las "operaciones ¨¦tnicas especiales" de 1937-1938, as¨ª como de las deportaciones, durante la guerra, de pueblos enteros acusados de traici¨®n, y de "la lucha contra el cosmopolitismo", "el proceso de los m¨¦dicos" y otras campa?as propagand¨ªsticas que acompa?aron todo aquello.
El conformismo intelectual, el miedo a cualquier otredad, la falta de h¨¢bito para pensar de forma libre e independiente, la ductilidad hacia la mentira son, en gran medida, resultados del Gran Terror. El cinismo incontenible es el otro lado de la doble mentalidad, la despiadada moral de los campos estalinianos -"que t¨² mueras hoy, y yo, ma?ana"-, la p¨¦rdida de los valores familiares tradicionales, estas nuestras desgracias de hoy se deben, en gran medida, a la escuela del Gran Terror, a la escuela del Gulag.
La catastr¨®fica desuni¨®n de las gentes, el esp¨ªritu gregario que ha suplantado al colectivismo, el grave d¨¦ficit de solidaridad son todo ello resultado de las represiones, deportaciones, migraciones forzosas; el resultado del Gran Terror, cuyo objetivo consisti¨® precisamente en atomizar la sociedad, convertir el pueblo en poblaci¨®n, en una multitud f¨¢cil de gobernar.
Por supuesto que hoy d¨ªa, la herencia del Gran Terror no se plasma, y dif¨ªcilmente podr¨¢ materializarse en detenciones masivas: vivimos en una ¨¦poca totalmente diferente. Pero esta herencia, si la sociedad no toma conciencia de ella para superarla, puede f¨¢cilmente convertirse en un "esqueleto en el armario", en una maldici¨®n para la generaci¨®n actual y las venideras, que se exteriorizar¨¢, o bien en forma de la man¨ªa de grandeza estatal, o bien en brotes de maniacal busca de esp¨ªas, o bien en reincidencias de la pol¨ªtica represiva.
?Qu¨¦ se necesita para comprender y superar la experiencia destructora del Treinta y Siete?
Los ¨²ltimos tres lustros han demostrado que es necesario un examen p¨²blico, desde posiciones jur¨ªdicas, del terror pol¨ªtico perpetrado en el periodo sovi¨¦tico. Es preciso dar una valoraci¨®n jur¨ªdica clara de la pol¨ªtica terrorista practicada por los dirigentes del pa¨ªs de entonces y, sobre todo, por el ide¨®logo general y supremo organizador del terror (I¨®sif Stalin), as¨ª como de los cr¨ªmenes concretos cometidos. S¨®lo una valoraci¨®n de esta clase podr¨¢ convertirse en el punto de referencia, en piedra angular de la conciencia jur¨ªdica e hist¨®rica, en base para una ulterior elaboraci¨®n del pasado.
Tal vez, para realizar una investigaci¨®n exhaustiva y de pleno valor, se deber¨ªa crear un ¨®rgano judicial especial.
Es lamentable, pero por ahora se observa una tendencia opuesta: en 2005, la Duma Estatal excluy¨® del pre¨¢mbulo de la ley sobre la rehabilitaci¨®n, de 1991, la ¨²nica menci¨®n en la legislaci¨®n rusa del "da?o moral" causado a las v¨ªctimas del terror. La valoraci¨®n pol¨ªtica y moral de este paso es obvia. Es preciso restablecer la frase del da?o moral en el texto de la ley. La valoraci¨®n jur¨ªdica del terror es un paso importante, pero insuficiente.
Es necesario propiciar condiciones favorables para continuar y ampliar las labores de investigaci¨®n en el ¨¢mbito del terror estatal perpetrado en la URSS. A tal efecto se necesita, ante todo, levantar todas las restricciones artificiales no fundamentadas que siguen vigentes y limitan el acceso a los materiales de archivo relacionados con las represiones pol¨ªticas.
Es imprescindible que el conocimiento historiogr¨¢fico moderno sobre la ¨¦poca del terror sea el patrimonio de todos: hay que redactar, por fin, libros de historia para colegios y universidades que dediquen a las represiones pol¨ªticas -en particular, al Gran Terror- el espacio que les corresponde por su importancia hist¨®rica. La historia del terror sovi¨¦tico deber¨¢ convertirse no s¨®lo en una parte obligatoria y sustancial de la ense?anza escolar, sino que deben dedicarse a ella importantes esfuerzos en el terreno de la instrucci¨®n popular en el sentido m¨¢s amplio.
Es indispensable crear un Museo de la Historia del Terror Estatal, cuya condici¨®n y nivel se corresponda con la magnitud de la tragedia, para que se convierta en el centro metodol¨®gico y cient¨ªfico de la labor muse¨ªstica sobre dicho tema. La historia del terror y del Gulag deber¨¢ estar representada en todos los museos de historia y de estudios regionales del pa¨ªs, como se hace, por ejemplo, con respecto a otra gran tragedia hist¨®rica que fue la guerra contra la Alemania nazi.
Finalmente, es preciso erigir en Mosc¨² un monumento nacional a los ca¨ªdos, que deber¨¢ levantar el Estado y en nombre del Estado. Es m¨¢s: es necesario levantar monumentos dedicados a las v¨ªctimas del terror en todo el pa¨ªs.
Deben inaugurarse signos conmemorativos y placas memoriales que marquen los lugares relacionados con la infraestructura del terror: los edificios que se han conservado de las prisiones de instrucci¨®n y de las de tr¨¢nsito, centros de aislamiento para presos pol¨ªticos, direcciones del NKVD y del Gulag, entre otros. Los signos conmemorativos, las se?ales y paneles informativos deben colocarse tambi¨¦n en los emplazamientos de los campos de reclusi¨®n, en las empresas construidas por los presos, en los caminos que conducen a las ruinas de los campos.
El recuerdo de los criminales
Hay que eliminar de las calles, plazas y poblaciones que todav¨ªa les honran los nombres de los organizadores del terror y de sus c¨®mplices. La memoria de los criminales no puede seguir perpetu¨¢ndose en la toponimia.
Hay que lanzar un programa estatal para preparar y publicar en todas las regiones de la Federaci¨®n de Rusia libros dedicados a la memoria de las v¨ªctimas de represiones pol¨ªticas. Actualmente, semejantes libros de la memoria han sido publicados s¨®lo en parte de las regiones rusas. Seg¨²n c¨¢lculos aproximados, la lista de nombres enumerados en dichos libros abarca en su conjunto, hoy por hoy, no m¨¢s del 20% de las v¨ªctimas de las represiones pol¨ªticas.
Urge elaborar y realizar un programa estatal o incluso interestatal consistente en la b¨²squeda y memorializaci¨®n de los lugares de enterramiento de las v¨ªctimas del terror. Este problema no es tanto de educaci¨®n e ilustraci¨®n como de tipo moral.
Todo ello contribuir¨ªa a recuperar la memoria de una de las cat¨¢strofes humanitarias m¨¢s importantes del siglo XX y ayudar¨ªa a elaborar una inmunidad estable hacia los estereotipos totalitarios.
La comprensi¨®n del Gran Terror, y, de forma m¨¢s amplia, de toda la experiencia de la historia sovi¨¦tica, es necesaria no s¨®lo para Rusia o para los pa¨ªses que formaron parte de la URSS o integraron el llamado campo socialista. Este tipo de discusi¨®n es necesaria para todos los pa¨ªses y pueblos, para toda la humanidad, porque los sucesos del Gran Terror dejaron su impronta no s¨®lo en la historia sovi¨¦tica, sino en la universal. Gulag, Kolym¨¢, el Treinta y Siete, son s¨ªmbolos del siglo XX, junto con Auschwitz o Hiroshima. Rebasan los l¨ªmites del destino hist¨®rico de la URSS o de Rusia y se convierten en testimonio de la fragilidad e inestabilidad de la civilizaci¨®n humana, de la relatividad de las conquistas del progreso, en una advertencia de las posibles reincidencias de la barbarie en el futuro.
En las v¨ªsperas de uno de los aniversarios m¨¢s terribles de nuestra historia colectiva, Memorial exhorta, a todas las personas que valoran el futuro de nuestros pa¨ªses y pueblos, a que se miren atentamente el pasado y traten de comprender sus ense?anzas.
El informe de Memorial sobre la represi¨®n estalinista
En 1937, Stalin desat¨® el Gran Terror: m¨¢s de 1.700.000 detenciones y deportaciones a los campos de concentraci¨®n y 700.000 ejecuciones en s¨®lo dos a?os. Un reciente informe de la organizaci¨®n defensora de los derechos humanos Memorial, del que se ofrece un amplio extracto, sostiene que la huella de aquella gigantesca purga sigue presente hoy en Rusia y se observa en el florecimiento del nacionalismo y la xenofobia, el conformismo intelectual y la falta de h¨¢bito para pensar de forma libre e independiente. El arma para superar este estigma es recuperar la verdad: desde investigar los hechos hasta abrir por completo los archivos o editar libros para ense?ar en las escuelas aquella realidad hist¨®rica.
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