De qu¨¦ voy
Que dice A. de Le¨®n que yo elijo las cartas de los lectores seg¨²n me conviene. Ah¨ª le han dado. La lectora A. tiene toda la raz¨®n. La cosa es as¨ª: me levanto, a mi juicio muy temprano, y despu¨¦s de tomarme mi cafelito y de realizar mis naturales abluciones, me voy a la mesa de tortura bien limpia y compuesta para que ustedes me puedan imaginar igualita que en la foto que me han puesto en los papeles.
Entonces, leo las cartas: a veces me r¨ªo, otras me aburro, otras me indigno, algunas me deprimo. Elijo aquellas que pienso pueden tener alg¨²n inter¨¦s general, y para colmo, sigo d¨¢ndole la raz¨®n a A., las maquillo antes de mostrarlas al p¨²blico.
Pero lo que quiere decir A. es que se me nota a la legua que quiero favorecer a los m¨ªos. Sobre cu¨¢les son los m¨ªos hay muchas opiniones, le dir¨ªa yo a A., porque seg¨²n sobre qui¨¦n protagonice la columnilla recibo quejas en un sentido o en otro.
Las quejas casi nunca provienen de esos lectores que aceptan que el juicio y el cachondeo caiga sobre todos los candidatos, sino de aquellos que consideran inaceptable cualquier cr¨ªtica que se dirija a los suyos.
En esto han tenido una mala pedagog¨ªa, los pol¨ªticos son los primeros que, si pueden, acuden a la autoridad correspondiente para expresar su descontento; a ellos, aunque nunca se atrevan a decirlo, les gustar¨ªa tener s¨®lo columnistas afines, y conste que lo entiendo, a m¨ª personalmente tambi¨¦n me gustar¨ªa eliminar al cr¨ªtico que no me quiere, pero, maldita sea, no me atrevo, y eso que viendo los Soprano s¨¦ que hay cr¨ªmenes perfectos.
Para que A. se haga una idea, las cartas m¨¢s furibundas que este humilde buz¨®n ha recibido han sido las de alg¨²n ac¨¦rrimo seguidor del PSOE, cuando una servidora, inspirada por los propios lectores, insinu¨® que tal vez la Junta de Andaluc¨ªa deb¨ªa reconocer alguna responsabilidad, por peque?a que fuera, en los casos de corrupci¨®n de su comunidad.
Otra carta iracunda fue aquella en que se me dec¨ªa que lo ¨²nico que consegu¨ªa escribiendo sobre los cap¨ªtulos de violencia contra socialistas y populares en el Pa¨ªs Vasco era estigmatizar a los vascos, a lo cual contest¨¦ que si de estigmatizar se trata no necesitan ayuda, algunos vascos se estigmatizan solitos; alguna que otra carta cay¨® a ra¨ªz de un comentario que escrib¨ª sobre el amor del se?orito Camps por la f¨®rmula 1, al parecer estaba cantado que yo estaba aqu¨ª haciendo campa?a por el PSOE.
Algo tienen en com¨²n estos mis lectores airados: s¨®lo creen en las adhesiones inquebrantables y quieren saber de qu¨¦ voy.
Yo, por sentirme cercana a alguien, me identifico con ese joven Rub¨¦n que me cuenta que hubo un tiempo en que tom¨® por costumbre ir a los m¨ªtines y no aplaudir, a ver qu¨¦ pasaba. Y qu¨¦ pasaba. "No veas, una vez casi me sacan a hostias".
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