"Venimos de parte del Gobierno espa?ol"
Hamed Abderram¨¢n , el 'talib¨¢n' ceut¨ª, relata a EL PA?S los interrogatorios a los que le sometieron polic¨ªas y agentes espa?oles en la base norteamericana de Guant¨¢namo
"?Perteneces a Al Qaeda? ?Has planeado hacer atentados? ?Conoces a gente que ha hecho atentados? ?Y a alguien que los planea? ?Odias a Am¨¦rica?" El ceut¨ª Hamed Abderram¨¢n, Hamido, contest¨® a todas las preguntas con un escueto "no", tal y como le ordenaron. "S¨®lo debes responder s¨ª o no", le advirti¨® Ana, la militar estadounidense que dirig¨ªa el interrogatorio. Era la Navidad de 2003 y Hamed estaba sentado con su mono naranja, los pies atados con cadenas al suelo, un anillo en un dedo de la mano derecha, un tensi¨®metro en el brazo y dos cables en el pecho conectados a una m¨¢quina. La prueba del pol¨ªgrafo. la m¨¢quina de la verdad, fue el ¨²ltimo interrogatorio al que fue sometido en la base de Guant¨¢namo (Cuba).
"Me encontraron encadenado de pies y manos y atado al suelo por una argolla"
"Quer¨ªan informaci¨®n, no les interesaba la persona destrozada que ten¨ªan delante"
En febrero de 2004, semanas despu¨¦s de enfrentarse varias veces a aquella m¨¢quina, Hamed Abderram¨¢n, de 32 a?os, fue entregado a Espa?a y conducido al hospital madrile?o Gregorio Mara?¨®n. Hab¨ªa perdido 15 kilos de peso y sufr¨ªa depresi¨®n. Aguant¨® dos a?os de interrogatorios en la base norteamericana en la que EE UU concentra a supuestos miembros de Al Qaeda. Un centro de tortura que polic¨ªas espa?oles visitaron en cinco ocasiones para interrogarle a ¨¦l, el ¨²nico espa?ol, y a otros 12 presos de varias nacionalidades, sobre su estancia en Afganist¨¢n, su detenci¨®n tras los atentados del 11-S y sus supuestos contactos con Al Qaeda.
"Cuando vi a esos polic¨ªas declarando en el juicio como testigos me qued¨¦ sorprendido. Hab¨ªan sido testigos de mi tortura y no dijeron ni una palabra de c¨®mo me encontraba all¨ª ni de mi lamentable estado de salud", se lamenta ahora. El Tribunal Supremo anul¨® la condena de seis a?os de prisi¨®n dictada por la Audiencia Nacional contra el talib¨¢n ceut¨ª basada en las declaraciones autoinculpatorias que esos agentes obtuvieron en Guant¨¢namo de un preso torturado y sin defensa. El juez Baltasar Garz¨®n, que investig¨® al ceut¨ª, asegura que los polic¨ªas fueron autorizados por Interior.
Hamed ha engordado, viste pantal¨®n, camiseta y zapatillas deportivas, se ha dejado coleta y reza cinco veces al d¨ªa. Sentado en el sal¨®n de la humilde casa en la que vive su familia, en el barrio ceut¨ª de El Pr¨ªncipe Alfonso, el m¨¢s deprimido de la ciudad, rememora los interrogatorios de la polic¨ªa espa?ola y marroqu¨ª. Dos de sus hermanas le escuchan con atenci¨®n, pero faltan Mustaf¨¢ y Yousef, detenidos hace meses por su presunta pertenencia a una c¨¦lula islamista. Soodia, la madre, de 65 a?os, se pregunta qu¨¦ m¨¢s puede pasarle.
La primera visita de los polic¨ªas espa?oles se produjo en marzo de 2002. Hamed estaba en el campo Rayos X de Guant¨¢namo adonde hab¨ªa sido conducido por los militares norteamericanos desde Kandahar (Afganist¨¢n). La delegaci¨®n la encabezaba F¨¦lix Vald¨¦s, n¨²mero dos de la Embajada espa?ola en Washington, y Rafael G¨®mez Menor, entonces uno de los jefes de la Unidad Central de Informaci¨®n Exterior de la polic¨ªa, que investigaba a la c¨¦lula del sirio Imad Eddin Barakat, Abu Dahdah.
El preso fue conducido a una habitaci¨®n de madera de cuatro metros cuadrados con un cristal tras el que se ocultaban los agentes norteamericanos. "Su primera frase fue ¨¦sta: 'Tranquilo, venimos de parte del Gobierno espa?ol'. Me encontraron sentado en una silla, con la cabeza rapada, encadenado de pies y manos y atado al suelo por una argolla para que en ning¨²n momento pudiera levantarme. Quer¨ªan saber si era espa?ol, si mi pasaporte era verdadero. Me preguntaron por los nombres de mis padres y hermanos. Me tomaron huellas y grabaron en v¨ªdeo... Pero despu¨¦s los polic¨ªas me interrogaron durante varias horas sobre mi viaje y estancia en Afganist¨¢n. Y les cont¨¦ la historia que hab¨ªa relatado a los americanos. Les dije lo que ellos quer¨ªan o¨ªr: que fui a hacer la yihad, que estuve en un campo de entrenamiento. Si cambiaba, sab¨ªa que me torturar¨ªan m¨¢s". "?Podr¨¦ ir a Chechenia cuando salga de aqu¨ª?", asegur¨® Vald¨¦s que les dijo Hamed al despedirse.
Tres meses despu¨¦s, los d¨ªas 22, 23, 24 y 25 de julio, la delegaci¨®n policial espa?ola regres¨® por segunda vez a la base. "Me dijeron que hab¨ªan comprobado mi identidad. Y de nuevo otro largo interrogatorio: ?Conoces a Bin Laden? ?Has tenido relaci¨®n con Mustaf¨¢ Setmarian? ?De qu¨¦ conoces a Abu Dahdah? Me preguntaron por mis amigos de Ceuta, mi marcha a Afganist¨¢n y me mostraron decenas de fotos. Un interrogatorio a fondo. No fue una conversaci¨®n de amigos ni hubo una palabra de aliento. S¨®lo hab¨ªa uno, algo mayor, que no me preguntaba y sonre¨ªa. ?se me daba algo de confianza, pero el resto estuvieron siempre fr¨ªos y distantes. S¨®lo les interesaba la informaci¨®n, no la persona destrozada que ten¨ªan delante".
Hamed asegura que la reclusi¨®n y las amenazas de los militares estadounidenses le empujaron a la depresi¨®n. "Me dec¨ªan [los militares americanos] que si no colaboraba no saldr¨ªa de all¨ª jam¨¢s. Qu¨¦ no volver¨ªa a ver a mi familia. En las salas de interrogatorio me ten¨ªan horas y horas solo con el aire acondicionado a tope. Pero a los polic¨ªas espa?oles no pareci¨® importarles la situaci¨®n en la que me encontraron, mi estado f¨ªsico ni mi depresi¨®n. Estaba muy mal, tomaba pastillas y quer¨ªa morirme. Muchas veces pens¨¦ en el suicidio... Muchas veces. ?Sab¨ªa usted que all¨ª se han suicidado varias personas?".
Los polic¨ªas espa?oles, entonces bajo la direcci¨®n de Agust¨ªn D¨ªaz de Mera, el eurodiputado del PP que propag¨® la teor¨ªa conspirativa en torno al 11-M, elaboraron un informe de 39 p¨¢ginas sobre aquella visita en la que interrogaron a otros 12 presos sirios, marroqu¨ªes, tunecinos, argelinos, saud¨ªes y daneses. Diecinueve p¨¢ginas se dedicaron a Hamed, el preso n¨²mero 267 de Guant¨¢namo, el ¨²nico espa?ol en la base.
El ceut¨ª ofreci¨® todo lujo de detalles sobre Abu Naiz, un tipo al que conoci¨® en 2001 en la mezquita ceut¨ª Sidi Embarek, que hab¨ªa entrenado en campos terroristas en Afganist¨¢n y que, seg¨²n su testimonio, le anim¨® a ir al pa¨ªs de los talibanes. Hamed viaj¨® a trav¨¦s de Ir¨¢n y entren¨® con kal¨¢shnikov y pistolas, "diez disparos diarios", en un campo a las afueras de Kabul. All¨ª hablaban de Bin Laden y de la yihad. Cont¨® su fuga hasta la frontera de Pakist¨¢n, atravesando las monta?as a pie y guiado por un afgano, y los interrogatorios de los norteamericanos en Kandahar. Neg¨® conocer a Abu Dahdah, pero describi¨® su relaci¨®n con otras personas.
Ahora, Hamed tuerce el gesto cuando se le pregunta por su relaci¨®n con Al Qaeda y niega toda su declaraci¨®n en Guant¨¢namo. "En Afganist¨¢n estuve en una escuela cor¨¢nica, pero cont¨¦ esa historia porque no pod¨ªa cambiar la versi¨®n que di a los americanos. Si cambiabas una sola coma de tu declaraci¨®n, comenzaban de nuevo las torturas. ?Por qu¨¦ iba a cambiar mi versi¨®n? Ten¨ªa que aguantar, ten¨ªa que salir de all¨ª. Estaba obsesionado con ver a mi familia. Adem¨¢s, la polic¨ªa ha cambiado e inventado cosas de mi declaraci¨®n", alega.
El talib¨¢n ceut¨ª, igual que Lahcen Ikassrien, de 39 a?os, un preso marroqu¨ª interrogado tambi¨¦n por la polic¨ªa espa?ola, fue trasladado en una camioneta al Campo Delta. "Las jaulas eran peores y no pod¨ªamos ver el exterior". Por all¨ª tambi¨¦n apareci¨® la polic¨ªa espa?ola. El ceut¨ª sit¨²a esta tercera visita en septiembre u octubre de 2002, aunque no est¨¢ seguro.
?l lo recuerda as¨ª: "Acudieron tres polic¨ªas y otra persona que creo que era agente del CNI. Con el tiempo y la experiencia aprendes a distinguir las preguntas entre unos y otros. Con los norteamericanos era igual, los interrogatorios de los militares eran distintos de los que hac¨ªan los agentes de la CIA. Me preguntaron por marroqu¨ªes, por gente que hab¨ªa estado en Bosnia y Chechenia, por Abu Mughen, el tuerto, por Setmarian, al que ahora tienen en una c¨¢rcel secreta los norteamericanos. Ten¨ªa miedo de que me implicaran en cosas con las que no ten¨ªa nada que ver. Estaba acabado f¨ªsicamente, depresivo y casi no ten¨ªa fuerzas para responder, pero ellos segu¨ªan preguntando".
En 2003, Hamed recuerda "una o dos" visitas m¨¢s de los agentes espa?oles al infierno de Guant¨¢namo. Especialmente una, el cuarto interrogatorio, en el que uno de los polic¨ªas le comunic¨® que hab¨ªa estado en el barrio de El Pr¨ªncipe Alfonso visitando a sus padres. "Tra¨ªa una cinta con un mensaje grabado de mi madre. Me la ense?¨®: '?Quieres o¨ªrla?'. Le dije que no. No ten¨ªa fuerzas. Me iba a poner peor de lo que estaba. Aquel d¨ªa me interrogaron otra vez. De nuevo, m¨¢s preguntas sobre lo mismo".
Los 'enviados' de Mohamed VI
Hamed no imaginaba que los servicios de inteligencia marroqu¨ªes tambi¨¦n estaban interesados en su testimonio. La tarjeta de presentaci¨®n de sus agentes fue peculiar: "Nos manda el rey Mohamed VI. Tu eres m¨¢s marroqu¨ª que espa?ol. Tenemos mejor relaci¨®n con EE UU que la que tiene Espa?a. Podemos llevarte a Marruecos y tratarte bien", asegura que le dijeron. "Les respond¨ª que era espa?ol, que no ten¨ªan poder sobre m¨ª y me negu¨¦ a responder a sus preguntas. Quieren que los ceut¨ªes nos consideremos marroqu¨ªes. Esa es su pol¨ªtica", dice.Cuando se le pregunta por qu¨¦ acept¨® ser interrogado por polic¨ªas espa?oles en un centro de tortura responde as¨ª: "Dec¨ªan que ven¨ªan de parte del Gobierno. Adem¨¢s vives en el limbo, aislado del mundo y all¨ª no te planteas cu¨¢les son tus derechos, si tienes o no un abogado contigo, porque all¨ª no hab¨ªa derechos, s¨®lo sufrimiento".Hamed deambula sin trabajo por su barrio se sienta en los cafetines y observa a la gente. Asegura que sigue deprimido y augura que en el 2020 esa enfermedad ser¨¢ una pandemia. En ocasiones alg¨²n joven se le acerca y le espeta: "Tenemos que hacer una yihad en Ceuta". ?l no responde y sigue su camino. "Los manda la polic¨ªa", asegura.
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