Los papeles de Salamanca
A estas alturas ya ni nos acordamos, pero los documentos que arrastra el se?or de la foto en una carretilla estuvieron a punto de romper la unidad de Espa?a. Es cierto que durante los ¨²ltimos tres a?os este pa¨ªs ha estado a punto de romperse quinientas o seiscientas veces (la sociedad de consumo necesita consumir rotos con la misma pasi¨®n con la que devora microondas o autom¨®viles o calzado deportivo de marca). Pero en esta ocasi¨®n parec¨ªa que s¨ª, que era cierto, que por fin Espa?a se iba al cuerno porque el alcalde de Salamanca, que inopinadamente (qu¨¦ rayos querr¨¢ decir inopinadamente) se llama Lanzarote, tens¨® la situaci¨®n hasta extremos ins¨®litos. Recordaba a aquel alcalde de M¨®stoles que declar¨® la guerra a los franceses. La verdad es que muchos nos temimos lo peor.
Lo peor consisti¨®, grotescamente, en que no dio la autorizaci¨®n municipal para que los furgones encargados de trasladar la documentaci¨®n llegaran hasta la puerta del archivo y hubo que sacarla a mano, ah¨ª la tienen, como si fuera material de oficina o repuestos de autom¨®viles. Tanta pasi¨®n por la historia de Espa?a y el inopinado Lanzarote permiti¨® que la pasearan a la vista de todos en carretilla, que es como si el obispo se presentara en la procesi¨®n del Corpus en pa?os menores o el Papa viajara en Vespino. Eran las siete de la ma?ana del 19 de enero de 2006 y hac¨ªa un fr¨ªo t¨ªpicamente espa?ol que pelaba.
Pero no se rompi¨® Espa?a. Al contrario, se cerr¨® una herida antigua, que llevaba supurando d¨¦cadas, pues si ustedes se acuerdan los llamados papeles de Salamanca hab¨ªan sido arrebatados (incautados, dec¨ªan algunos historiadores franquistas) violentamente a instituciones y particulares catalanes por los secuaces del General¨ªsimo, que los utilizaron como fuente de informaci¨®n para perseguir a masones, comunistas y desafectos en general. Se trataba, pues, de devolv¨¦rselos a sus leg¨ªtimos due?os y aqu¨ª paz y despu¨¦s gloria.
La resistencia de quienes detentaban aquellos bienes ajenos, sin embargo, fue de tal calibre que hubo que marear la perdiz durante a?os. De hecho, la reivindicaci¨®n de la Generalitat era tan antigua como la democracia misma. Quiere decirse que el proceso pas¨® por diversas etapas, por diversos Gobiernos, por diversas situaciones administrativas, cada una m¨¢s absurda que la anterior, la ¨²ltima de la cuales consisti¨® en nombrar una comisi¨®n de expertos, formada por 17 miembros, para que decidiera si lo robado se devolv¨ªa o no a sus due?os. Los expertos decidieron l¨®gicamente que s¨ª, que hab¨ªa que restituir los papeles a sus propietarios y eso es lo que finalmente se llev¨® a cabo sin necesidad de pasar por el cad¨¢ver de Lanzarote ni de ninguno de los patriotas que hab¨ªan jurado defender la propiedad sustra¨ªda hasta el ¨²ltimo suspiro.
Asunto, pues, cerrado y liquidado para siempre. Nos qued¨® sin embargo la pena de que no se hubiera nombrado una comisi¨®n de inexpertos, que habr¨ªa decidido lo mismo que la de expertos, ya que era de sentido com¨²n, con menos gasto. Quedan para la historia del mimetismo y de la ret¨®rica las declaraciones finales del heroico (e inopinado) Lanzarote: "Se ha desmantelado un archivo a trav¨¦s de la expoliaci¨®n de un Gobierno que act¨²a en lo oscuro de la nocturnidad para pagar una hipoteca pol¨ªtica". ?A que parece Acebes?
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