Juan Bautista: "El ruedo parec¨ªa el fin del mundo"
La suma del ganado atroz por inv¨¢lido y la lluvia daban aspecto ayer a la plaza de Las Ventas de caser¨®n g¨®tico, habitado por fantasmas que antes fueron toros y que redimen culpas de mansos e inv¨¢lidos. Un trueno atroz es-peluzn¨® a la afici¨®n, como si Dios fuera un recalcitrante abonado al siete y hubiera manifestado, ya harto, su opini¨®n sobre el ganado. Juan Bautista debe de ser un ortodoxo volteriano incr¨¦dulo de fantasmas y otras patra?as, que aplica la raz¨®n de su toreo contra viento y marea. La f¨®rmula -eso de pensar- le funciona en circunstancias tan adversas, con lo cual, como representante de la raza humana frente a tal c¨²mulo de adversidades de la naturaleza, no acaba de dejarnos demasiado mal: "Torear en esas condiciones era terrible. Parec¨ªa el fin del mundo. La pena es que al otro toro le he matado bien y a ¨¦ste le he pinchado. Pero creo que es una oreja bien ganada".
A la papeleta de la lluvia se ha sum¨® ayer la de los toros. Alg¨²n d¨ªa, un osado reportero de esos de c¨¢mara oculta, deb¨ªa de intentar entrar en uno de esos vedad¨ªsimos cotos llamados ganader¨ªas, para tratar de esclarecer, por ejemplo, por qu¨¦ toros hermanos de la misma camada se tienen en pie, aunque justitos, una tarde en que sirven para el triunfo de los toreros, y dos meses despu¨¦s parecen hu¨¦spedes de un pabell¨®n de parapl¨¦jicos. A lo mejor, hasta le solucionaban el problema al ganadero de ayer, se?or Fraile, que no parece que saque del comportamiento de sus toros otra cosa m¨¢s que desprestigio. Los toreros, l¨®gicamente, tratan de mantener en el ruedo a los interfectos, y justifican luego sus faltas; es el caso de Juan Bautista en su primero: "El toro ten¨ªa clase, pero no le han dado tiempo a recuperarse. Sin embargo, el sobrero echaba la cara arriba todo el rato y era muy esabor¨ªo".
Agradecimiento
Sebasti¨¢n Castella no estaba dispuesto a quedarse atr¨¢s. O triunfaba o se quedaba en la pelea, entre los revolcones que se llev¨®, el estado del ruedo, el viento, que no aire, y hasta un rayo que le hubiera ca¨ªdo: "Despu¨¦s de lo que hizo Juan Bautista no pod¨ªa quedarme atr¨¢s. He hecho lo que hab¨ªa que hacer con un toro imposible. S¨®lo quiero dar las gracias al p¨²blico". Y es que el respetable le hab¨ªa aclamado en medio de la lluvia con gritos de torero, torero.
Lo m¨¢s parecido a una corrida de toros normal ha sido el de la confirmaci¨®n de ?mbel Posada. ?Vaya maneras que tiene este chico! Embruj¨® al descastado sobrero que le toc¨® en suerte, ense?¨¢ndole a embestir, y al p¨²blico con un sentimiento surgido de un pozo a?ejo. Fue breve pero exquisito: "Yo creo que a la gente le han gustado veinte pases que he pegado. Eso que me llevo de mi confirmaci¨®n". En el toro que cerraba plaza, casi a las diez menos cuarto de la noche, justificaba, ciertamente, su imposibilidad de tocar pelo por la mala calidad de su lote: "El toro bueno era el primero, el que han devuelto. Pero bueno; seguir as¨ª, ya est¨¢".
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