Farfollas y verdades
Seguramente Gael Garc¨ªa Bernal no esperaba que su primera pel¨ªcula como director fuera recibida con tanta expectaci¨®n, siendo, como es, tan peque?ita. Sin embargo, su presencia en Cannes dio pie a tumultos. Al mismo tiempo, a pocos metros de all¨ª, estaba d¨¢ndose un foll¨®n parecido con Brad Pitt y Angelina Jolie... Hay bofetadas en Cannes para ver cualquier pel¨ªcula, pero mucho m¨¢s para las avaladas por nombres famosos. Incluso los cr¨ªticos suelen acudir en mayor n¨²mero cuando el director es conocido; es decir, que mucho Cannes, mucho esplendor y glamour para que acabe ocurriendo lo de siempre: las pel¨ªculas de autores an¨®nimos lo tienen m¨¢s crudo, aunque al final se lleven los premios.
Lo que el domingo decida el jurado, presidido por Stephen Frears, va a importarle poco al p¨²blico si el palmar¨¦s no coincide con lo que de antemano est¨¢ dispuesto a ver. Hace siete a?os, el mismo Frears presidi¨® el jurado del Festival de San Sebasti¨¢n y la Concha de Oro que decidieron, La perdici¨®n de los hombres, de Arturo Ripstein, no le import¨® luego a casi nadie.
Es lo que parece estar ocurriendo actualmente en los pocos cines espa?oles donde se exhibe la pel¨ªcula mexicana El viol¨ªn, que recibi¨® un premio en Cannes hace un par de a?os, el primero de una docena de galardones que obtendr¨ªa luego all¨¢ por donde la pel¨ªcula se fuera presentando. Y es una pena porque se trata de una obra tan modesta como interesante. ?Pasar¨¢ lo mismo si al jurado de Frears se le ocurre premiar la pel¨ªcula rumana 4 meses, 3 semanas y dos d¨ªas, o la turco-alemana de Fatih Akin, ambas excelentes? Son tantos los festivales de cine en todo el mundo, son tantos los premios, que han perdido enjundia y peso para la opini¨®n del p¨²blico. Ahora mismo tenemos rompiendo taquillas Shreck 3 o Piratas del Caribe 3, que no han pasado por festival alguno.
Pero si un festival de cine debe ser espect¨¢culo medi¨¢tico adem¨¢s de mercado y cultura, en eso Cannes es el rey. Combina lo obvio con lo novedoso, consagra por un tiempo a directores de pompa de jab¨®n, y descubre a veces para siempre a valores aut¨¦nticos, convirtiendo todo ello en un brillante fuego de artificio. Finalmente, el espectador acabar¨¢ estando donde estaba, separando el grano de la paja por intuici¨®n. Sin olvidar los apriorismos de cr¨ªticos fundamentalistas: si un director recibe su bendici¨®n, ser¨¢ bueno cualquier filme que haga, y viceversa.
Y el caso es que no dejan de aparecer festivales nuevos. De momento, algunos de los que ya hay han emulado el modelo farfollero de Cannes. En esa l¨ªnea poco pueden hacer. El mejor, a pesar de los pesares, el original.
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