Los ¨¢rboles port¨¢tiles
Es verdad que los ¨¢rboles, a veces, no dejan ver el bosque, pero ?qu¨¦ deja ver su falta? Por desgracia, lo que suele dejar ver en nuestras ciudades y nuestras costas esa ausencia no es el horizonte, sino el desierto vertical de la especulaci¨®n inmobiliaria. Porque construir debiera ser lo contrario a destruir, pero a menudo es lo mismo: no hace falta m¨¢s que poner entre esos dos verbos la palabra "recalificaci¨®n" para lograr que el primero se convierta en el segundo.
Juan Urbano acababa de ver, en este mismo peri¨®dico que ahora leen ustedes, las im¨¢genes del crimen urban¨ªstico de la Costa del Sol que el fot¨®grafo Juli¨¢n Rojas hab¨ªa hecho desde el aire a municipios como Benalm¨¢dena, Mijas o Estepona, y estaba sobrecogido ante la evidencia de que si transformar "construir" en "destruir" es f¨¢cil, volver un infierno el para¨ªso lo es a¨²n m¨¢s. La prueba de que eso es cierto la representaban aquellas im¨¢genes del cemento que lo invad¨ªa todo, playas, colinas y valles, y lo llenaba de personas hasta hacerlo inhumano, que es la siniestra paradoja que propicia un crecimiento salvaje que har¨¢ que la poblaci¨®n de ese litoral se triplique de aqu¨ª al a?o 2015 y que, hoy mismo, ya est¨¢ planteando problemas de tr¨¢fico, abastecimiento y limpieza de residuos. Y lo peor es que se trata de un drama de soluci¨®n complicada, porque los que cometen el atropello son poderosos que no piensan con la cabeza sino con la billetera, y porque el caso de la costa de M¨¢laga no es una excepci¨®n, sino un ejemplo de lo que ocurre en todo el pa¨ªs.
Ojal¨¢ fuesen ciertas esas junglas fantasmales que van de mitin en mitin para caer luego en el olvido
Tambi¨¦n de lo que sucede, y de qu¨¦ manera, en la Comunidad de Madrid, donde los edificios ya amenazan con sepultar cualquier zona natural que se les ponga por delante y donde hay candidatos al Gobierno regional y a la alcald¨ªa que siguen prometiendo plantar ¨¢rboles con una mano mientras con la otra sostienen una motosierra, como se encarg¨® de recordarles en una ocasi¨®n la aspirante a la Puerta del Sol por Izquierda Unida, In¨¦s Saban¨¦s, que no se cansa de repetir a lo largo de su campa?a que la ¨²nica f¨®rmula capaz de parar la invasi¨®n es modificar la Ley del Suelo y, por ut¨®pico que parezca ni siquiera intentarlo, llegar a acuerdos con todas las fuerzas pol¨ªticas para conseguir firmar un pacto contra la corrupci¨®n. A Juan Urbano le pasaron por las sienes, zumbando como insectos, los nombres de unos cuantos, y no todos del mismo partido, que al o¨ªr esa propuesta se habr¨ªan apresurado a esconder las plumas, por si acaso.
Un poco menos a la izquierda de In¨¦s Saban¨¦s, el cabeza de lista del PSOE, Rafael Simancas, ha prometido detener los planes del PP en lugares como Torrelodones, Rascafr¨ªa, Galapagar o Las Rozas por el procedimiento de declarar "no urbanizables" todos los h¨¢bitats naturales de Madrid que puedan considerarse prioritarios y ha a?adido que piensa "defender como un tigre cada cent¨ªmetro cuadrado del medio ambiente frente a los depredadores y contaminadores". O sea, que ser¨¢ la ley de la selva, pero en buen plan, y que Simancas tendr¨¢ que v¨¦rselas con fieras muy peligrosas que en lugar de dientes tienen euros y cuando te muerden lo hacen m¨¢s iva y al cinco por ciento de inter¨¦s, con lo cual adem¨¢s de ser su comida les debes dinero.
Simancas hizo su promesa en Perales del R¨ªo, Getafe, despu¨¦s de plantar cuatro pinos en el Parque Regional del Sureste, y la increment¨® afirmando que si ganaban plantar¨ªa all¨ª mismo no cuatro, sino cuarenta ¨¢rboles.
?Apuntar¨ªa alg¨²n notario la cifra, para hac¨¦rsela cumplir si en el futuro llega a presidente y le roban el puesto como la vez anterior? En cualquier caso, a Juan Urbano le ocurre como a tantos otros ciudadanos, y es que ha visto prometer tantos bosques y tantos jardines del Retiro que al final no llegan a ser verdad, que ya no se f¨ªa m¨¢s que de los ¨¢rboles bajo los que puede ponerse a la sombra, y nunca de los otros, de los ¨¢rboles port¨¢tiles que crecen en las promesas y s¨®lo forman espesuras en la ret¨®rica, sin que al final pueda pos¨¢rseles ning¨²n p¨¢jaro real encima. Ojal¨¢ fuesen ciertas esas junglas fantasmales que van de mitin en mitin y de elecciones en elecciones para despu¨¦s caer en el olvido, porque entonces los ¨¢rboles ser¨ªan una frontera contra la especulaci¨®n y una ciudad m¨¢s verde y dirigida por pol¨ªticos m¨¢s sinceros ser¨ªa posible. Qui¨¦n sabe, a lo mejor esta vez s¨ª va a ocurrir.
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