Cartograf¨ªa de la memoria
Por v¨ªa de la globalizaci¨®n, la artista checa Jana Kasalov¨¢ (Turnov, 1974) completa su formaci¨®n en nuestro pa¨ªs y, desde 1999, tambi¨¦n exhibe su obra entre nosotros. ?sta es, en todo caso, su primera individual en Madrid que presenta en el nuevo espacio de la galer¨ªa Utop¨ªa Parkway, lo cual, en principio, es una coyunda venturosa. Las se?as de identidad de esta joven artista checa tienen ra¨ªces profundas y complejas, que, por un lado, nos llevan a esa caligraf¨ªa improvisada que recomendaba Leonardo para los paisajistas a partir de una simple mancha en una pared, sobre la cual ¨¦stos deber¨ªan dar vuelo a su personal imaginaci¨®n -t¨¦cnica que emple¨® tambi¨¦n en escritor Strindberg en su obra gr¨¢fica y los surrealistas-, pero que tambi¨¦n nos remiten al teatro de sombras de la refinada cultural popular de su pa¨ªs natal. En la muestra actual, Kasalov¨¢ usa como plantilla los mapas urbanos, que redibuja hasta acoplarlos a su propia cartograf¨ªa mental, recreando, con su sutil trazo dibuj¨ªstico, los trazos tot¨¦micos de Lascaux, una superposici¨®n que enlaza lo m¨¢s pr¨®ximo con lo m¨¢s lejano. Al margen -y quiz¨¢s no tanto- de estas resonancias ic¨®nicas, formalmente Kasalov¨¢ rememora el dibujo de Joseph Beuys, cuyas como desva¨ªdas incisiones gr¨¢ficas dejaban unas huellas indelebles. Tal es la ansiedad del explorador art¨ªstico, que construye el mapa de la memoria vertical, que retrepa con borrosidad en la superficie, aunque cada uno de sus incisivos filamentos se singularicen con la nitidez que evoca la noche de los tiempos.
JANA KASALOV?
'Tabulae Terrae'
Galer¨ªa Utop¨ªa Parkway
Reina 11, Madrid
Hasta el 7 de junio
Los dibujos de Kasalov¨¢ se superponen sin confundirse y se agrupan creando n¨²cleos que configuran el haz y el env¨¦s de un nuevo dise?o cartogr¨¢fico. De esta manera, a partir de, por ejemplo, el mapa de la red urbana del metro de cualquier gran urbe occidental, Kasalov¨¢ es capaz de dise?ar la movilidad de una manada de renos, algo, siempre sorprendente, pero no necesariamente arbitrario, si uno recuerda los grandes paisajes c¨®smicos de Albrecht Altorderf, al fin y al cabo el mejor heraldo de la que se llam¨® la escuela renacentista del Danubio, un r¨ªo no tan alejado del Moldava, que atraviesa el coraz¨®n de Praga. Si el arte remonta el curso de la historia, como determinadas especies fluviales, lo que hace Kasalov¨¢ no s¨®lo tiene pleno sentido est¨¦tico, sino espec¨ªficamente agita y se dirige al sistema de nuestro me¨¢ndrico sistema nervioso, que es una construcci¨®n biol¨®gica, pero, sobre todo, cultural. Es dif¨ªcil permanecer indiferente ante la delicada hondura de los imborrables trazos con los que Kasalov¨¢ hace el mapa de nuestra identidad, inseparable de nuestra memoria.
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