La guerra de Ferlosio
La polemolog¨ªa es una de las m¨¢s antiguas preocupaciones de Rafael S¨¢nchez Ferlosio. Le ha dedicado ensayos amplios y de gran ambici¨®n te¨®rica, y tambi¨¦n escritos m¨¢s breves pero no menos nutritivos centrados en el an¨¢lisis monogr¨¢fico de alg¨²n hecho o dicho de guerra particularmente expresivo; finalmente, la actualidad -que ¨¦l tiene desde hace muchos a?os la costumbre de interrumpir espor¨¢dica y l¨²cidamente en las p¨¢ginas de los diarios, desairando el triunfante curso oficial de los acontecimientos- no ha dejado de proporcionarle ocasiones de intervenir a prop¨®sito de los concretos incidentes de armas y de sangre que son, seg¨²n opiniones sobradamente autorizadas, la pluma y la tinta con las cuales se escribe la historia. Como estos textos se encuentran dispersos a lo largo de su obra, y un buen mont¨®n de ellos solamente en las hemerotecas, hay que celebrar su reuni¨®n en este volumen, pues si bien est¨¢n lejos de "formar un todo" (f¨®rmula horr¨ªsona que describe a la perfecci¨®n el efecto de la guerra), ofrecen una visi¨®n ajustada y cabal de lo que para su autor es la verdad de la guerra. Si esta verdad es al menos tan inc¨®moda como el calentamiento global y, por tanto, si estos ensayos comportan una especial aspereza, no es por su dificultad intelectual -pues a este respecto son di¨¢fanos- sino porque contradicen los m¨¢s arraigados h¨¢bitos de la voluntad acerca de la constelaci¨®n de fen¨®menos asociados a la guerra y exigen un cuidadoso y a menudo penoso "desmontaje" de los mismos para poner al descubierto el objeto que se trata de investigar. Porque lo asombroso de la guerra es que parece suscitar una un¨¢nime condena moral: no solamente la execran los manifestantes pacifistas, sino que los mismos gobernantes contra quienes se esgrimen tales demostraciones aseguran, siempre con una mueca de gravedad heroica en el gesto, que ellos tambi¨¦n deploran la guerra y que s¨®lo recurren a ella en aras de su amor a la paz, e incluso los terroristas m¨¢s despiadados se autodefinen como "luchadores por la paz"; y cuando se quiere dar al asunto una presuntamente superior profundidad filos¨®fica, se habla de una enigm¨¢tica necesidad de "pensar la guerra" que suele limitarse a la vacua repetici¨®n de los t¨®picos del destino metaf¨ªsico de los pueblos, tan intr¨ªnsecamente ligados a las justificaciones teol¨®gicas de la violencia.
SOBRE LA GUERRA
Rafael S¨¢nchez Ferlosio
Destino. Barcelona, 2007
411 p¨¢ginas. 21 euros
De modo que la principal falacia que es preciso minar es la convicci¨®n generalizada de que la guerra es un medio ¨²til cuya posible inmoralidad puede ser lavada en el agua bendita de la necesidad hist¨®rica cuando se pone al servicio de causas nobles, es decir, la idea de que puede justificarse desde la racionalidad instrumental (como un medio imprescindible para un fin indiscutiblemente bueno). Pocas veces los discursos pacifistas van m¨¢s all¨¢ de la discusi¨®n particular de esa justificaci¨®n, sin menoscabar su validez universal. Lo que hace que este prejuicio sea tan dif¨ªcil de remover no es, desde luego, la evidencia hist¨®rica -pues ella muestra m¨¢s bien que el "medio" en cuesti¨®n se encarga de igualar en la carnicer¨ªa del campo de batalla todas las causas y todas las "noblezas", sino el horror que suscita la mera sugerencia de que la guerra pudiera ser querida por s¨ª misma y en cuanto fin, por "razones" tan antip¨¢ticas como "el ¨¦xtasis de la victoria, el placer del predominio, la ambici¨®n de hegemon¨ªa, el furor de la autoafirmaci¨®n".
El modo en que la guerra
moderna ha borrado las huellas de su origen, eliminando todo residuo de la ceremoniosidad caballeresca, coincide con la absolutizaci¨®n de la l¨®gica b¨¦lica que, al no reconocer espacio alguno exterior o superior a ella, eleva la contienda a la categor¨ªa de guerra santa (o sea, incondicionalmente santificada por la dignidad de su prop¨®sito), guerra en la cual se defiende la causa de la Humanidad contra un enemigo por definici¨®n inhumano; y ello no solamente propicia la indiferencia entre guerras justas e injustas (pues las primeras no se dec¨ªan tales sino porque los combatientes se obligaban mutuamente a respetar ciertos l¨ªmites y, por lo tanto, reconoc¨ªan formalmente la existencia de un territorio no contaminado por la guerra), sino tambi¨¦n discriminar de forma v¨¢lida entre el orden civil y el militar o entre armas m¨¢s o menos infames, lo cual a duras penas consigue ocultar la "perversi¨®n instrumental" (la naturaleza de fines autosuficientes y de genuinos motivos que cobran los supuestos "medios" de persuasi¨®n, es decir, las armas) que es la marca de nacimiento de tantas batallas. En un tiempo en el cual la identidad -fruto distintivo de la guerra y del antagonismo- se ha convertido en el problema pol¨ªtico fundamental, estos escritos, que esclarecen su genealog¨ªa e iluminan su din¨¢mica, no pueden dejar de ser tan imprescindibles como perturbadores. Y muy pocos de los que escriben son a¨²n capaces, como Ferlosio, de inquietar a su ¨¦poca.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.