La familia reunificada
La autora entiende que se abre una nueva etapa en la inmigraci¨®n que consiste en la reagrupaci¨®n familiar, pero se?ala que se trata de un escenario mucho m¨¢s complejo para el que duda sobre si estamos preparados.
Desde un punto de vista social y, obviamente, personal, no hay ninguna duda de las ventajas inherentes al sistema de reunificaci¨®n del inmigrante con sus familias en el pa¨ªs de destino. La protecci¨®n a la familia y los derechos de la infancia son normas universalmente aceptadas en todas las democracias occidentales. De hecho, todos considerar¨ªamos profundamente injusto y moralmente condenable cualquier pol¨ªtica migratoria (como la de Jap¨®n o Arabia Saud¨ª, por ejemplo) que impidiera al inmigrante traer a su familia a Espa?a, una vez que est¨¢ legalmente asentado.
Los emigrantes espa?oles de los a?os sesenta en Europa saben mucho de las penalidades para conseguir reunificar a su familia y del tremendo desarraigo, tristeza, sacrificio y soledad que se vive cuando uno deja a su familia atr¨¢s. Es por ello que todas las pol¨ªticas migratorias de la Uni¨®n Europea reconocen la entrada y residencia legal de los familiares de los inmigrantes, ascendientes y descendientes directos.
Aquellos que puedan trabajar lo har¨¢n y ser¨¢n entonces trabajadores ilegales
Las familias reunificadas aumentan las necesidades de vivienda de los inmigrantes
No resulta, por tanto, tan sorprendente el hecho de que en los ¨²ltimos tres a?os en torno a un 30% de las llegadas de inmigrantes a Espa?a haya consistido precisamente en las familias de los trabajadores extranjeros. Estamos a¨²n muy lejos del 60% de inmigrantes que, por esa v¨ªa, llegan anualmente a los Estados Unidos (porcentaje que se eleva al 95 % para algunas nacionalidades como los mexicanos).
De los tres canales por los que los ciudadanos no comunitarios pueden entrar legalmente en Europa, la reunificaci¨®n familiar es el mayoritario en casi todos los pa¨ªses seguido de los solicitantes de asilo y refugiados y, en ¨²ltimo lugar, los llamados "inmigrantes econ¨®micos", aquellos cuya entrada se vincula a un contrato de trabajo previo o a la petici¨®n de mano de obra para cubrir la demanda en determinados sectores.
Sin embargo, la pol¨ªtica de reunificaci¨®n familiar no es en absoluto un mecanismo neutro y genera toda una serie de efectos que, dado el optimismo con que nuestras autoridades comentan los ¨²ltimos datos, conviene tener presentes. Mencionar¨¦ solamente algunos, bastante obvios por otra parte. La reunificaci¨®n familiar aumenta el n¨²mero de extranjeros residentes de manera autom¨¢tica y en mucha mayor cuant¨ªa que si s¨®lo se permitiese la entrada de trabajadores sin sus familias. Los especialistas llaman a este fen¨®meno el multiplicador de la inmigraci¨®n y dadas las ¨²ltimas regularizaciones de inmigrantes (y las que vendr¨¢n) es previsible que nuestra poblaci¨®n inmigrante se multiplique por esa v¨ªa muy r¨¢pidamente.
El "premio" de tener papeles para el inmigrante ilegal es verdaderamente gordo. La llegada de familiares de inmigrantes no s¨®lo afecta al flujo migratorio: modifica radicalmente la composici¨®n del stock de inmigrantes residentes. Tiende a crecer el n¨²mero de mujeres y ni?os; estos ¨²ltimos son poblaci¨®n dependiente por lo que, a corto plazo, no entran en el mercado laboral. Que en los pr¨®ximos a?os aumente relativamente r¨¢pido el n¨²mero de inmigrantes menores de 16 a?os (l¨ªmite de la escolarizaci¨®n obligatoria en nuestro pa¨ªs) tiene consecuencias muy diferentes para la sociedad espa?ola que si la mayor¨ªa de las llegadas futuras son de inmigrantes en edad de trabajar. Las familias reunificadas, adem¨¢s, aumentan las necesidades de vivienda de los inmigrantes y la demanda de todo tipo de servicios sociales lo cual vuelve a plantear la cuesti¨®n de si, en el futuro, la aportaci¨®n de los inmigrantes a las arcas del Estado de bienestar compensar¨¢ el aumento previsible de beneficiarios. Adem¨¢s, muchas de estas familias presentar¨¢n sin duda problemas especiales de arraigo y adaptaci¨®n, especialmente los ni?os y j¨®venes que han sido migrantes dependientes de la decisi¨®n de sus padres.
El previsible aumento de inmigrantes v¨ªa reunificaci¨®n familiar genera adem¨¢s una consecuencia que choca frontalmente con toda la ret¨®rica oficial de lucha contra la inmigraci¨®n ilegal: la pol¨ªtica de reunificaci¨®n familiar tiende a aumentar el n¨²mero de ilegales. Tarde o temprano (m¨¢s bien temprano) aquellos familiares que puedan trabajar para completar los ingresos familiares lo har¨¢n y ser¨¢n entonces trabajadores ilegales. Aunque su residencia es legal no est¨¢n autorizados a trabajar, pues carecen de permiso de trabajo. El escenario es perfectamente previsible si tenemos en cuenta que la mayor parte de las familias de inmigrantes se encuentran en el momento de mayor gasto dentro del ciclo de vida de la familia (padres j¨®venes e hijos peque?os) y es entonces cuando un segundo ingreso resulta crucial. La paradoja a la que nos enfrentamos es, pues, la siguiente: la Administraci¨®n dedicar¨¢ recursos crecientes a impedir la llegada de inmigrantes ilegales, pero ser¨¢ incapaz de controlar el empleo ilegal de los inmigrantes ya residentes.
El constante discurso oficial de ajustar la oferta de trabajadores extranjeros a las necesidades reales de mano de obra de la econom¨ªa espa?ola tambi¨¦n resulta empa?ado por la nueva realidad. Por definici¨®n, no hay criterios econ¨®micos en la pol¨ª-tica de reunificaci¨®n familiar. Aunque los estudios para otros pa¨ªses muestren que en el largo plazo estos inmigrantes se adaptan al mercado de trabajo receptor con un ¨¦xito similar al de los "inmigrantes econ¨®micos" (medido por el nivel de ingresos y tipo de empleo) es el camino intermedio y no el resultado final para el que se deber¨ªan articular nuevas estrategias. Efectivamente, parece que comienza una segunda fase de la inmigraci¨®n en Espa?a. La duda es si estamos preparados para ese nuevo escenario que es, sin duda, mucho m¨¢s complejo.
Blanca S¨¢nchez Alonso es profesora de Historia Econ¨®mica en la Universidad San Pablo-Ceu.
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