La dif¨ªcil traves¨ªa hacia Europa
Espa?a era una sociedad cerrada, aut¨¢rquica y acomplejada. Hoy participa de los mejores efectos de la globalizaci¨®n
Hay que encontrar una idea-fuerza, el relato, un punto de vista para contextualizar lo sucedido en Espa?a en el ¨²ltimo medio siglo de su historia. Ese relato es el de la larga marcha hacia Europa, nuestra utop¨ªa factible, en busca del tiempo perdido durante la Guerra Civil y la mediocridad y grisura del franquismo m¨¢s fan¨¢tico y sectario. Hay varias generaciones de espa?oles que crecieron sin ser conscientes de lo que hab¨ªan perdido, de lo que hab¨ªan dejado atr¨¢s. La vocaci¨®n europea, que ha unido a tan diferentes ¨¦lites de espa?oles durante tantas d¨¦cadas, es la normalidad; la autarqu¨ªa, el ensimismamiento, la excepci¨®n (...). Casi un siglo m¨¢s tarde se ha hecho realidad en toda su extensi¨®n la sentencia de Ortega y Gasset de 1910: "Espa?a es el problema; Europa, la soluci¨®n" (La pedagog¨ªa social como problema pol¨ªtico) (...). Un periodo muy satisfactorio a la vista de lo conseguido, a veces de manera compulsiva, en ocasiones con una lentitud exasperante, sin el ritmo reposado con el que actu¨® la mayor parte de los pa¨ªses de nuestro entorno, con procesos pol¨ªticos y sociol¨®gicos en general m¨¢s equilibrados. Cuenta Dahrendorf que, en julio de 1957, el pol¨ªtico brit¨¢nico Harold Macmillan, ascendido al cargo de primer ministro, pronunciaba en el estadio de f¨²tbol de Bedford un discurso que pasar¨ªa a la historia, fundamentalmente por esta afirmaci¨®n: "Seamos sinceros, a la mayor¨ªa de nosotros nunca nos ha ido tan bien como ahora. Recorred el pa¨ªs, las ciudades, los pueblos peque?os, y encontrar¨¦is un bienestar que jam¨¢s hab¨¦is visto antes, al menos en la historia de este pa¨ªs". Medio siglo despu¨¦s, trasladados a Espa?a, tambi¨¦n podr¨ªamos decir que "a la mayor¨ªa de nosotros nunca nos ha ido tan bien como ahora" (...).
Desde un punto de vista geopol¨ªtico, el ¨²ltimo siglo comenz¨® para Espa?a hace casi cinco d¨¦cadas (en el a?o 1959) y todav¨ªa no ha terminado. Por ahora es un 'siglo corto'
Los euroidealistas consideran que la UE naci¨® de un proyecto ambicioso, m¨¢s o menos planificado. No fue as¨ª. M¨¢s bien fue la necesidad de no volver a matarnos como Ca¨ªn y Abel
La vinculaci¨®n de Espa?a a la UE ha sido un ¨¦xito: en 1986 ten¨ªa el 68% de la renta 'per c¨¢pita' media europea; en 2006, con el 98,5%, se estaba a punto de alcanzar la media
Seg¨²n los expertos, para hablar de una Europa de verdad unida en el federalismo, al menos ser¨ªa preciso disponer de un gasto p¨²blico europeo entre el 3% y el 4% del PIB conjunto
Desde un punto de vista geopol¨ªtico (y geoecon¨®mico), el ¨²ltimo siglo comenz¨® para Espa?a hace casi cinco d¨¦cadas (en el a?o 1959) y todav¨ªa no ha terminado. Por ahora es un "siglo corto". En este periodo, Espa?a ha pasado de ser una sociedad cerrada, aut¨¢rquica, acomplejada, a participar de los mejores efectos de la globalizaci¨®n como marco de referencia del siglo XXI: una sociedad abierta que dej¨® atr¨¢s el subdesarrollo. A partir de la ca¨ªda del muro de Berl¨ªn, en 1989, aparece una nueva categor¨ªa de pa¨ªses que se inserta entre los desarrollados y los que est¨¢n en v¨ªas de desarrollo: son los pa¨ªses emergentes; (...) convertir un pa¨ªs pobre en un pa¨ªs rico no se consigue s¨®lo transfiriendo recursos financieros al primero (aunque tambi¨¦n). Ninguna suma de dinero puede acabar convirtiendo a Burkina Faso en Suiza. Las c¨¦lebres libertades descritas por el premio Nobel de Econom¨ªa Amartya Sen ("el progreso es el proceso de ampliaci¨®n de las libertades humanas") son, cada vez m¨¢s, requisitos indispensables para el desarrollo. Estos requisitos van desde las libertades pol¨ªticas y las oportunidades sociales hasta la existencia de una red social protectora (...). Espa?a es uno de esos pa¨ªses que en el transcurso de poco m¨¢s de una generaci¨®n han pasado de emergentes a desarrollados (...).
Aunque lo hayamos incorporado al inconsciente por obvio, conviene subrayar en cada ocasi¨®n que sea posible que si sumamos los a?os de la transici¨®n a los de la democracia instalada obtenemos tres d¨¦cadas de libertades, de Constituci¨®n y de econom¨ªa de mercado, el periodo m¨¢s largo de normalidad democr¨¢tica en cualquier momento de la historia de Espa?a. No hay, pues, ret¨®rica ni solemnidad impuesta en destacarlo como la mayor conquista de la contemporaneidad: de las generaciones que protagonizaron ese cambio, y tambi¨¦n de los personajes p¨²blicos que lo facilitaron, a costa de concesiones ideol¨®gicas en ocasiones muy fuertes, independientemente de las motivaciones que cada uno de ellos buscase (...).
Dos d¨¦cadas perdidas
El relato econ¨®mico de este tiempo (...) comienza en 1959, 20 a?os despu¨¦s de terminada la Guerra Civil. Dos d¨¦cadas perdidas para la normalidad. En esos ejercicios prehist¨®ricos, los s¨²bditos espa?oles (no ten¨ªan la categor¨ªa de ciudadanos) padecen las peores consecuencias de la guerra fratricida, que durante tres a?os (1936- 1939) asol¨® nuestro pa¨ªs y termin¨® con tantas vidas y esperanzas. Hambre, racionamiento, mercado negro y estrangulamiento productivo en la econom¨ªa; desde el punto de vista pol¨ªtico, algo muy parecido al fascismo italiano, con total ausencia de libertades (los revisionistas de la historia comienzan a llamar a este experimento, irritante paradoja de paradojas, "socialdemocracia de derechas"), y en lo sociol¨®gico, un pa¨ªs ruralizado, una extensa emigraci¨®n econ¨®mica y el exilio pol¨ªtico de la parte m¨¢s formada intelectualmente: el mejor capital humano de la naci¨®n.
As¨ª es como llegamos al a?o 1959 (...). El pa¨ªs est¨¢ en quiebra. El intervencionismo arbitrista del r¨¦gimen franquista es tan asfixiante que casi nada funciona con eficacia. La mayor parte de los dirigentes de las principales empresas p¨²blicas son militares en ejercicio: se inventan el concepto de empresario-militar que casi un cuarto de siglo despu¨¦s se reprodujo con mucha amplitud en el Chile de Pinochet.
La secuencia que nos conviene para describir estas d¨¦cadas de historia econ¨®mica hasta hoy habla de cuatro grandes etapas. La primera, los a?os del desarrollismo, es la que va desde 1959 hasta 1975, cuando muere Franco. La segunda etapa, la de la transici¨®n pol¨ªtica (1976 a 1985), tambi¨¦n es aquella en la que se fragua la entrada de Espa?a en la Comunidad Econ¨®mica Europea (CEE), antecedente de la actual Uni¨®n Europea (UE). La tercera etapa, la m¨¢s corta y seguramente la menos estudiada, comprende los a?os del eurooptimismo (1986-1991); es el tiempo en el que los espa?oles, que han esperado tanto para ingresar en el selecto club continental, se sienten m¨¢s europeos que nadie, como manifiestan todas las encuestas; la econom¨ªa y la pol¨ªtica apuntan hacia arriba en el sismograma virtual, y marchan de la mano por su estabilidad. La cuarta y ¨²ltima etapa es la de la normalidad (desde 1992 hasta hoy); la normalidad encierra picos de sierra, encefalogramas planos, momentos de ¨¦xtasis y de pesimismo, y mucho aburrimiento: ya no hay grandes sobresaltos (...).
Un club de privilegiados
La Europa unida cumple medio siglo de existencia. Un poco antes se han conmemorado las dos primeras d¨¦cadas de la presencia de Espa?a en este club de privilegiados, siempre que se le relacione con otras zonas geogr¨¢ficas del globo. El experimento Uni¨®n Europa se plasma de modo gr¨¢fico en esta aseveraci¨®n: los ciudadanos europeos hemos pasado de sufrir una guerra cada 20 a?os, con decenas de millones de v¨ªctimas, a discutir nuestros problemas -inmensos, profundos, a veces de definici¨®n y otras muchas de desarrollo- encima de una mesa. Negociamos, no combatimos. Esto ya lo justificar¨ªa todo. Pero hay mucho m¨¢s.
Los euroidealistas consideran que la UE naci¨® de un proyecto ambicioso, m¨¢s o menos planificado. No fue as¨ª, aunque a veces la historia tapie los comienzos dubitativos y con muchos picos de sierra. M¨¢s bien fue el producto de la necesidad de no volver a matarnos como Ca¨ªn y Abel. Los padres de Europa, clarividentes, llevaron a cabo sus esfuerzos unificadores, primero con la intendencia y s¨®lo despu¨¦s con la pol¨ªtica, acosados por el fantasma de la primera parte del siglo XX (...).
?sta es la primera ocasi¨®n en que casi 500 millones de ciudadanos europeos (...) deciden crear una nueva realidad pol¨ªtica de manera democr¨¢tica, y sin conflagraciones b¨¦licas por medio. Nuestros valores son, en principio, la tolerancia, la inclusi¨®n, la cohesi¨®n social y territorial, la solidaridad y los derechos humanos. Uno de los iconos que generan m¨¢s optimismo en esta realidad europea es el de intercambio de estudiantes de ense?anza superior: el Programa Erasmus (...). Creado en el a?o 1987, desde entonces m¨¢s de 1,2 millones de estudiantes han disfrutado de un periodo de estudios en el extranjero. Son lo que se ha denominado generaci¨®n Erasmo, nuestra gran esperanza de coherencia europe¨ªsta para el futuro m¨¢s inmediato: ciudadanos j¨®venes preparados, europeos, s¨®lidos, dem¨®cratas, mestizos...
El experimento UE incorpora un modelo europeo avanzado, que tambi¨¦n surgi¨® tard¨ªamente (...), fruto de la ecl¨¦ctica combinaci¨®n de pol¨ªticas socialdem¨®cratas y democristianas (...). A pesar de sus dificultades (fundamentalmente de financiaci¨®n por el cambio de la base demogr¨¢fica de la UE), ese modelo se ha convertido, a principios del siglo XXI, en paradigma para los pa¨ªses aspirantes a entrar y desarrollarse en el seno de la Uni¨®n, y en un desaf¨ªo para EE UU y su competitivo atractivo del "estilo de vida americano". La econom¨ªa de la planificaci¨®n en la que se basa el welfare se inspiraba directamente en las lecciones aprendidas en la d¨¦cada de los a?os treinta: una estrategia con ¨¦xito para la recuperaci¨®n de la posguerra deb¨ªa excluir cualquier retorno al estancamiento econ¨®mico, la depresi¨®n, el proteccionismo y, por encima de todo, el desempleo (...). "Tanto el fascismo como el comunismo", escribe Judt, "proliferaban con la desesperaci¨®n social, con el enorme abismo de separaci¨®n entre ricos y pobres. Para que las democracias se recuperaran hab¨ªa que abordar la cuesti¨®n de la 'condici¨®n de las personas" (...).
En un planeta con m¨¢s de 6.000 millones de seres, poco m¨¢s de 2.000 millones se despiertan todos los d¨ªas en pa¨ªses con reg¨ªmenes plenamente democr¨¢ticos. De ellos, 1.200 millones disponen de una relativa prosperidad, que les permite a la vez alimentarse, cobijarse, educarse y tener una sanidad y una seguridad social adecuada. Y de ellos, 500 millones, alrededor del 8% de la poblaci¨®n mundial, son europeos.
Ello no significa que habitemos en el panglosiano mejor de los mundos posibles ni que las dificultades est¨¦n ausentes. En este comienzo de siglo, Europa se encuentra en muchos casos paralizada y con dificultades que en el corto plazo parecen insolubles. El presupuesto comunitario apenas llega al 1,24% del PIB bruto europeo, claramente insuficiente para desarrollar un modelo federal coherente; dicen los expertos que, para hablar de una Europa verdaderamente unida en el federalismo, al menos ser¨ªa preciso disponer de un gasto p¨²blico europeo entre el 3% y el 4% del PIB conjunto.
El 12 de junio de 1985, Espa?a firm¨® su Tratado de Adhesi¨®n con la CEE, ocho a?os despu¨¦s de haber presentado la solicitud formal. Accede como miembro de pleno derecho el 1 de enero de 1986. El editorial del diario EL PA?S del 2 de enero de ese a?o es expresivo en su solemnidad de las ansias europe¨ªstas del momento: "La apuesta fundamental es que, a medio plazo, la integraci¨®n en la CEE aportar¨¢ a nuestra econom¨ªa y a nuestros comportamientos esa visi¨®n universal de la que hemos carecido los espa?oles desde el Siglo de Oro. Saldremos, al fin, de nuestro aislamiento interior y participaremos plenamente en la construcci¨®n del mundo moderno. Es muy posible que, en una Espa?a integrada en Europa, ni Picasso, ni Gris, ni Ochoa, ni mucho menos Machado, hubieran sentido la necesidad de emprender el duro camino del exilio. Hemos pagado muy caro nuestro aislamiento, y cualesquiera que sean las dificultades iniciales de la adhesi¨®n, ¨¦stas son preferibles al vac¨ªo que producir¨ªa la ausencia de un proyecto colectivo viable para los pr¨®ximos a?os..." (...).
Un ¨¦xito de todos
La vinculaci¨®n de Espa?a a la UE ha sido un ¨¦xito desde todos los puntos de vista: cuando se entr¨® en el club, en 1986, Espa?a ten¨ªa s¨®lo el 68% de la renta per c¨¢pita media europea; en 2006 se estaba a punto de alcanzar la media de la Europa de 25 miembros (el 98,5%) (...). Ser¨ªa sectario atribuir esta ascensi¨®n a la acci¨®n pol¨ªtica de una sola fuerza o de un ¨²nico sector de la sociedad espa?ola. ?ste es el gran mensaje del libro: en el esfuerzo europeo han convivido, aunque sea por razones distintas, desde los tardofranquistas hasta los comunistas, pasando por centristas, socialistas y populares. En ¨¦l han tenido un papel destacado -reivind¨ªquese una sola vez- los economistas, que tuvieron que lograr, como un d¨ªa defini¨® Fuentes Quintana, "que todo lo que era econ¨®micamente inevitable fuera pol¨ªticamente factible" (...).
Joaqu¨ªn Estefan¨ªa
Periodista y economista, fue director de EL PA?S entre 1988 y 1993. En la actualidad es columnista del diario y dirige la Escuela de Periodismo de la Universidad Aut¨®noma de Madrid / EL PA?S. Siempre crey¨® en Europa como proyecto generacional.
La larga marcha
Editorial Pen¨ªnsula
El libro lleva como subt¨ªtulo 'Medio siglo de pol¨ªtica (econ¨®mica) entre la historia y la memoria'. Se trata de una cr¨®nica sentimental de la Espa?a contempor¨¢nea que parte de la econom¨ªa y prosigue en la pol¨ªtica y, sobre todo, en el periodismo.
La calidad de la democracia en Espa?a
A FINALES de 2006, el semanario brit¨¢nico The Economist publicaba por primera vez un ?ndice de la democracia en el mundo, basado en 60 indicadores correspondientes a cinco categor¨ªas: proceso electoral y pluralismo, libertades civiles, funcionamiento del Gobierno, participaci¨®n pol¨ªtica y cultura pol¨ªtica. Este ¨ªndice ofrec¨ªa una instant¨¢nea de la situaci¨®n de la democracia en el mundo para 165 Estados independientes y dos territorios dependientes (...). Destacaban varios aspectos: aunque casi la mitad de los pa¨ªses del mundo pod¨ªan clasificarse como democracias, el n¨²mero de democracias plenas era relativamente bajo: s¨®lo 28; casi el doble de pa¨ªses (54) se clasificaban como democracias con fallos; de los 85 Estados restantes, 55 eran calificados como autoritarios y 30 se consideraban reg¨ªmenes h¨ªbridos (...). M¨¢s de la mitad de la poblaci¨®n mundial habita en una democracia de alg¨²n tipo, aunque s¨®lo alrededor del 13% reside en democracias plenas. Entre ellos est¨¢n casi todos los ciudadanos europeos (...).
Seg¨²n la pol¨¦mica clasificaci¨®n del semanario brit¨¢nico, la democracia cuasi perfecta es la europea Suecia, el pa¨ªs con una puntuaci¨®n m¨¢s alta. Los dem¨¢s pa¨ªses n¨®rdicos tambi¨¦n obtienen puntuaciones altas (...). ?Y la joven democracia espa?ola? Seg¨²n el ¨ªndice de la democracia, est¨¢ en el puesto 16, delante de reg¨ªmenes como el estadounidense, el checo, el portugu¨¦s, el belga, el japon¨¦s, el griego, el brit¨¢nico o el franc¨¦s (...). El estudio termina con una reflexi¨®n que merece reproducirse de modo textual: "?Por qu¨¦ esos retrocesos en la expansi¨®n y en la calidad de la democracia? El ritmo de la democratizaci¨®n ten¨ªa que suavizarse despu¨¦s de las f¨¢ciles mejoras que siguieron a la ca¨ªda del muro de Berl¨ªn (...). Ya antes ha habido reveses. Despu¨¦s de 1945, pese a la ola de democratizaci¨®n que hubo, m¨¢s de 20 pa¨ªses cayeron en reg¨ªmenes autoritarios. Ahora no vivimos ese tipo de regresi¨®n, pero en 2007 el riesgo de retroceder es mayor que las probabilidades de avance (...). Sin embargo, ser¨ªa err¨®neo mostrarse demasiado pesimista. La democracia es un valor que mantiene un fuerte atractivo universal. Crear democracias con intervenciones externas no ha salido bien. Pero tendencias como la globalizaci¨®n, una mayor educaci¨®n y unas clases medias en expansi¨®n favorecen su desarrollo org¨¢nico. Estas fuerzas sugieren que cualquier retroceso en la democracia ser¨¢ temporal".
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