Salto de la red al plato
Pepe es el primero en llegar al barco. Son las cuatro de la madrugada. Cuenta que perdi¨® la primera falange del dedo gordo en el mar. All¨ª, aqu¨ª, lleva desde los 15 a?os, cuando empez¨® a trabajar en un mercante como engrasador. Pepe –pescador, mec¨¢nico naval y vecino de la Barceloneta– espera en lo alto del Stella Maris III a que llegue su patr¨®n. Un d¨ªa m¨¢s, toca salir a faenar.
El Stella Maris III es un barco de madera, uno de los pocos que quedan de este material en el puerto de Barcelona. La mayor¨ªa son de fibra. La nave tiene 50 a?os, 20 metros de eslora y un atractivo color azul. Pese a sus arrugas, sale todo el a?o, de lunes a viernes, a la pesca de arrastre de fondo. El Stella Maris III se ha dedicado muchos a?os a la gamba, pero ahora los barcos grandes no le dejan sitio. Vicen? Samper, de 40 a?os y padre de dos hijos, llega a las cinco en punto y guarda su bicicleta plegable en la bodega. Sube al puente. ?l es el patr¨®n de este barco, que hered¨® de su padre, tambi¨¦n pescador, y preferir¨ªa que la tradici¨®n se rompiese: "Si puede ser, que mis hijos no vayan a la mar", dice. Enciende el motor.
Una veintena de barcos salen del puerto casi al mismo tiempo en busca de pescado. Los tripulantes est¨¢n tranquilos; alguno, medio dormido. S¨®lo se escuchan comentarios en la radio. El patr¨®n explica que siempre desayunan. Almuerzan s¨®lo si el trabajo lo permite. Preparan caf¨¦ para todos. Tras hora y media de viaje empieza el ritual. Se encienden los focos, y Vicen? grita: "?Al agua!". Las artes de pesca –una enorme red sostenida por cables y cuerdas– van cayendo hasta el fondo. En el puente se est¨¢ bien. No se nota tanto el fr¨ªo del exterior. Pepe y los gambianos Malamin y Ebrima van controlando c¨®mo cae el arte, un embudo de redes que tras casi tres horas en el agua recoger¨¢ todo lo que encuentre a su paso, pescado y no pescado. Es un sistema antiguo de pesca, criticado por grupos ecologistas por su falta de selectividad y su agresividad con el medio ambiente.
El Ministerio de Pesca estableci¨® el a?o pasado un plan de arrastre de fondo en determinadas zonas del litoral sur-mediterr¨¢neo: cada buque puede faenar cinco d¨ªas por semana y 15 horas al d¨ªa. Adem¨¢s se proh¨ªbe faenar en fondos inferiores a 150 metros. "Se proh¨ªbe expresamente arrastrar en los fondos vulnerables y delicados; por ejemplo, con arrecifes de coral", explica Jos¨¦ Manuel S¨¢nchez Mora, subdirector de Caladero Nacional del ministerio. S¨¢nchez Mora explica que ahora la actividad va a menores, pues la pretensi¨®n es reducir la flota. En el Mediterr¨¢neo espa?ol existen alrededor de mil barcas de arrastre.
"Evidentemente, todos venimos a sacar, no a poner pescado en el mar. Pero antes se deber¨ªa estudiar los puertos deportivos que rompen la l¨ªnea de costa, las depuradoras… Los pescadores somos ahora pol¨ªticamente incorrectos". En los ¨²ltimos a?os han cesado su actividad una decena de barcos en el puerto de Barcelona. La pesca no pasa su mejor momento. Las ayudas que llegan de Europa se destinan a la nueva construcci¨®n, a la modernizaci¨®n de la flota y al desguace. El mismo Pepe ten¨ªa dos peque?as embarcaciones, pero cuando las cosas se pusieron dif¨ªciles empez¨® a trabajar para otro. "?ste es un trabajo muy estresante, aunque no lo parezca. Siempre pendiente de si pescar¨¢s. Ahora da mucho menos dinero que antes. Han subido los impuestos y los precios en general", afirma Vicen?. "Si nos pagaran bien el pescado, todo ir¨ªa bien. Le pasa lo mismo al agricultor. El que corta el bacalao es el intermediario". Pero no s¨®lo los precios ensombrecen el futuro de la pesca. Hay algo peor: la falta de personal. "Hay un barco que lleva tres semanas amarrado en el muelle por falta de trabajadores", desvela el patr¨®n.
El sol empieza a salir y el arte sigue en el fondo del mar. La sonda indica d¨®nde est¨¢ el pescado. "Ahora somos m¨¢s inform¨¢ticos que pescadores", dice Vicen?. Sin embargo, la suerte est¨¢ echada. S¨®lo cuando los cables tiren de la red, los hombres sabr¨¢n si es o no un buen d¨ªa de pesca.
Vicen? quer¨ªa comprarse un barco de fibra, pero ante las dificultades y los precios –uno nuevo cuesta 1,5 millones de euros– ha decidido esperar a que la Uni¨®n Europea le pague los cerca de 200.000 euros que recibir¨¢ a cambio de que el Stella Maris III vaya al desguace. Eso pasar¨¢ en un m¨¢ximo de dos a?os. ?Y despu¨¦s? "Trabajo en el mar no me faltar¨¢", dice con resignaci¨®n. En otros barcos.
Vicen? pasa 12 horas diarias a bordo. O m¨¢s. Al igual que Pepe. El sueldo medio de un pescador oscila entre 200 y 300 euros a la semana si todo va bien, pero var¨ªa en funci¨®n de la pesca y de la experiencia.
Las redes empiezan a subir empujadas por un motor que enrolla las cuerdas. "?Valeeee!", grita Pepe. Y se para la cuerda. Por fin, el resultado. Adem¨¢s de pescado, arena, piedras e incluso un viejo monedero y una caja de pastillas. Pepe, mientras, remueve y elige el pescado; hay pulpo, ara?as, salmonetes, rayas, esc¨®rporas, ratas, gallo de Sant Pere, alguna estrella de mar… "Lo m¨¢s importante es saber escoger y colocar el pescado. Seg¨²n como lo hagas sube un punto o baja tres en la lonja. Es como la Bolsa".Los marineros van colocando los diferentes tipos de peces en las cajas de pl¨¢stico azules. No est¨¢n muy satisfechos. Esperaban m¨¢s. Y lo que ha salido no es el pescado que mejor se paga. El ritual comienza de nuevo. Las redes vuelven a caer al mar a la espera de que esta vez haya m¨¢s suerte. Mientras viajen bajo el mar, Pepe se encargar¨¢ de la comida: "Mejor que en un hotel de cinco estrellas. El pescado es siempre fresco".
Los jueves toca paella, que cocina con pulpo roquero, que da muy buen gusto. Hoy es un d¨ªa especial y Pepe prepara un caldero para todos. En la despensa de la peque?a cocina situada tras el puente no falta lo esencial: caf¨¦, arroz, fideos, aceite, sal, harina, tomate, cebolla, ajo y pimiento. Antes de ponerse manos a la obra, el cocinero explica c¨®mo cocina el pulpo roquero encebollado. Coge el pulpo vivo, lo mete en una olla de agua hirviendo, lo escalda durante dos o tres minutos y lo saca con un tenedor. La misma operaci¨®n la repite hasta tres veces, y luego deja el pulpo hirviendo durante hora y media. Lo deja enfriar para que no se le caigan las ventosas y lo prepara con un sofrito de cebolla y piment¨®n molido. Hoy, sin embargo, no toca pulpo. El caldero se mueve mientras se calienta. Pepe contin¨²a con sus historias.
La receta del caldero es la siguiente: una cebolla, un pimiento y un ajo troceado, todo refrito, y cuando est¨¢ listo se a?ade medio bote de tomate, las patatas, y litro y medio de agua. Tras un cuarto de hora hay que colocar el pescado. Los protagonistas son la rata, la ara?a y el gato, tres pescados que abundan hoy en la red del barco, pero que no generan grandes ganancias. Los tres son sabrosos. El pez gato no tiene escamas y su carne es sabrosa, pero no despierta mucho inter¨¦s comercial por la dificultad de pelarlo. La picadura del pez ara?a resulta muy dolorosa. Se entierran en los fondos de arena, dejando visibles los ojos y la aleta dorsal, que es venenosa. El pez rata llama la atenci¨®n por su enorme y aplanada cabeza.
Las redes suben de nuevo. Definitivamente, hoy no es un buen d¨ªa. Poco pescado y barato. Hay que volver a tierra. Empieza la actividad en la lonja. A¨²n queda colocar bien el pescado, negociar y sacar el mejor trato.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.