Roberto Alagna. El tenor alza la voz
Existe una l¨®gica aplastante en el mundo de Roberto Alagna. Puede que no sea la l¨®gica de usted, ni siquiera la del mundo mundial, pero es incontestable. La filosof¨ªa de este tenor con el car¨¢cter de un vendaval, que se march¨® el pasado mes de noviembre de La Scala en plena segunda representaci¨®n de Aida y que el d¨ªa 7 de junio debuta en Madrid con Il trovatore, de Verdi, tiene una coherencia propia que va desde el discurso del insomnio hasta la negaci¨®n del ego o la justificaci¨®n del divismo por gracia de Dios. Al fin y al cabo, ¨¦sa es precisamente la palabra que precede esa manera de comportarse encima de los escenarios y que sirve para definir a los grandes de la ¨®pera.
Dice Roberto Alagna que siempre ha sido feliz. Con ese pensamiento positivo, ¨¦l, que cumplir¨¢ 44 a?os el mismo d¨ªa que pise el escenario del Teatro Real, ha ido sorteando las desgracias de la vida, que en su caso fueron muy tempranas. Se qued¨® viudo sin haber cumplido los 30, con una ni?a de a?o y medio en los brazos que luego ha ayudado a criar su segunda mujer, la soprano rumana Angela Gheorghiu. Con ella ha formado una de las parejas m¨¢s atractivas y discutidas de la ¨®pera actual por sus ¨¦xitos y sus conflictos en algunos teatros; el Real incluido, donde la cantante, que volvi¨® a Madrid el pasado d¨ªa 20 a dar un recital, dio una sonada espantada el primer d¨ªa de ensayo de una Traviata que dirig¨ªa Pier Luigi Pizzi hace cuatro a?os.
"La Scala se ha equivocado conmigo. Los hemos denunciado. No puedes cantar y ensayar un mes y que no te paguen"
"Cuando recuerdo mis a?os en el cabar¨¦, los veo como una pel¨ªcula. Me veo como un actor de cine antiguo. No soy yo"
Quiz¨¢ jugar al rugby durante 10 a?os le convirti¨® en una especie de roca que resist¨ªa como nadie los golpes. Pero no, no s¨®lo eso. Otras cosas le han ayudado m¨¢s que saber escabullirse de una mel¨¦ salvaje. Lo primero, la familia. Se cri¨® en un suburbio de Par¨ªs de esos en los que hoy es f¨¢cil ver arder coches. Fue el primero de los 30 descendientes de su bisabuela ?a la que conoci¨® hasta que ¨¦l cumpli¨® 20 a?os? en crecer lejos de la Sicilia siempre a?orada por sus padres. Hab¨ªan emigrado hacia el pa¨ªs m¨¢s rico del Mediterr¨¢neo en busca de una vida mejor, pero el poco dinero que ganaba su padre como obrero de la construcci¨®n no les evit¨® conocer a fondo la pobreza a Roberto y a sus tres hermanos, dos de los cuales, m¨¢s peque?os que ¨¦l, est¨¢n tambi¨¦n metidos en el negocio del canto.
Roberto se cri¨® en la calle y siempre se sinti¨® desarraigado. Italiano en Francia, franc¨¦s en Italia. Y espa?ol de descendencia: "Alagna es Ala?a, con e?e; de los primeros espa?oles que llegaron a Sicilia", afirma en el patio de un m¨¢s que lujoso hotel parisiense, donde se ha presentado sonriente, atus¨¢ndose el flequillo hacia atr¨¢s, con una camisa roja bordada y desatada por debajo de su pecho toro, pantalones blancos, zapatos de cuero relucientes y fular tambi¨¦n blanco.
Vive en Suiza, pero tambi¨¦n tiene una casa en Par¨ªs, donde aprovecha para parir discos superventas, como el reciente dedicado a Luis Mariano ?que ha vendido m¨¢s de 400.000 copias s¨®lo en Francia? o como el que ha estado estos d¨ªas grabando, de canciones sicilianas, antes de trasladarse a Madrid para los ensayos de Il trovatore. Le han advertido de que el p¨²blico madrile?o es duro de pelar. Tambi¨¦n le han contado que a Jos¨¦ Cura le abuchearon cuando la cant¨®. Llega cauto, pero llega, pese a que muchos dudaron de que se le viera en el Real despu¨¦s de ese episodio en La Scala esta misma temporada...
Desde entonces ha cambiado. Es un poco m¨¢s cauto, pero s¨®lo un poco. Conserva el car¨¢cter explosivo y habla claro sobre lo que pasa, ha pasado y lo que pasar¨¢. No sabe si volver¨¢ al templo sagrado. Actualmente est¨¢ en pleito con ¨¦l: "Se equivocaron conmigo", dice. De todas formas, La Scala es un teatro que se le atraganta. Ya hab¨ªa tenido su desencuentro 10 a?os antes en el mismo sitio, cuando Alagna y Gheorghiu discutieron con el entonces todopoderoso Riccardo Muti y abandonaron el teatro, interrumpiendo una relaci¨®n casi paterno-filial entre el director y el tenor. La vuelta de Alagna esta temporada a Mil¨¢n le fue brindada por otro de sus m¨¢s que influyentes amigos, St¨¦phane Lissner, actual responsable de La Scala, que fue tambi¨¦n el primer director art¨ªstico del Real. Pero todo se fue al traste, entre otras cosas, y seg¨²n Alagna, "por una conspiraci¨®n pol¨ªtica".
Aunque exist¨ªan otras razones. Su salud, tambi¨¦n. Se fue del escenario con mal gesto cuando escuch¨® los abucheos; pero cuando, seg¨²n ¨¦l, quiso volver, no pudo. All¨ª hab¨ªa salido en su lugar y en vaqueros el sustituto Antonello Palombi sin que la orquesta, que dirig¨ªa Riccardo Chailly, amigo de Alagna desde hace a?os, dejara de sonar. Ahora, Alagna dice que la culpa fue tambi¨¦n de esa maldita hipoglucemia que le brot¨® en Tur¨ªn. De hecho, es una enfermedad que le ha cambiado y que le ha obligado a cancelar muchos compromisos. Le quita el sue?o y le produce una tremenda debilidad, pero, sobre todo, miedo.
Antes de nada, y no solamente por cortes¨ªa, ?c¨®mo est¨¢?, ?c¨®mo se encuentra?
Lo que yo tengo no se puede curar. La hipoglucemia. As¨ª que cuando estoy en el escenario y puedo cantar, es un milagro. No es f¨¢cil. Hoy no tengo ya fuerza a diario. El az¨²car me puede bajar en cinco minutos, as¨ª que tengo esta espada de Damocles todo el tiempo sobre mi cabeza. Siempre tuve mucha energ¨ªa; ahora no, y me pongo triste. No es bueno cantar con tristeza?
Adem¨¢s le costar¨¢ concentrarse. Estar¨¢ usted m¨¢s pendiente del az¨²car que de otra cosa...
Con el az¨²car bajo, todo el cuerpo se debilita, tambi¨¦n las cuerdas. Pero hay que luchar. El milagro es que todav¨ªa est¨¦ cantando. Hace un a?o fue todo muy duro. Por la ma?ana no ten¨ªa fuerza para caminar. Se puede imaginar lo que cuesta hacer Il trovatore as¨ª. Criticar es muy f¨¢cil, pero cuando sabes lo que es estar en el escenario sin fuerza...
Un infierno.
Como cuando est¨¢s en el agua nadando y no hay nada alrededor. Tienes que controlar cada respiraci¨®n. Pero, bueno, es la vida. Dios me ha dado esto, y no s¨¦ por qu¨¦, pero debo tener confianza. Vamos a ver.
A muchos cantantes grandes, a cierta edad la salud les ha dado estos sustos. Debe ser dif¨ªcil de asumir cuando te crees indestructible. Sentirse fr¨¢gil, humano. ?C¨®mo ha cambiado su vida?
Cuando es normal, cosa de la edad, lo aceptas. Pero una cosa as¨ª ocurre en un d¨ªa y no puedes hacer nada. Yo he cantado toda mi vida sin problemas, sin dormir, sin comer y tan contento. Ahora no es lo mismo, ahora estoy triste a menudo. No puedo soportar contrariedades. El estr¨¦s me baja el az¨²car. Por eso no pude cantar en La Scala cuando me ocurri¨® todo. Ten¨ªa que esperar cinco minutos, al menos. Pero al momento era imposible reaccionar para m¨ª.
Ya. Expl¨ªqueme bien lo de La Scala.
La hipoglucemia me ocurri¨® por primera vez en Tur¨ªn, haciendo Manon Lescaut. Cuando volv¨ª estaba muy d¨¦bil, hab¨ªa estado ingresado en el hospital y todo el mundo lo sab¨ªa en Italia. La semana antes de Aida me hice un an¨¢lisis con el m¨¦dico de La Scala y ten¨ªa 0,50, estaba muy bajo. La gente quiere ver a los artistas cuando est¨¢n bien, no les interesan las excusas.
Entonces, ?por qu¨¦ cant¨®?
Porque estaba feliz, contento, alegre y cantaba bien en los ensayos, no me sent¨ªa d¨¦bil. En el ensayo general y en el debut cant¨¦ maravillosamente, fue todo muy f¨¢cil. En la segunda, cuando ocurri¨® lo que ocurri¨®, fui abucheado antes de cantar, antes de abrir la boca. Eso fue muy complicado. Me parecen bien las cr¨ªticas si haces algo mal, pero sin hacer nada...
A lo mejor se dej¨® llevar por el coraz¨®n m¨¢s que por la cabeza.
S¨ª, claro. Porque yo no estaba enfadado. Chailly, el director musical, y yo ya lo ten¨ªamos planeado porque todo el mundo sab¨ªa que iba a pasar algo. Le dije: "Si protestan, me bajo cinco minutos a beber agua con az¨²car, y luego subo y le pregunto al p¨²blico si continuamos". Estoy seguro de que as¨ª hubi¨¦semos recibido un aplauso.
?Por qu¨¦ no lo hizo as¨ª?
Porque sacaron al otro. Yo esper¨¦ en el camerino, vestido de Radam¨¦s, pero nadie me vino a buscar. En fin, vale. Ya pas¨®.
?Se ha peleado despu¨¦s con Chailly y con Lissner?
No, no. Me sorprendi¨® que Chailly no me llamara ni que hiciera lo que hab¨ªamos quedado. A trav¨¦s de un amigo m¨ªo me lleg¨® el otro d¨ªa un comentario suyo: "Dile a Roberto lo bien que ha cantado la Aida". Y con Lissner habl¨¦ por tel¨¦fono y me dijo que ¨¦ramos amigos y que nada iba a cambiar. Pero yo creo que La Scala se ha equivocado mucho con lo que pas¨®.
Pero cuando dice La Scala, ser¨¢ Lissner, que es quien manda.
No es Lissner. ?l, pobrecito, no puede hacer nada.
Pues, ?qu¨¦ es entonces La Scala?
En este caso no ten¨ªa que ver el teatro, era una lucha pol¨ªtica entre Berlusconi y Prodi. Nada m¨¢s. Es muy f¨¢cil de entender. Antes, Muti estaba apoyado por Berlusconi y le han echado. Ha llegado Lissner con Prodi. Lo que ha pasado es que los de antes han conspirado para estropear una noche y quitarle el ¨¦xito a Lissner, y han buscado a Alagna como v¨ªctima. Me lo advirtieron: "Vamos a abuchearte". Yo lo sab¨ªa. Un artista no debe ser un instrumento de la pol¨ªtica. A un cantante, ?le vas a poner polic¨ªa en un teatro para entrar? No soy un asesino. ?Le han preguntado al p¨²blico qu¨¦ quiere? ?Me han cerrado La Scala a m¨ª! ?Mi templo! Es injusto.
?Volver¨¢ al templo?
No s¨¦, en mucho tiempo. Se han equivocado y tienen miedo. Los hemos denunciado. No puedes cantar y ensayar un mes, que no te paguen y que adem¨¢s cancelen todos los contratos para el futuro. No es justo.
Y usted con qui¨¦n va, ?con Berlusconi o con Prodi?
Con ninguno de los dos, no he votado en mi vida.
?Ni en estas ¨²ltimas elecciones francesas?
No, no. Si hubiese votado ahora, lo habr¨ªa hecho por Sarkozy; me gusta, pero no voto. No me interesa la pol¨ªtica.
En Madrid, ?cu¨¢ntas funciones cantar¨¢? Porque unos dicen cinco; otros, dos?
Tres d¨ªas.
Le dir¨¦ que hay expectaci¨®n.
Ya, pero para m¨ª es dif¨ªcil. Habl¨¦ con el teatro y les dije que lo mejor era cancelar, pero me convencieron de hacerlo por el p¨²blico, y yo he aceptado, aunque es muy dif¨ªcil. Lo har¨¦ lo mejor que pueda.
Adem¨¢s tiene que dejar alto el pabell¨®n de la familia. Porque su mujer, aunque actu¨® el pasado d¨ªa 20, ya se fue una vez del Teatro Real.
S¨ª, otra raz¨®n de m¨¢s. Yo, en mi vida s¨®lo he cancelado una vez por problemas de voz. ?Es mucho? En un Cyrano de Bergerac que cant¨¦ un primer acto con bronquitis y me retir¨¦.
Encima va a tener que hacer un 'Trovador', que es una ¨®pera que se las trae. No muchos se atreven.
Muy dif¨ªcil. La ¨²ltima vez la cant¨¦ en Jap¨®n, ya estaba enfermo. Cant¨¦ tres funciones apoyado en un muro porque no pod¨ªa caminar. La cant¨¦ no s¨¦ por qu¨¦. Porque estoy loco. Si empiezo a cancelar, mi vida est¨¢ acabada. He cantado toda mi vida, y ese repertorio es muy peligroso, hasta cuando est¨¢s bien. Pero el p¨²blico se lo merece. Aunque cuando? Bueno, no quiero hablar de eso, se acab¨®.
No, hombre; hable, hable.
Que no, que no. Es muy dif¨ªcil criticar a un artista cuando uno no est¨¢ en el escenario. Lo que hay que hacer es agradecer la valent¨ªa de quien va a dar toda la sangre que tiene en el alma.
S¨ª, pero a veces, aparte de sangre, hay que dar algo de templanza.
Yo he cantado toda mi vida con amor, sin calcular. No soy un negociante de la voz. Yo soy un artista, act¨²o para dar placer, por amor al p¨²blico. Nunca he hecho nada pensando que vaya a ser positivo para mi carrera, por dinero. En Madrid no voy a ganar dinero, y en La Scala, tampoco.
Pero con su disco de Luis Mariano, s¨ª.
No mucho.
Ah, no. ?Cu¨¢nto ha vendido?
No lo s¨¦ [400.000 copias s¨®lo en Francia]. No calculo, cuando lo hice pens¨¦ que no iba a tener ¨¦xito. Lo hice para mi abuela. Cuando yo era un ni?o, a mi abuela le gustaba. Lo escuchaba con los ojos llenos de luz, y cuando no estaba bien me dijo: "Tienes que hacer un disco con canciones de Mariano".
La familia...
La familia. La familia es muy importante para m¨ª.
Le sale la cosa siciliana.
Cuando eres hijo de la emigraci¨®n, tu familia es tu nido. Cuando yo era ni?o, mi familia se relacionaba con sicilianos, yo no ten¨ªa ning¨²n amigo franc¨¦s. La gente tem¨ªa a mi familia, como si fu¨¦ramos gitanos, u hoy magreb¨ªes. Porque a los extranjeros nos temen porque no nos conocen. Pero mi familia ten¨ªa una pasi¨®n: el canto, la m¨²sica. Cuando no ten¨ªamos dinero, al final de la semana, cant¨¢bamos. ?sa fue mi escuela; no s¨®lo para la profesi¨®n, para la vida. Mi familia es fant¨¢stica: mis padres, mis hermanos, mi abuela, mi bisabuela, a la que conoc¨ª y trat¨¦ 20 a?os, porque todo el mundo se casaba joven. Mi bisabuela y abuela lo hicieron a los 13. Yo hablaba con ella de Caruso. Maravilloso. He vivido toda mi vida en un sue?o. Para m¨ª todo se limitaba a querernos; a hacer las cosas por placer, con honor, con pudor, sin maldades ni envidias. He vivido mi vida como en dibujos animados, hasta ahora que me ha fastidiado esta enfermedad. La vida no es f¨¢cil.
Hombre, su vida no lo ha sido tampoco siempre. Habr¨¢ sido feliz, pero no ha tenido una vida f¨¢cil.
Bueno, si eres feliz, las dificultades desaparecen.
Ya, pero fueron ustedes muy pobres.
S¨ª, pero no hemos padecido por eso. ?ramos una familia unida, grande. Los hermanos de mis padres ten¨ªan muchos hijos. Yo soy el primer nieto de 32 y el primero nacido en Francia.
?Y es m¨¢s franc¨¦s o italiano?
Nunca lo he sabido.
?Por el desarraigo?
S¨ª. Es dif¨ªcil ser el primer extranjero en otro lugar; pero a la larga, eso me ha hecho muy feliz. Tengo dos culturas y estoy casado con una rumana, as¨ª que me consideran el mejor tenor rumano. ?Es fant¨¢stico! Al fin y al cabo he sido feliz, aunque al principio tuviera un destino tr¨¢gico, con mi primera mujer. Muri¨® con 29 a?os. Me qued¨¦ con mi hija. Estaba destrozado, y eso me ense?¨® a que cuando estuviera bien procurar¨ªa dar paz, amor a todo el mundo.
?Era m¨¢s feliz en el cabar¨¦ o en la ¨®pera?
Lo mismo. Cuando recuerdo mis a?os en el cabar¨¦, los veo como una pel¨ªcula. Tampoco creo que fuera mejor que ahora. Me veo como un actor de cine antiguo. No soy yo. Pero eso siempre me ha ocurrido. Es un problema de identidad. Est¨¢ en mi car¨¢cter, soy un rom¨¢ntico. Toda mi carrera ha sido una experiencia para conocerme.
?Lo ha conseguido?
No, no s¨¦ por qu¨¦. Jam¨¢s. Desde ni?o me veo como con unos ojos encima de m¨ª, y eso me hace muy autocr¨ªtico en todo.
?En qu¨¦ m¨¢s?
Todo lo que hago. Como no tengo una identidad clara, hago muchas cosas, todo el tiempo. Pero es como si lo hiciera otro.
?Y eso es bueno o es malo?
Bueno, te enriquece al final porque haces de todo. Pero, al tiempo, es importante saber quererte.
Ego, alimentar el ego.
Yo no tengo ego, ¨¦se es el problema.
Un poco s¨ª que tiene.
No, no.
?Y c¨®mo sale al escenario?
Es un juego. Pero no tengo ego, nunca lo he tenido. Es, de verdad, un problema. Tengo que ser fuerte, porque no lo tengo. Cuando una cosa no va, no lucho. Me voy, me retiro, adi¨®s. No soy competitivo, no me pego con nadie. No pierdo energ¨ªa in¨²tilmente. Quien dice eso de m¨ª, no me conoce.
Entonces, sin ego, ?d¨®nde se queda el divismo?
Para m¨ª, el divismo no es peyorativo; para m¨ª viene directamente de Dios. No son caprichos. Un cantante es un divo, no se puede explicar lo que ocurre en nuestras gargantas. No es normal. Y el tenor, m¨¢s. Porque es una voz que no existe naturalmente. Cuando nos levantamos, la buscamos, no existe nuestro tono en la naturaleza. Los tenores somos mutantes, como en esa pel¨ªcula, s¨ª, en X-men. Es fant¨¢stico, es divino, es eso. Luego est¨¢n los caprichos, las cosas que dice la prensa.
Y el p¨²blico.
No, el p¨²blico no. El p¨²blico entiende. Al p¨²blico le llega una vibraci¨®n que puede transformarse en emoci¨®n, y esa emoci¨®n tambi¨¦n es cosa de Dios.
El de Madrid es un poco exigente. ?Ha hablado con Jos¨¦ Cura? Le abuchearon cuando cant¨® 'El trovador'.
No, no he hablado de eso con ¨¦l. Cuando estamos juntos no hablamos de eso.
Pues entonces, ?de qu¨¦ hablan?
De todo un poco. Mucho de mujeres. S¨ª, s¨ª. Ya s¨¦ que no est¨¢ bien, pero es as¨ª. Vale, el p¨²blico tiene raz¨®n siempre. Cuando canto quiero olvidarme de problemas, evadirme; el p¨²blico, tambi¨¦n, y as¨ª se establece una comuni¨®n.
?Algo religioso?
El teatro es un templo. Cuando estoy solo en un teatro me entran ganas de llorar, como si estuviera en una iglesia. Hay una conexi¨®n con Dios.
?Parece usted muy religioso?
S¨ª, mucho. No podemos explicar lo que tenemos en este mundo. El ox¨ªgeno, cuando lo respiramos, es parte de un cosmos que entra en ti. Todo viene de la atm¨®sfera, de algo que gira sin pilas. ?Es incre¨ªble!
?A qu¨¦ tiene miedo, entonces?
A la enfermedad, es lo ¨²nico que me da miedo. Y que le pase algo a mi familia, a mis hijos, a mis amigos. Aparte de eso, si me cruzo con un le¨®n, seguramente me asusto; pero, lo que m¨¢s, la enfermedad y que les pase algo a los m¨ªos, eso me va a dar que pensar toda la noche.
A la noche tambi¨¦n le tiene miedo, se dir¨ªa.
Ocho a?os en el cabar¨¦, de noche, estropearon mis h¨¢bitos de dormir. El problema es que como soy rom¨¢ntico y nost¨¢lgico, todo el tiempo pienso en el pasado. Me acuerdo de todo. Mi madre me lo dice: "Deja el pasado, ?por qu¨¦ no haces m¨¢s que pensar en el pasado?". Y tiene raz¨®n, porque me da tristeza. Cuando veo a gente que he conocido m¨¢s vieja, me da tristeza. ?se es otro problema que tengo, soy muy altruista, no pienso nunca en m¨ª. Es mi mayor defecto. Todo el mundo me lo dice. Pero es que Roberto no existe, s¨®lo le veo en los ojos de todo el mundo, pero no en los m¨ªos. Es as¨ª.
Es cierto. Uno es un ente que se ve los brazos, las piernas y se extra?a constantemente de s¨ª mismo. Los hombres se ven y no se conocen, se escuchan y no se oyen a s¨ª mismos. ?La voz tambi¨¦n cambia en un cantante cuando la siente dentro y la escucha fuera?
S¨ª, es horrible. Grabar un disco y o¨ªrlo. No me gusta mi voz, nada, porque yo tengo un sonido en mi cabeza que es perfecto, el que me gusta a m¨ª, y no lo puedo crear, y no s¨¦ por qu¨¦. Y eso me hace pensar que no soy bueno, que no basta lo que hago. El sonido que yo escucho es maravilloso. No lo puedo describir, lo siento. Pero cuando lo tengo cerca y quiero hacerlo con mi voz, sale una mierda.
?Cago en diez!
S¨ª, un asco. Es una voz que no est¨¢ en tu cuerpo, est¨¢ fuera de ti. Es una idea.
?El futuro? ?Piensa mucho en ¨¦l?
No, no. Pienso mucho en el d¨ªa; en el futuro, no. Siempre he cre¨ªdo que voy a morir muy joven. No me veo en unos a?os.
?Le asusta la vejez?
No me importa. Lo importante para m¨ª es saber que ma?ana ser¨¢ como hoy. Me da pena que quien yo amo envejezca, eso s¨ª.
?Y los j¨®venes? ?Sigue pensando que hay que hacer esfuerzos con otros repertorios para acercarles a la ¨®pera?
Creo que es mejor darles pasi¨®n de lo que sea, en la m¨²sica, en la literatura. En mi familia, todo ha funcionado por la pasi¨®n. Eso te da todo en la vida. Est¨¢ muy cerca de la locura; con una pasi¨®n puedes olvidarte de todo, incluso si no tienes nada para comer. Te hace resistir, te da la fuerza para cantar cuando no est¨¢s bien. Sin pasi¨®n hubiese sido imposible vivir con Angela todos estos a?os. La gente lo dec¨ªa, que dos cantantes, los viajes, todo eso... Pero seguimos juntos por esa pasi¨®n.
?Y no tiene miedo de que tanta pasi¨®n le vuelva loco?
S¨ª, pero yo ya estoy un poco loco. Ahora me he metido en una ¨®pera con mis hermanos: El ¨²ltimo d¨ªa del condenado. Tienes que estar loco para hacerlo. Mis hermanos son muy j¨®venes, 11 y 12 a?os menos que yo, y yo les he inculcado la pasi¨®n por la ¨®pera.
A prop¨®sito. Ese problema que hubo entre sus hermanos, usted y Giancarlo del Monaco por el montaje que hizo ¨¦l de 'La boh¨¨me' en Madrid, ?se aclar¨®? ?Han quedado como amigos?
Yo pens¨¦ que Giancarlo era un amigo. Me da pena. Pero fue as¨ª. Me llam¨® Lissner [primer director art¨ªstico del Real] para hacer La boh¨¨me con Angela y mis hermanos. En esa ¨¦poca ?hace 10 a?os?, mis hermanos eran muy j¨®venes, y yo pens¨¦ que podr¨ªamos hacerlo con Giancarlo. Le llam¨¦, se lo propuse y me dijo que ten¨ªa que ver la maqueta. Vino a casa de mi madre, hizo fotos, y mi hermano le advirti¨®: "Giancarlo, ?no nos vas a copiar eso, verdad?". Y ¨¦l contest¨®: "Yo tengo demasiado talento como para copiar". Echaron a Lissner del Real y Juan Cambreleng me dijo que no cambiaba nada, pero le puse la condici¨®n de hacerlo con Del Monaco, a lo que ¨¦l se opuso en principio. Le dije que si no era con Giancarlo, no la hac¨ªamos, y acept¨®. Despu¨¦s de eso, Del Monaco trabaja con mis hermanos y les echa cuando todo est¨¢ a punto, nos lo copia con algunos cambios y, claro, no segu¨ª en ese proyecto.
?ltima pregunta desagradable. ?Qu¨¦ le pas¨® con Muti?
?Quiere saber la verdad?
Claro.
Mi relaci¨®n con Muti era como la de un padre y un hijo. Tuvimos un problema que no tiene nada que ver con la m¨²sica, la profesi¨®n y nada eso. Fue un problema de mujeres. ?sa es la verdad.
?En serio?
S¨ª, solamente eso. Te puedo decir que Muti, despu¨¦s de esto, ha hablado muy bien de m¨ª. Todo el rato pregunta a la gente por m¨ª y les transmite sus saludos. Yo s¨¦ que ¨¦l me quiere, como yo le quiero. Pero tuvimos un problema privado, puedo decir s¨®lo eso.
?Se llevaba mal con Angela Gheorghiu?
No es s¨®lo eso. Seguramente tuvo que ver con Angela. El problema fue que me pregunt¨® algo que me molest¨®, que no me pareci¨® justo, y yo, como tengo un car¨¢cter muy temperamental, como ¨¦l me dec¨ªa... Vale, ya s¨¦ que hay que tener cuidado. Pero bueno, se me ha pasado. Le quiero mucho a ¨¦l y a su familia. Me acuerdo mucho de su mujer; de su hija, Chiara. Recuerdo que, cuando era m¨¢s joven, Muti me dec¨ªa: "Qu¨¦ pecado que est¨¦s casado".
?No me diga que le quer¨ªa casar con su hija?
Puede, no lo s¨¦. Recuerdo que cuando hicimos La traviata no hac¨ªa m¨¢s que decirme eso: "?C¨®mo te casaste tan joven?". Luego me insist¨ªa en que me dec¨ªa todo eso como un padre, y le respond¨ªa: "Yo se lo digo a usted como un hijo".
?Volver¨ªa a trabajar con ¨¦l?
No, creo que no, no s¨¦.
Antes era "no", ahora es "creo que no"; dentro de unos a?os, ?qu¨¦ dir¨¢?
Puede, puede. En la vida nadie dice que no para siempre; como en las familias, te puedes pelear y luego te arreglas.
Hasta cuando hay un problema de mujeres.
Siempre que hay mujeres, ya sabe, a los hombres nos gustan.
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