"Llama el Rey para decir hola"
Los 'Diarios de Reagan' revelan el tono amistoso de la relaci¨®n del presidente de EE UU con Espa?a
Los Diarios de Reagan, han dicho los cr¨ªticos, son Reagan en estado puro, sin filtros, sin gui¨®n: la versi¨®n m¨¢s aut¨¦ntica del actor transformado en pol¨ªtico de ¨¦xito, en recordado estadista, en toda su espontaneidad, en toda su sencillez, con lenguaje directo y atropellado, con todas sus acertadas intuiciones y todas sus gruesas lagunas. ?se es el valor de este libro editado esta semana y ¨¦sas son tambi¨¦n sus limitaciones.
En conjunto, se trata de una excelente referencia para medir el estado de las relaciones en aquel momento entre Estados Unidos y Espa?a, un momento hist¨®rico no tan distinto del actual, es decir, con un halc¨®n republicano en la Casa Blanca y un joven socialista en La Moncloa. Pero, como los diarios prueban, fuera de esas semejanzas, todo lo dem¨¢s es distinto. Reagan habla con admiraci¨®n de Felipe Gonz¨¢lez, recuerda con cari?o su viaje a Espa?a, elogia al Rey y demuestra que valora la pol¨ªtica del Gobierno socialista espa?ol y que cuenta con ¨¦l en varios episodios delicados de la pol¨ªtica internacional.
"Es un agudo, brillante, moderado y pragm¨¢tico socialista", dice de Gonz¨¢lez
El ex presidente alude a Felipe Gonz¨¢lez tras su primer encuentro en Washington el 21 de junio de 1983 en estos t¨¦rminos: "Es un agudo, brillante, con personalidad, joven, moderado y pragm¨¢tico socialista. Creo que acertamos con lo que ¨¦l quer¨ªa. Le reprend¨ª un poco por Centroam¨¦rica".
Su siguiente encuentro con Gonz¨¢lez fue el 6 de mayo de 1985 durante la visita de Reagan a Espa?a. Recuerda que conversaron en El Pardo a las seis de la tarde. "Funcionamos bien. Le cont¨¦ todo sobre Nicaragua. Creo que no se dejar¨¢ dominar por Ortega (Daniel Ortega, entonces y ahora presidente de Nicaragua), que le va a visitar despu¨¦s de su visita a Mosc¨². Cuando acabamos la reuni¨®n, ya ¨¦ramos Felipe y Ron".
Esa buena sinton¨ªa, que se refleja en varios pasajes de la pol¨ªtica centroamericana, en aquel entonces un escenario de m¨¢xima tensi¨®n, estuvo a punto de producir resultados en otras crisis mundiales. Por ejemplo, despu¨¦s de que Ferdinand Marcos huyera de Filipinas, Reagan anota en su diario del 12 de marzo de 1986 que el dictador hab¨ªa pedido ser trasladado a M¨¦xico, Panam¨¢ o Espa?a. Dos d¨ªas m¨¢s tarde, el 14 de marzo, Reagan escribe que George Shultz (secretario de Estado) iba a aprovechar su viaje a los funerales de Olof Palme (al que llama Olaf Paline) "para ver si Gonz¨¢lez puede quedarse con Marcos". Finalmente, eso no se concret¨® y Marcos fue a Hawai, donde muri¨® en 1989.
Tampoco fructific¨® lo que Reagan anot¨® el 14 de marzo de 1988 como una oferta de Espa?a para dar asilo al dictador de Panam¨¢ Miguel Antonio Noriega. Ni parece que fuera m¨¢s all¨¢ una anotaci¨®n el 20 de mayo de 1982 en la que menciona una "oferta de ayuda del rey de Espa?a sobre las Falkland (Malvinas)". Se desconoce en qu¨¦ consist¨ªa esa oferta.
Los Reyes aparecen citados en m¨²ltiples ocasiones a lo largo de los diarios. La mayor¨ªa de las veces para anotar simplemente llamadas de cortes¨ªa. Como el 3 de enero de 1985, cuando Reagan escribe s¨®lo: "Llama el rey Juan Carlos de Espa?a para decir hola".
Otras veces con detalles cari?osos, como el 13 de octubre de 1981, con ocasi¨®n de la primera visita oficial de los Reyes a la Casa Blanca bajo su Administraci¨®n, cuando escribe: "Mi primer baile con una reina".
Pero en otras anotaciones, Reagan deja ver mejor su opini¨®n pol¨ªtica sobre don Juan Carlos y su papel en la democracia espa?ola: "D¨¦jenme decir (8 de mayo de 1985, en su visita a Espa?a), la monarqu¨ªa en Espa?a, como un ancla a barlovento, es un factor importante para mantener a Espa?a en el curso de la democracia y el Rey est¨¢ dedicado a ese prop¨®sito. ?l y yo tenemos una relaci¨®n s¨®lida y su amistad con Estados Unidos es sincera y duradera".
S¨®lo otra figura de la pol¨ªtica espa?ola aparece citada en los diarios. Se trata de Manuel Fraga, a quien Reagan anota como "Manuel Frago" y de quien dice en su diario del 24 de julio de 1984 una frase un tanto enigm¨¢tica: "Vino el jefe del partido de la oposici¨®n en Espa?a. Me gustar¨ªa que su partido fuera en el poder como contra los socialistas". Reagan muestra un conocimiento superficial y una preocupaci¨®n s¨®lo ocasional respecto a Espa?a -no hay, por ejemplo, ninguna anotaci¨®n el 23 de febrero de 1981-, pero queda en sus diarios la impresi¨®n de un pa¨ªs con el que las relaciones fluyen con facilidad y al que se refiere cari?osamente.
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