Los dos aspirantes a dirigir el laborismo israel¨ª amenazan con romper el Gobierno
Dos militares en la reserva se disputan el liderazgo del segundo partido del Ejecutivo
Los laboristas israel¨ªes celebraron ayer las primarias para elegir a su candidato para los pr¨®ximos comicios generales, de fecha a¨²n incierta. Pero los efectos de estas elecciones trascienden al partido. Pocos dudan de que el nuevo l¨ªder sacudir¨¢ la precaria estabilidad del Gobierno de Ehud Olmert. El favorito, el almirante Ami Ayalon, sostiene que abandonar¨¢ la coalici¨®n gobernante si el principal partido, Kadima, no destituye a su l¨ªder y primer ministro. El segundo en liza, el ex primer ministro Ehud Barak, amenaza con exigir el anticipo electoral.
Los sondeos a pie de urna revelaban una dura pugna: ambos rozaban el techo del 40% necesario para evitar la segunda vuelta, el 12 de junio. Las previsiones de las encuestas se confirmaron esta vez: Ehud Barak y Ami Ayalon, un pol¨ªtico novato a sus 61 a?os, luchaban por cada voto. El actual presidente del partido y ministro de Defensa, Amir Peretz, qued¨® descartado y su carrera pol¨ªtica cierra un episodio. Los diputados Ofir Pines-Paz y Danny Yatom no conseguieron un significativo respaldo entre los 104.000 afiliados con derecho a voto.
Dirigentes laboristas hablan a menudo de las tendencias suicidas que aquejan a su partido. Aluden a la previsi¨®n de sus estatutos, que ordenan la celebraci¨®n de primarias a mitad de mandato, fuente inagotable de reyertas internas. Es, desde hace a?os, el estado natural de esta formaci¨®n, incapaz de poner orden y de auparse al poder en una sociedad que se desliza sin pausa hacia la derecha.
Olmert es, sin embargo, quien m¨¢s se juega en esta elecci¨®n interna de sus socios de coalici¨®n. Los 19 esca?os laboristas son imprescindibles para conservar la mayor¨ªa -de 78 diputados- que hoy permite gobernar. Sin ellos, el primer ministro caer¨ªa por debajo del umbral de los 61 asientos en una C¨¢mara de 120 legisladores. Una retirada de sus socios forzar¨ªa a Olmert a buscar apoyos en el minoritario partido de los ultraortodoxos askenaz¨ªes.
Son las primeras elecciones posteriores a la publicaci¨®n del informe de la comisi¨®n Winograd, que propin¨® un duro golpe a Olmert, a Peretz y a los altos mandos del Ej¨¦rcito por la gesti¨®n de la guerra contra Hezbol¨¢ en el verano de 2006. Y ese conflicto planea sobre el ambiente. "Seg¨²n la teor¨ªa domin¨®, una vez que el laborismo se impregne del sentimiento de desesperaci¨®n y necesidad de cambio, todos los partidos seguir¨¢n su camino, y al final el sistema colapsar¨¢ y tendremos nuevas elecciones", sostiene Nadav Eyal, analista del diario Maariv.
Barak tiene en mente esa cita prematura con las urnas. Entre otros motivos, porque al no gozar de la condici¨®n de diputado no puede acceder al cargo de primer ministro si no es a trav¨¦s de elecciones. De ah¨ª que anunciara que su decisi¨®n de respaldar al Ejecutivo de Olmert est¨¢ condicionada a que ¨¦ste fije la fecha de los comicios a meses vista. Barak juega la baza de la experiencia militar -es general- y trata de anticipar los tiempos: "La cuesti¨®n es qui¨¦n desean que dirija el pa¨ªs en tiempos de guerra. Y el segundo asunto es que s¨®lo yo puedo derrotar a Benjam¨ªn Netanyahu".
Ayalon, por su parte, ha utilizado las cartas a su favor: su cartel de hombre honesto en tiempos en que la corrupci¨®n sacude a la clase pol¨ªtica israel¨ª, una cualidad no desde?able. Y su apuesta no admite componendas: si Olmert no renuncia al cargo, el Partido Laborista intentar¨¢ que el Gobierno caiga sin demora.
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