El hombre que se refugi¨® en los n¨²meros
Simancas dedic¨® la noche a analizar cifras para no pensar
A Rafael Simancas, hijo de un soldador y un ama de casa, le sorprendi¨® mucho ayer ver su cara desencajada en los peri¨®dicos. Los labios comprimidos. No se dio cuenta, dice. No se reconoce en ese gesto descompuesto, inevitable, mientras desgranaba la radiograf¨ªa de una derrota que ya intu¨ªa, aunque no sospechase su alcance. Sus colaboradores, sus amigos, s¨ª se acuerdan del coro de l¨¢grimas que se desbord¨® bajo el estrado al ver a Simancas, criado en el empedrado de un barrio "casi marginal" de Legan¨¦s, hundiendo, hundido, la cabeza en sus papeles.
Estaba concentrado en pedir disculpas: "Perd¨®n, perd¨®n, perd¨®n, perd¨®n". En retener en la cabeza los datos de los municipios de Madrid. Y en el encargo que le acababa de hacer Rodr¨ªguez Zapatero: un a?o m¨¢s al frente de la FSM. Nada de dimitir. Toca mantener "las riendas". Simancas est¨¢ orgulloso de ser de fiar. Es un pol¨ªtico profesional.
El candidato no se acuerda de haber estado cerca de las l¨¢grimas, pero s¨ª de las de su gente
Es disciplinado, ordenado y competente. Por eso le han llamado 'El Pacificador'
Simancas, nacido en 1966 en Alemania, cosas de la inmigraci¨®n, no durmi¨® en toda la noche del domingo. "Era lo suyo". Estaba preocupado, aunque recuerda madrugadas peores. Horas eternas rebobinando los dedos de los tr¨¢nsfugas Eduardo Tamayo y Mar¨ªa Teresa S¨¢ez pulsando una y otra vez el bot¨®n equivocado. Tiempos de sufrir. Tanto sufri¨® y aquello fue "tan injusto", que casi no se identifica en el espejo. Tiene muchas m¨¢s canas. Cuatro a?os de actos y m¨¢s actos, de trabajo extenuante y una planificaci¨®n milim¨¦trica y "responsable". Pero no ha funcionado: "Algo hemos hecho mal".
No es, pues, la peor de las noches. Pero tampoco de las mejores. Su hijo, a quien no ha podido dedicar todo el tiempo que hubiese querido en la legislatura, duerme. Su mujer, embarazada de ocho meses, tambi¨¦n. Pero Simancas, joven licenciado en Ciencias Pol¨ªticas, aplicado pero no empoll¨®n, piensa en cifras. Tambi¨¦n en lo merecidas que van a ser sus vacaciones de agosto. Piensa, claro, en que ha hecho "cosas mal". En la derrota. Al menos su equipo, el Atl¨¦tico, ha ganado.
Pero en Coslada bailaban concejales. Sub¨ªan, bajaban. Se mov¨ªan las cifras, difuminadas por los miles de folios que el ex candidato Rafael Simancas estudiaba durante la madrugada. Se concentra en el trabajo para no pensar demasiado en el desastre electoral y porque es su responsabilidad. Adem¨¢s, "es importante" el asunto este de Coslada. Simancas dice que mantiene algo de su primera educaci¨®n germ¨¢nica. Es disciplinado. Ordenado y competente. Por eso le han llamado El Pacificador.
Suena el tel¨¦fono. Una, dos, sesenta veces. Hay que recomponer, otra vez, la FSM. Hay que cumplir un encargo. Dentro de un a?o, "ya se ver¨¢". Por de pronto, gente pr¨®xima a Simancas, autor juvenil de obras de teatro, dicen que ya es un "ex candidato".
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