Taranc¨®n y las dos transiciones
Mucho se ha hablado de la transici¨®n pol¨ªtica iniciada en 1975, pero 10 a?os antes, en 1965, hab¨ªa empezado otra transici¨®n, la eclesi¨¢stica, impulsada por el Concilio Vaticano II. En ambas desempe?¨® un papel destacado el cardenal Taranc¨®n.
La doctrina social y pol¨ªtica del Vaticano II tuvo en Espa?a mayor repercusi¨®n que en cualquier otro pa¨ªs. Como Franco hab¨ªa adoptado el catolicismo como pilar de su ideolog¨ªa, al fallarle la Iglesia, el nacionalcatolicismo se tambale¨®. Por eso, el Gobierno y los obispos m¨¢s identificados con ¨¦l trataron de impedir la aplicaci¨®n del Concilio. El mismo 8 de diciembre de 1965 en que Pablo VI lo clausur¨®, Guerra Campos, secretario del episcopado espa?ol, difundi¨® un comunicado que dec¨ªa: "Corresponde a la autoridad civil proteger a la sociedad contra cualquier abuso que se pudiera dar con el pretexto de libertad religiosa... la unidad cat¨®lica es un tesoro que hemos de conservar con amor". M¨¢s grave a¨²n fue la instrucci¨®n pastoral publicada el 29 de julio de 1966 por el mismo Guerra Campos con el t¨ªtulo de La Iglesia y el orden temporal a la luz del Concilio, anticip¨¢ndose a lo que pudiera decir la asamblea plenaria que 10 d¨ªas m¨¢s tarde se reunir¨ªa. Condenaba toda cr¨ªtica al r¨¦gimen en nombre del Concilio, rechazaba la desconfesionalizaci¨®n del Estado y, sobre lo que el Concilio hab¨ªa dicho de los derechos humanos, afirmaba sin rubor: "No creemos que ¨¦ste sea el caso de Espa?a".
En cambio, la gran mayor¨ªa de los fieles, el clero joven y los miembros de los movimientos apost¨®licos (Acci¨®n Cat¨®lica, JOC, HOAC...) se entusiasmaron con el Concilio y se rebelaron contra el intento jer¨¢rquico de ignorarlo. Entonces Morcillo y Guerra Campos desmantelaron todas las organizaciones apost¨®licas y empez¨® un anticlericalismo de derechas que llegar¨ªa al "Taranc¨®n al pared¨®n". Las dos Espa?as se desdoblaron en dos Iglesias. Pablo VI apost¨® entonces por Taranc¨®n para la aplicaci¨®n del Vaticano II en Espa?a.
Para colmar el abismo abierto entre las dos Iglesias, Taranc¨®n celebr¨® en septiembre de 1971 aquella "Asamblea conjunta de obispos y sacerdotes", que ser¨ªa su gran cruz, porque Guerra Campos y otros elementos integristas y franquistas obtuvieron de la Congregaci¨®n del Clero un documento que tachaba de heterodoxa la asamblea. Pero Pablo VI respald¨® a Taranc¨®n y desautoriz¨® aquel documento borde. Taranc¨®n, en nombre de la Conferencia Episcopal, promulg¨® el 23 de enero de 1973 el documento La Iglesia y la comunidad pol¨ªtica que formulaba las relaciones entre la Iglesia y el Estado en t¨¦rminos posconciliares. Su homil¨ªa en la coronaci¨®n del Rey el 27 de noviembre de 1975 y su negativa a identificar a la Iglesia con ning¨²n partido, aunque se llamara cristiano, fueron claves.
Dif¨ªcilmente la transici¨®n pol¨ªtica se hubiera desarrollado tan suavemente si no la hubiera precedido la eclesi¨¢stica. La Iglesia, que hab¨ªa ejercido un papel primordial en los or¨ªgenes del franquismo, en sus postrimer¨ªas actu¨® como un disolvente del r¨¦gimen, y en esta funci¨®n fue protagonista el cardenal don Vicente Enrique y Taranc¨®n, a quien, en el centenario de su nacimiento, se ha rendido en su Burriana natal un solemne homenaje.
Hilari Raguer es historiador.
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