Beirut bajo el terror
El miedo a la violencia paraliza una de las ciudades m¨¢s vitales del mundo, que teme perder otra temporada tur¨ªstica.
Una cinta amarilla con la prohibici¨®n de aparcar recorre de principio a fin la c¨¦ntrica y comercial calle Hamra. Para cruzar de acera en acera en la mayor¨ªa de las avenidas beirut¨ªes es necesario esquivar gruesas vallas de cemento paralelas al bordillo. Hay cabinas telef¨®nicas selladas por doquier, detectores de metal en los centros comerciales, y florecen en cada esquina los controles de la polic¨ªa y el Ej¨¦rcito liban¨¦s.
De d¨ªa la gente hace lo que tiene que hacer lo m¨¢s r¨¢pidamente posible y vuelve a casa. La noche de una de las ciudades m¨¢s vitales del mundo se ha apagado. Ahora es solitaria y est¨¢ llena de desconfianzas. "Es el terrorismo amigo, m¨ªo, es el terrorismo", se lamenta Salim Mawad, un reconocido analista pol¨ªtico que trabaja para que los ni?os de distintas religiones aprendan a convivir en paz.
El negocio de la seguridad se ha convertido en uno de los m¨¢s pr¨®speros
Los libaneses albergaban la esperanza de borrar este verano los dolorosos recuerdos de la guerra que hace un a?o libraron la milicia chi¨ª de Hezbol¨¢ e Israel. En vez de eso, los combates entre los yihadistas sun¨ªes de Fatah al Islam y el Ej¨¦rcito liban¨¦s en un campo de refugiados palestino al norte del pa¨ªs han revivido recuerdos a¨²n m¨¢s nefastos, los de la sangrienta y despiadada guerra civil que asol¨® L¨ªbano entre 1975 y 1990. Aunque los atentados con bomba no son inusuales en la capital libanesa, la aparici¨®n de un grupo terrorista vinculado a Al Qaeda ha puesto los pelos de punta a todo el mundo.
"Voy a tener que aprender ingl¨¦s, no porque vayan a venir turistas, sino porque ¨²ltimamente s¨®lo recojo a periodistas que hacen muchas preguntas que apenas puedo responder", dice el taxista Mustaf¨¢ Jaburi. Jaburi ya no trabaja de noche ni deja salir a sus hijos adolescentes. "Muy pocos bares y restaurantes abren ya por la noche", afirma Nino Beck, encargado del bar Dragonfly en el barrio cristiano de Gemaizeh, famoso por su vida nocturna. "La noche es peligrosa, se puede morir por una bomba o en manos de los militares", a?ade.
El lunes por la noche los militares mataron a dos hombres e hirieron a un tercero en un control sobre la carretera que va al aeropuerto de la capital. El Ej¨¦rcito sostiene que el conductor del taxi, sirio, no quiso detenerse, por lo que los soldados tuvieron que disparar. El coche, que qued¨® como un colador, acab¨® estrell¨¢ndose contra el terrapl¨¦n. Muchos creen que el conductor no se detuvo porque los que no son libaneses tienen prohibido conducir taxis; otros suponen que los soldados, nerviosos y sin experiencia, dispararon por error.
"Hemos redoblado el personal, comprado equipos y prestamos m¨¢s atenci¨®n desde que hace semanas comenzaron a registrarse atentados casi a diario", dice Karin Hadad, directora de la empresa de seguridad Protectrom, la m¨¢s importante de L¨ªbano, encargada de proteger edificios de empresas extranjeras, hoteles de lujo y embajadas.
El negocio de la seguridad es uno de los m¨¢s pr¨®speros en L¨ªbano, llegando a multiplicarse por diez la demanda de algunos servicios. "En los ¨²ltimos meses hemos triplicado nuestras ventas en L¨ªbano", explica desde Dubai Dennis Mark, de la empresa estadounidense Armoredcars, que fabrica coches blindados.
Mientras Mark y sus socios hacen caja, Rhula Masad, encargada de una tienda de lujo del exclusivo barrio cristiano de Ashrafieh, teme quedarse sin empleo. "Tenemos pocas ventas y los costes, en especial los de seguridad, han subido mucho". El incremento de la violencia en Beirut ya se ha cobrado 10.000 puestos de trabajo en el sector servicios en lo que va de a?o, en especial en la hosteler¨ªa, la restauraci¨®n y el peque?o comercio, seg¨²n el economista Tony Saadi.
"El turismo representa cerca del 12% de nuestra riqueza y, despu¨¦s de una Semana Santa muy buena, pens¨¢bamos que este verano ¨ªbamos a recuperar lo que perdimos el a?o pasado por la guerra, pero me temo que si la violencia contin¨²a no nos recuperaremos al ritmo que ten¨ªamos previsto", se lamenta Saadi.
Ihab Husein no llega a los 40 a?os, tiene un caf¨¦ en Hamra y a las ocho de la tarde ya empieza a pensar en echar la persiana. Recuerda que a¨²n durante la ¨²ltima guerra con Israel estaba m¨¢s tranquilo que ahora. "Terrorismo, terrorismo", dice mientras va metiendo las sillas en el local. "V¨¢yase de Beirut mientras pueda... Es lo que han hecho todos en mi familia, s¨®lo quedo yo". Los 12 millones de emigrantes libaneses -tres veces el n¨²mero de los que viven en el pa¨ªs- env¨ªan cada a?o unos 4.500 millones de euros en remesas. En tiempos de guerra, cuando todos huyen y la actividad se para, esos fondos son pr¨¢cticamente lo ¨²nico que mantiene la econom¨ªa del pa¨ªs.
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