Ratificando
No soy capaz de interpretar los resultados de las recientes elecciones. Trat¨¢ndose, como se trataban, de unas elecciones locales y regionales, su interpretaci¨®n debiera ser tan simple como la de su sola lectura num¨¦rica y la de sus combinaciones posibles, es decir, tan sencilla como llegar a la conclusi¨®n de que Od¨®n Elorza ha mejorado sus resultados y que la composici¨®n del nuevo consistorio donostiarra le va a permitir alcanzar un pacto estable y beneficioso para su ciudad. Conclusiones similares se podr¨¢n extraer, con resultados m¨¢s o menos afortunados, en todas las dem¨¢s localidades espa?olas, y as¨ª se har¨¢. Sin embargo, no son esos, pese a que sean los que van a garantizar en gran medida el progreso y la mejora del pa¨ªs, los objetivos en los que no fijamos cuando hablamos de una "lectura" de los datos electorales. Leerlos significa trascender su escueta finalidad para pasar a valorar sus consecuencias en la vida interna de los partidos pol¨ªticos y la mejor o peor situaci¨®n en que quedan estos para alcanzar otros objetivos. Leerlos significa, en definitiva, otorgarles un valor instrumental, del que seguramente nunca est¨¢n desprovistos pero que en esta ocasi¨®n ha adquirido una dimensi¨®n de esc¨¢ndalo. Este pa¨ªs lleva m¨¢s de tres a?os bajo el s¨ªndrome de la revancha, a la espera de 2008; es ese s¨ªndrome el que ha dominado y ensombrecido todo el proceso electoral y es desde ¨¦l desde el que se est¨¢n analizando y leyendo sus resultados. Desde esa perspectiva, que es la que prima, s¨®lo se me ocurre decir que los resultados son bastante decepcionantes tanto para el PP como para el PSOE y que auguran un pr¨®ximo cuatrienio tan lamentable como el actual.
Siendo como ha sido Euskadi el tema dominante, obsesivo, casi enfermizo, de la pasada campa?a, me llam¨® la atenci¨®n que la noche electoral Euskadi desapareciera de escena en los recuentos y an¨¢lisis de los grandes medios de difusi¨®n de alcance nacional. Mov¨ª el dial con profusi¨®n, pero apenas parec¨ªan interesarse por lo que hab¨ªa ocurrido en la tierra irredenta, la tierra sin libertad ni democracia por la que todos parec¨ªan tan preocupados unos d¨ªas antes. Tampoco el resultado navarro, tan crucial para el futuro de la patria, recababa demasiada atenci¨®n ante otras conclusiones al parecer m¨¢s perentorias. Conclu¨ª que se trataba de recoger la cosecha de la cepa Euskadi, cepa que quedaba en la sombra hasta que se calibraran bien los resultados; tiempo habr¨ªa para revitalizarla si as¨ª conven¨ªa. En Euskadi, sin embargo, estaban pasando cosas interesant¨ªsimas, mucho m¨¢s novedosas que las que acontec¨ªan en el resto del territorio nacional, donde la situaci¨®n quedaba poco m¨¢s o menos como estaba.
Naturalmente, un par de d¨ªas despu¨¦s Euskadi regresa al primer plano del debate y vuelve a hacerlo como la cepa Euskadi, de la que se espera una abundante cosecha a unos meses vista. Vuelven los terroristas a las instituciones y Navarra est¨¢ a punto de ser entregada, he ah¨ª los dos temas estrella que no dejar¨¢n de perseguirnos hasta que llegue el momento de la nueva recolecci¨®n. Trataremos de soportarlos con estoicismo, pero no permitiremos que desv¨ªen nuestra atenci¨®n y nos impidan an¨¢lisis m¨¢s sosegados que esos a los que son proclives nuestros salvadores. No olvidaremos, por ejemplo, que Euskadi, y tambi¨¦n Navarra, han ratificado la pol¨ªtica antiterrorista de Zapatero, ni tenderemos a pensar -como a veces da la impresi¨®n al escuchar a algunos comentaristas- que los resultados electorales sean una invenci¨®n a conveniencia de Zapatero para avalar su pol¨ªtica, sino que nos enfrentaremos al hecho de que son datos reales. Es un dato real que el voto nacionalista en Navarra constituye ya casi un tercio de los votos emitidos -un 32,86% en Pamplona y en torno a un 29% en todo el territorio foral-, por lo que ya no tiene sentido, si alguna vez lo tuvo, hablar de vascos aliens y de navarros, y tendremos que hablar de navarros nacionalistas y de navarros que no lo son, como lo hacemos con los guipuzcoanos. Es tan cierto como que constituyen s¨®lo un tercio, sin el a?adido de todos los votos nacionalistas de la comunidad vecina, por lo que su capacidad de influencia y de decisi¨®n ser¨¢ la que le corresponda.
Y es tambi¨¦n un dato real el retroceso del PP vasco -el gran sacrificado de todo este desprop¨®sito nacional-, como son igualmente datos reales el importante ascenso del PSE o el castigo sufrido por el PNV, castigo que le obligar¨¢ a dejarse de ambig¨¹edades y a optar por el soberanismo -cuya cosecha retardada no le est¨¢ siendo muy rentable- o por un autonomismo claro y responsable. S¨ª, tambi¨¦n son un dato real los resultados -legales e ilegales- obtenidos por ANV-Batasuna, datos que completan un cuadro del que podremos ocuparnos con sosiego en d¨ªas sucesivos.
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