Jap¨®n en Andaluc¨ªa
FIRMA INVITADA
Son ya numerosos los j¨®venes andaluces que en los ¨²ltimos a?os se sienten atra¨ªdos por la cultura del Jap¨®n como adelantados del Oriente que viaja hacia nosotros, tal como Europa viaj¨® hacia Oriente durante siglos. El peso de Estados Unidos sobre la cultura de vanguardia espa?ola es determinante a¨²n, pero no es realista pensar que las cosas van a mantenerse as¨ª cuando el dominio econ¨®mico vaya traslad¨¢ndose al este, impulsado por China, India, Jap¨®n y Corea, y esa especie ex¨®tica de Z¨²rich oriental que es Singapur.
Hace m¨¢s de 20 a?os, me gan¨® para su causa la delicadeza de una cultura, de la que provienen tambi¨¦n, en sus im¨¢genes m¨¢s impactantes y populares, las geishas, y los samur¨¢is, y un arte po¨¦tico, el del haiku, que ha calado hondo en nuestro pa¨ªs y, en concreto, as¨®mbrense, entre j¨®venes escolares andaluces, como los del colegio Clara Campoamor, de Lucena. M¨¢s de 90 de ellos, tras sentirlo como propio, hace dos a?os, incluso trasladaron sus composiciones a un libro, titulado Haikus del mal amor. Lo abr¨ªa Luis Felipe Comendador, un estudiante de 2? de ESO, del curso 2003-2004, que cantaba la tragedia del 11 de marzo, en Madrid: "Pas¨® la muerte/ y no tuvo tus ojos./ Hay esperanza".
Algunos pensar¨¢n que todo es producto de la moda, fomentada por varios libros de ¨¦xito llevados a la pantalla por americanos. Pero se equivocan. Son muchos los que se interesan por un Jap¨®n no falseado, por su cine, su cocina o el arte de la composici¨®n floral. Si sumamos que los libros cl¨¢sicos japoneses han dejado de ser marginales aqu¨ª, pues se publican ya en las principales editoriales, no importa demasiado que, por ahora, el teatro noh y el kabuki, el t¨¦ ceremonial, la pintura suiboku o la jardiner¨ªa japonesa, tan relevante para la Historia, permanezcan en un segundo plano. Y no debemos olvidar que con todo ello viajan infinidad de productos industriales, desde el autom¨®vil a la electr¨®nica.
En una sociedad globalizada, que no ofrece muchas diferencias en la vida diaria de las principales ciudades, pues al fin las mismas firmas con sus marcas comerciales dominan las calles de Nueva York, de Par¨ªs o de Tokio, los j¨®venes m¨¢s inconformistas buscan salir de la rutina, la uniformidad y la miop¨ªa que quieren imponerles. Ante ellos se abre un puente que vuela hacia la pasi¨®n y el arte, frente a la barbarie de los dioses que regresan. De ah¨ª que fijen su mirada, por un lado, en el refinamiento de la geisha y, por otro, en el samur¨¢i, una figura compleja, equivalente en parte a la del caballero medieval en Occidente, que ten¨ªa por emblema de su vida la flor del cerezo, hermosa como ninguna aunque ef¨ªmera, que arrastra consigo el primer viento de primavera.
Campos Reina es autor de las novelas Santepar y La g¨®ndola negra.
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