"A veces has de renunciar a lucirte"
Sergi P¨¤mies (Par¨ªs, 1960) ten¨ªa unos principios: ser escritor libre y soltero, esc¨¦ptico y "tendente a la impostura del torturado", como admite. La ca¨ªda hace 11 a?os de "una bomba at¨®mica" como fue la llegada de sus hijos mellizos le salv¨® de eso y le irradi¨® cosas nuevas que literariamente ten¨ªan m¨¢s profundidad y que, adem¨¢s, comunicaban m¨¢s: "Que la familia es una droga mucho m¨¢s adictiva que la hero¨ªna, creo que hay mucha m¨¢s gente que lo quer¨ªa o¨ªr". De ah¨ª surge la "etapa m¨¢s madura y ambiciosa" del autor, seg¨²n mantiene Enrique Vila-Matas en el pr¨®logo a los 20 relatos de Si te comes un lim¨®n sin hacer muecas (Anagrama), donde una hija obliga a sus padres a divorciarse para no ser distinta de sus compa?eras de clase ('Sangre de nuestra sangre') o un marido que se da cuenta de que su familia vive mejor ahora que ¨¦l est¨¢ muerto ('La otra vida').
P¨¤mies admite que no lo entiende, pero si de El ¨²ltim llibre de Sergi P¨¤mies, el ¨²ltimo real hasta ahora, vendi¨® 22.000, del nuevo (siempre en Quaderns Crema) lleva ya m¨¢s de 40.000 y fue el triunfador en la pasada Diada de Sant Jordi. La edici¨®n castellana tambi¨¦n est¨¢ rompiendo moldes para ¨¦l: tras ocho t¨ªtulos, por vez primera Si comes... triplica sus ventas hasta sobrepasar los 8.000 ejemplares. "La culpa la tiene el pr¨®logo de Vila-Matas. Me faltaba ese aval. Quiz¨¢ estoy tomando prestado a sus lectores. La lectura es una enfermedad de transmisi¨®n oral", opina. Y en eso, en la lectura y la literatura estrictas, se refugia para huir de cualquier comentario sobre la pol¨¦mica generada hace s¨®lo unos d¨ªas por su rechazo a la invitaci¨®n de la Generalitat para acudir en octubre a la Feria del Libro de Francfort dedicada este a?o a la cultura catalana: "Me acojo a la doctrina Bartleby: preferir¨ªa no hacerlo", arguye usando la famosa divisa del personaje de Herman Melville.
La teor¨ªa de Winston Churchill de que la suerte es el cuidado de los detalles explica mejor el fogonazo P¨¤mies, que ejemplifica su obsesiva b¨²squeda de la aerodin¨¢mica de los textos, cada vez m¨¢s breves y acerados, hasta el extremo de que por puro divertimento e influencia del periodismo ha cogido un cuento de 13 p¨¢ginas y lo ha jibarizado en 35 l¨ªneas ('Una fotograf¨ªa'): "Primero me dejo poseer por una historia que me pesa, como m¨ªnimo, seis meses. Y cuando me molesta, la escribo. En mi primera versi¨®n hay un cuento, pero aquello no lo es. Has de encontrarlo. Y para eso hay que ir sacando, no poniendo". Siempre ha cincelado igual, pero antes ten¨ªa, dice, menos oficio. "La correcci¨®n la aplicaba peor, no iba tanto a favor del cuento como a favor m¨ªo. A veces has de renunciar a lucirte. Y m¨¢s en el cuento; y m¨¢s en los que yo hago".
En unos relatos ante la lec
tura de los cuales se acaba torciendo el semblante, inquieta la sensaci¨®n de lo prescindible que uno puede llegar a ser para los dem¨¢s. "En los v¨ªnculos establecidos hay mucha impostura, a partir de la cual se articulan situaciones para ir saliendo m¨¢s que bien adelante. Hay una contradicci¨®n entre el horror moral de la impostura y el resultado real de esa impostura. No me parece mal rascar por ah¨ª: intentar explicar muy precisamente c¨®mo los mecanismos de responsabilidad se pueden convertir en soborno o chantaje; o manifestar mi en¨¦rgica protesta por la decepci¨®n que producen las expectativas sentimentales, c¨®mo nos enga?an con una pasi¨®n... En el fondo, el libro es un cat¨¢logo de reclamaciones, pero no contra nadie sino a m¨ª mismo".
Entre esas quejas est¨¢ la de los hijos por aut¨¦nticos tiranos: "De hijos de padres ausentes nos hemos convertido en hijos de padres presentes y eso no garantiza que los nuestros sean menos desgraciados. Hemos intervenido demasiado porque ven¨ªamos del fracaso del m¨¦todo tradicional de nuestros progenitores y del 'todo es or¨¦gano' de nuestros hermanos mayores. Nuestro modelo, por su parte, exige la infelicidad porque reclama la dedicaci¨®n absoluta y est¨¢ marcado por esa facilidad e irresponsabilidad con las que la gente se ha separado. ?Eso, los m¨®viles y las agendas estresadas es la revoluci¨®n que quer¨ªamos? Pues eso es una mierda. Y de eso hablo".
S¨ª, a los personajes de P¨¤mies ya no les quedan puertas por llamar, pero aun as¨ª no impera la conmiseraci¨®n extrema. Hay hasta una cierta armon¨ªa... "Es la contradicci¨®n entre lo que piensas de la vida y c¨®mo la vives. La gente ha de ayudarse, quererse y re¨ªr sabiendo que todo eso no sirve para nada. El absurdo es una garant¨ªa: saber que t¨² no ser¨¢s nunca un buen padre, por ejemplo, es lo que te ha de hacer intentar serlo. Eso explicar¨ªa el punto de iron¨ªa y ternura de mis cuentos". De esa materia est¨¢ hecho el lim¨®n.
Si te comes un lim¨®n sin hacer muecas. Sergi P¨¤mies. Anagrama, 2007. 134 p¨¢ginas. 11,50 euros.
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