La coartada humanitaria
Hijo de padre empresario y de madre militante de la filantrop¨ªa cristiana -caridad, llamaba Amparito a su acci¨®n- era inevitable mi alergia a los aparatos del Estado y de los partidos, mi ambigua cratofobia y mi adicci¨®n a la sociedad civil y a los grupos de base. Ellos fundaron mi convicci¨®n que el progreso y la justicia social no eran una utop¨ªa perversa. Pero las servidumbres de la profesionalizaci¨®n de cualquier actividad, representadas en este caso por las ONG, agregadas a la eficacia contaminante de los medios de comunicaci¨®n han ennegrecido considerablemente el horizonte de esa convicci¨®n. Hoy, el fulgor medi¨¢tico de lo humanitario sirve para todo: para encubrir los intereses de los gobiernos, para hacerse uno famoso, para encontrar empleo o para ser ministro. La deriva aprovechona del ejercicio humanitario en estos tiempos de imperialismos desbocados y de individualismo posesivo y de masa, no puede llevarnos a olvidar el impresionante torrente de sacrificio y de generosidad de tantas y tantos que hacen de la lucha contra el sufrimiento y la miseria, la raz¨®n de sus vidas. Pero lo que es inadmisible es que esa admirable entrega a los dem¨¢s se vea estragada por el carrerismo de algunos y la repugnante voracidad de los Estados y de los que los presiden.
Las agudas reflexiones de Albert Hirschman en Shifting Involvements. Private interest and Public Action, Princeton Univ. Press 1982, nos ayudan a comprender esta lamentable contradicci¨®n cuya expresi¨®n m¨¢s celebre y triste es lo que se viene llamando humanitarismo de Estado, que pronto alumbrar¨¢ por obra del hipermedi¨¢tico Bernard Kouchner, otro problem¨¢tico corredor en Darfur. En 1968 la Cruz Roja francesa recurre a un grupo de m¨¦dicos -suizos, suecos y franceses- para socorrer a la poblaci¨®n de la provincia nigeriana de Biafra que quiere hacer secesi¨®n y a la que el Estado federal somete a una brutal represi¨®n, cercana al genocidio.
Este personal m¨¦dico, que tiene su portavoz franc¨®fono en Kouchner, rompe la consigna de discreci¨®n, garante de la neutralidad que hab¨ªa presidido todas las actuaciones de la Cruz Roja e introduce a los medios en el circuito humanitario. El derecho de ingerencia y la urgencia humanitaria son sus productos m¨¢s conocidos. Los an¨¢lisis m¨¢s fiables de la intervenci¨®n filantr¨®pica en Biafra parecen probar que el Estado franc¨¦s, de la mano de Jacques Foccart, el hombre-?frica del General de Gaulle, con una mano proporcionaba m¨¦dicos y medicinas y con otra, armas y mercenarios.
Anne Vallaeys, en su libro M¨¦decins Sans Fronti¨¨res, la biographie, Fayard 2005, relata c¨®mo se ha impuesto la presentaci¨®n del episodio biafre?o gracias a la acci¨®n de Paddy Davies, responsable de la propaganda de la secesi¨®n biafrana y de la agencia de prensa ginebrina Mark Press. Este libro revela que Kouchner no crea M¨¦dicos sin Fronteras con ocasi¨®n de este conflicto, sino que aparece dos a?os despu¨¦s de terminado, y no en Biafra sino en los locales del semanario m¨¦dico Tonus.
Por lo dem¨¢s, el premio Nobel que se concede a M¨¦dicos sin Fronteras se otorga en 1999, 20 a?os despu¨¦s de que Kouchner tuviera que abandonar la presidencia y fundase una asociaci¨®n rival M¨¦dicos del Mundo, de logros modestos. Dos de sus sucesores, Alain Destexhe en L'humanitaire impossible ou deux si¨¨cles d'ambig¨¹it¨¦, Armand Colin 1993, al igual que Rony Brauman en Le dilemne humanitaire, Textuel 1996, y Utopies sanitaires, Fayard 2000, insisten en su antagonismo con la reducci¨®n medi¨¢tica de lo humanitario, as¨ª como en la colusi¨®n pol¨ªtico-intervencionista de Kouchner, que ha acabado prevaleciendo en muy diversos contextos.
Es posible que, como sostiene Jean-Fran?ois Berger, delegado del CICR, la autocr¨ªtica conlleve desmovilizaci¨®n, pero parece m¨¢s grave el escapismo, cuando no el maquillaje, que entra?a siempre el humanitarismo de Estado. En el mejor estudio en profundidad sobre este tema -La souffrance ¨¤ distance, de Luc Boltanski, Metaili¨¦ 1993- se subraya la diferencia entre la acci¨®n en el terreno y el espect¨¢culo a distancia, as¨ª como la turbiedad de la indignaci¨®n selectiva. El alineamiento incondicional de Kouchner con Israel y su defensa constante de la guerra de Irak, que participan de ella, plantean un grave problema de coherencia y moral p¨²blica.
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