Escapada refrescante a La Granja
El nuevo parador y un centro de convenciones transforman la localidad segoviana
Siempre es agradable hacer una excursi¨®n a La Granja de San Ildefonso, cruzar el Eresma, atravesar el paisaje, verde y gran¨ªtico, y penetrar en un espacio dieciochesco situado en la profundidad de Castilla. Un lugar en el que lo previsible ser¨ªa la linealidad t¨®pica y monocroma de la adusta postal castellana y en el que, sin embargo, el viajero se sumerge en una atm¨®sfera de exquisitez y floresta.
El parador se dispone a lo largo de tres patios: el del 'spa', silencioso; el central, decorado con una estatua de Apolo que parece fugada de los jardines del palacio, y el patio de desayunos
Cibeles, Saturno o Ceres rodean al viajero en la fuente de las Ocho Calles
Como si Watteau o Fragonard hubiesen repintado Castilla y la hubiese puesto en verso Mel¨¦ndez Vald¨¦s. Castilla no son s¨®lo secarrales; pueblos de casas de tres alturas, atravesados por una carretera comarcal; personajes de Guti¨¦rrez Solana; cochiqueras y terneros encajonados en cub¨ªculos para su engorde. La simbolog¨ªa del secano tiene su atractivo, pero es que, adem¨¢s, Castilla son tambi¨¦n curvas, lagunas secretas y recovecos, r¨ªos encajonados, follaje, edificaciones imposibles en el imaginario estereotipado del trillo, la iglesia, la escuela y el cuartel de la Guardia Civil. Si es primavera, llegar a las inmediaciones de Riofr¨ªo, de La Granja, y desembocar en la belleza incontestable de Segovia, constituye un espect¨¢culo de colores: los de la amapola, la retama, los jarales que dan a las colinas apariencia de invierno nevado, el cantueso malva, el crema nebuloso del pan y quesillo.
Hoy contamos adem¨¢s con una raz¨®n a?adida para visitar estos parajes: la inauguraci¨®n de un parador de turismo y de un centro de convenciones en La Granja. El nuevo parador se encuentra en la Casa de Infantes, una de las primeras edificaciones con las que nos topamos al entrar en San Ildefonso. Carlos III mand¨® levantar este alargado edificio para alojar a la servidumbre de los infantes don Gabriel y don Antonio. Tras un incendio sucedido en 1984, el deterioro de la casa era enorme, pero ahora, tras su rehabilitaci¨®n, se ha recuperado su car¨¢cter original, y su interior merece una visita. El parador se dispone a lo largo de tres patios: el del spa, silencioso, que da acceso a una zona-balneario; el central, decorado con una estatua de Apolo que parece fugada de los jardines del palacio, y el patio de desayunos, conectado con el restaurante Puerta de la Reina. Los patios se elevan en cuatro alturas visibles a trav¨¦s de galer¨ªas que se asoman al vac¨ªo a trav¨¦s de arcos de medio punto. La oscuridad rojiza del ladrillo visto y el gris de las barandillas se iluminan gracias a la claridad que penetra por los lucernarios.
Hay una planta m¨¢s, la bajo cubierta; en ella, las habitaciones est¨¢n abuhardilladas y el viajero se encuentra con un artefacto sorprendente para salvar la altura de unas ventanas a las que, sin ¨¦l, no se podr¨ªa asomar: un altillo que puede tambi¨¦n utilizarse como pupitre de lectura. Este mueble responde al esp¨ªritu de la decoraci¨®n del parador, el de la "Ilustraci¨®n imaginada", que pretende dar cabida a los variados intereses del periodo: la bot¨¢nica, la mineralog¨ªa, la industria del vidrio...
En los corredores hay vitrinas con antiguas colecciones de mariposas, piedras de ¨¢mbar, pipetas, y en una de las espaciosas habitaciones especiales -algunas tienen 96 metros cuadrados- se puede admirar un herbario de finales del siglo XIX: los colores de las flores prensadas siguen vivos. Ni las habitaciones especiales ni las est¨¢ndar se parecen a esos inh¨®spitos cuartos de hotel que centr¨ªfugamente empujan al viajero al exterior, porque dan fr¨ªo o miedo... El parador cuenta con otra dependencia, El Canap¨¦, donde se ubican las instalaciones deportivas: una piscina de nado a contracorriente, un simulador de golf, una cancha de p¨¢del... Actualmente se accede al parador por la calle de los Infantes, pero el Ayuntamiento tiene prevista la creaci¨®n de una plaza, al estilo de la plaza de Oriente de Madrid, en lo que es la actual trasera de la casa: en ese momento, el acceso al parador dar¨¢ la vuelta y quedar¨¢ casi frente a las chimeneas de la F¨¢brica de Vidrios, visita obligada por su continente y por su contenido.
Trampantojos de columnas
El cuartel de la Guardia de Corps, edificaci¨®n en forma de T sim¨¦trica a las caballerizas reales, alberga el centro de convenciones; se sit¨²a justo detr¨¢s de la Casa de Infantes sobre el paseo de la Alameda. La fachada, repintada en su color verde papagayo original, se decora con trampantojos de columnas de orden cl¨¢sico; el interior sorprende: luz, diafanidad, euritmia, funcionalidad... Ser¨ªa una l¨¢stima que su auditorio s¨®lo se utilizase para presentaciones y concili¨¢bulos de empresa; la amplitud (432 butacas) y la ac¨²stica del recinto lo hacen muy adecuado para la celebraci¨®n de conciertos, representaciones teatrales o recitales po¨¦ticos. La rehabilitaci¨®n del cuartel ha sido complicada, dado que s¨®lo se conservaban sus muros perimetrales. Es de agradecer que se lleven a cabo inversiones para poner al servicio de todos fragmentos de un patrimonio que, de no ser as¨ª, acabar¨ªa en ruina. En la misma provincia de Segovia, en la Villa de Fuentidue?a, recuerdo un cartel en la puerta de la iglesia que rezaba "Se vende"; tambi¨¦n se dice que un magnate norteamericano compr¨® una ermita rom¨¢nica que se llev¨®, piedra a piedra, para instalarla en su rancho.
Tanto la Casa de Infantes como el cuartel, el palacio Bauer con las columnas y estatuas de su recoleto jard¨ªn, la casa Corbul -sobre la calle del Rey-, el palacete de Santa Cecilia y, en general, el bello caser¨ªo decorado con trampantojos, tan caracter¨ªstico de La Granja, son fruto del desarrollo urbano que se produce en San Ildefonso gracias a la construcci¨®n del Palacio Real, peque?o Versalles, como residencia de verano de Felipe V e Isabel de Farnesio. La fachada y las dependencias interiores -en especial, la sala de las Lacas- del palacio son, sin duda, espl¨¦ndidas, pero si algo llama la atenci¨®n, son los patios y jardines que lo rodean. Estos ¨²ltimos fueron dise?ados por Ren¨¦ Carlier, que los pobl¨® con casta?os de Indias, tilos y secuoyas; las impresionantes vistas de la sierra de Guadarrama se reflejan en los desniveles del agua y contrapuntean el orden franc¨¦s de los parterres y patios.
Las fuentes constituyen el mayor aliciente en el recorrido por este extenso jard¨ªn: justo frente a la fachada principal se contemplan la magn¨ªfica Cascada y la fuente de la Carrera de Caballos, que crea una extensa perspectiva y provoca la sensaci¨®n, subrayada por los visajes del agua, de que las figuras se mueven y pueden esconderse, salir de entre los setos y alcanzar al viajero, distante, que apoya la mano sobre una esfinge: mujeres, con provocativos escotes, que lucen sus mejores galas y que, sin embargo, dejan al aire las bestiales patas traseras... Los jardines y fuentes son un bosque mitol¨®gico, en el que el viajero camina ataviado con t¨²nica -o s¨®lo con un pa?o de pureza sobre el tri¨¢ngulo del sexo- y puede ser asaltado por personajes perdidos extempor¨¢neamente por los parajes castellanos: Cibeles, Saturno o Ceres rodean al viajero en la fuente de las Ocho Calles; la magn¨ªfica representaci¨®n aleg¨®rica de la fuente de la Fama, al final del parterre del mismo nombre -donde huele a boj-; putti, peces, ninfas, caballos, m¨²sicos, dragones..., todos del color del bronce m¨¢s resplandeciente y h¨²medo.
Los ba?os de Diana
El entorno cuenta con un punto de megaloman¨ªa y locura. El chorro de la fuente de la Fama alcanza los cuarenta metros; si se quiere ver las fuentes en funcionamiento, hay que acercarse a La Granja, los mi¨¦rcoles, s¨¢bados y festivos, a las cinco y media. M¨¢s all¨¢, la fuente de los Ba?os de Diana expresa ese modo de desorden, lleno de equilibrio, que define las formas de la escultura barroca y del arte rococ¨®: las figuras se presentan en distintos planos, se mueven bailando al son de la m¨²sica, pero en el centro, atendida por sus doncellas, queda la diosa, no m¨¢s grande que las dem¨¢s, pero inconfundiblemente ella, punto de fuga en la organizaci¨®n de la anarqu¨ªa, clave que da sentido a la notaci¨®n sobre el pentagrama. Porque las fuentes, por su disposici¨®n, sus motivos y su rumor, tambi¨¦n tienen algo de musical. La visita por los jardines es t¨¢ctil, olfativa, auditiva, visual...; si el viajero se mete en la boca una flor de pan y quesillo, la sinestesia es completa.
Naturaleza sin domesticar
Isabel de Farnesio deb¨ªa de ser una mujer de car¨¢cter. A la muerte de su esposo y ante la subida al trono de su hijastro, Fernando VI, decidi¨® levantar una ciudad-corte que s¨®lo dependiera de ella: a unos once kil¨®metros de San Ildefonso, el palacio y el bosque de caza de Riofr¨ªo son el brillante resultado de dicha iniciativa. All¨ª se tiene la oportunidad de ver ciervos, gamos, comadrejas o abejarucos liberados de la cautividad triste de los zool¨®gicos. Llevar all¨ª a los ni?os puede ser un buen m¨¦todo para que, cuando les pidan dibujar un pollo en el colegio, no lo pinten descabezado, con los muslos y pechugas doraditos, listo para hincarle el tenedor. La naturaleza del bosque de Riofr¨ªo no est¨¢ domesticada, pero tampoco es exactamente salvaje: desprende una placidez que al viajero le hace sentirse somnoliento y entrecerrar los ojos.
Es un campo civilizado, sin peligros, dieciochesco y, por tanto, did¨¢ctico, donde podemos aprender la diferencia que existe entre una sabina, un enebro, un fresno, un rebollo, una encina... Las sensaciones se transforman en conocimiento, y ¨¦ste conduce hacia esa felicidad que era la meta suma de las mentes ilustradas. Al final del camino, en un alto, las l¨ªneas neocl¨¢sicas de un palacio rosa en medio de la naturaleza contrastan, por la limpieza de su geometr¨ªa, con los vol¨²menes, entrantes y salientes, de La Granja.
Se puede acabar el viaje en Segovia, un destino que por s¨ª mismo merece una visita aparte y del que, a vuela pluma, son inexcusables el acueducto, las iglesias rom¨¢nicas -San Esteban, San Nicol¨¢s...-, el g¨¦lido interior de la catedral, la sorprendente plaza de San Lorenzo y el Alc¨¢zar, como el palacio encantado de una pel¨ªcula de Walt Disney, que confiere a Segovia el aspecto de una ciudad que ha llegado, desde otra parte, hasta los parajes de Castilla.
- Marta Sanz (Madrid, 1967) fue finalista del Premio Nadal 2006 con la novela Susana y los viejos.
GU?A PR?CTICA
Dormir
- Parador de La Granja (902 54 79 79; 921 01 07 50; www.parador.es). Calle de los Infantes, 3. La Granja. La habitaci¨®n doble, en verano, 155 euros.- Las Fuentes (921 47 10 24). Padre Claret, 6. La Granja. 90 euros.- El Chorro (921 50 69 07; www.tursegovia.com/elchorro). La Mateja, s/n. Navafr¨ªa. La doble, 62.
Comer
- Hilaria (921 47 02 92). Carretera C-601, kil¨®metro 124. Valsa¨ªn. Entre 25 y 35 euros. Men¨², 18 euros.- D¨®lar (921 47 02 69). Valenciana, 1. La Granja. Unos 30 o 35 euros.- Casa Zaca (921 47 00 87). Embajadores, 6. La Granja.
Visitas
- Palacio Real y jardines de La Granja de San Ildefonso (921 47 00 19; www.patrimonionacional.es/granja). Plaza de Espa?a, 17. Los jardines abren todos los d¨ªas de 10.00 a 20.00; a partir del 15 de junio, hasta las 21.00. La entrada a los jardines es gratuita, menos cuando funcionan las fuentes: en junio (para los siguientes meses, consultar m¨¢s adelante), unos 40 minutos, a partir de las 17.30, los mi¨¦rcoles, s¨¢bados, domingos y festivos; precio, 3,40 euros.- Real F¨¢brica de Cristales (921 01 07 00; www.fcnv.es). Paseo del Pocillo, 1. La Granja. De martes a s¨¢bado, de 10.00 a 18.00; domingo, de 10.00 a 15.00; del 15 de junio al 14 de septiembre, s¨¢bados y domingos, de 10.00 a 19.00. 3,50 euros.
Informaci¨®n
- Oficina de turismo en La Granja de San Ildefonso (921 47 00 18; 676 45 73 95; www.lagranja-valsain.com).- Turismo de Segovia (921 46 60 70; www.segoviaturismo.es).- www.turismocastillayleon.com.
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