Ruinas
Los arque¨®logos son unos seres melanc¨®licos que van por el mundo con una pala y un rastrillo en busca de tesoros fabulosos que nadie m¨¢s que ellos valora. Hace unos d¨ªas se descubri¨® la tumba de Herodes en Cisjordania y de momento, israel¨ªes y palestinos han aprovechado el hallazgo para enredar a¨²n m¨¢s su odio en ese territorio crucificado.
De ni?a, una tarde mientras le¨ªa una enciclopedia infantil tumbada boca abajo en la cama, me encontr¨¦ con un episodio sobre las excavaciones de Schielmann en Troya que me marc¨® hasta tal punto que durante mucho tiempo s¨®lo so?¨¦ con ser arque¨®loga. Cuando Heinrich Schielmann contaba escasamente siete a?os, su padre le regal¨® la Iliada y desde entonces aquel ni?o visionario tuvo perfectamente claro que su destino en este mundo iba a ser encontrar las ruinas de Troya. Con quince a?os hablaba ya la variante ¨¢tica del griego cl¨¢sico y durante toda su vida no hizo otra cosa que prepararse para el gran momento en que su pico de excavador chocara con la m¨¢scara de oro de Agamen¨®n, en el palacio de Micenas en Argos. Estaba convencido de que Troya no pod¨ªa ser un mito. Tard¨® cuarenta a?os en encontrarla, pero lo consigui¨®, gan¨¢ndose para siempre un lugar de honor en mi olimpo particular de h¨¦roes junto a Ast¨¦rix, el capit¨¢n Scott y el hermano peque?o de los Hollister.
No s¨¦ si el descubrimiento de la tumba de un rey asesino de ni?os en una colina de las inmediaciones de Bel¨¦n puede influir en los avatares pol¨ªticos de un territorio ocupado actualmente por colonos jud¨ªos ultra ortodoxos, pero mucho me temo que all¨ª todo el mundo est¨¦ m¨¢s preocupado por demostrar los v¨ªnculos que los unen con Jerusal¨¦n que por evitar otra futura matanza de inocentes.
Lo m¨¢s probable es que la reconstrucci¨®n del arque¨®logo israel¨ª, Ehud Netzer, no sea m¨¢s fiable que cualquier fantas¨ªa novelera, como la que reina en los belenes de Navidad, con lucecitas en el castillo y r¨ªos de papel de plata, porque en el fondo eso es lo ¨²nico que queda de una realidad que desapareci¨® hace m¨¢s de 2.000 a?os sin dejar m¨¢s huella que un enigma irresoluble. Cada ¨¦poca trata de reconstruir el mundo con los elementos de que dispone, porque el ser humano necesita imaginar de alg¨²n modo lo que no puede conocer. Pero a este paso, lo verdaderamente preocupante no es que el pasado sea falso, sino, como dicen los pesimistas hist¨®ricos, que entre sus ruinas el futuro nunca llegue a ser cierto.
Es posible que todos conozcamos, en alg¨²n momento de nuestra infancia, esa iluminaci¨®n s¨²bita que determina para siempre una vocaci¨®n. As¨ª como Schielmann decidi¨® a los 7 a?os que Troya exist¨ªa porque Homero no pod¨ªa mentir y se dedic¨® a excavar en la entrada del estrecho de Dardanelos hasta encontrarla, yo intu¨ª, seguramente, la posibilidad de buscar dentro de uno mismo, paisajes remotos y fascinantes, porque como dice Omar Pamuk, heredero tambi¨¦n de aquellos h¨¦roes troyanos, la Literatura consiste en excavar un pozo con una aguja. Del mismo modo que la v¨¦rtebra de un dinosaurio nos permite reconstruir su esqueleto entero, la memoria es un fabuloso continente en ruinas que s¨®lo podemos reinventar a partir de peque?os hallazgos con los que a veces intentamos explicarnos la vida, buena parte de la cual es, en verdad, inexplicable.
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