El asesino del rol quiere volver a la calle
Javier Rosado, el asesino del juego de rol, el estudiante que el 30 de abril de 1994 asest¨® 19 cuchilladas a un hombre para cumplir las reglas de un macabro juego de mesa, ha solicitado a los jueces el tercer grado penitenciario. Quiere salir de la c¨¢rcel. Y la ley le favorece: no se ha metido en ning¨²n l¨ªo durante su reclusi¨®n y el 28 de octubre de 2006 cumpli¨® las tres cuartas partes de la condena (oficialmente, de 42 a?os) que le impuso la Audiencia de Madrid por el asesinato de Carlos Moreno. Rosado, recluido ahora en la prisi¨®n madrile?a de Soto del Real, est¨¢ ya en la antesala de la libertad.
Sin embargo, ni el fiscal ni los jueces de vigilancia se f¨ªan de ¨¦l. Rosado es "un psic¨®pata muy peligroso" y "carente de remordimientos", sostienen. Rosado lleva ya 13 a?os preso. Hoy tiene 34 a?os y ya no es aquel joven flacucho de 21 a?os y gafas gruesas que, con la ayuda de F¨¦lix M. R., entonces menor de edad, conmocion¨® a Espa?a con el crimen del rol. La v¨ªctima, un empleado de limpieza de 52 a?os, esperaba aquella fr¨ªa noche de abril un autob¨²s en el barrio de Manoteras (Madrid). Eran las cinco de la madrugada y volv¨ªa a casa para descansar. Ni remotamente imaginaba que aquella madrugada, dos j¨®venes de clase media alta de Madrid le iban a provocar una agon¨ªa de 15 minutos. ?El motivo? Ninguno. Su muerte hab¨ªa sido dictada en el curso de un macabro juego de adolescentes.
El fiscal y los jueces de vigilancia creen que Rosado es un psic¨®pata carente de remordimientos
En la c¨¢rcel, se ha licenciado en Qu¨ªmicas,Matem¨¢ticas e Ingenier¨ªa T¨¦cnica de Inform¨¢tica
El abogado del asesino sostiene que, con la ley en la mano, debe salir libre en dos o dos a?os y medio
Ya huele a libertad. Empieza a buscar trabajo y ha ofrecido sus servicios a varias ONG
Se le ha negado una vez el tercer grado, que le permitir¨ªa ir a la c¨¢rcel s¨®lo para dormir, pero ha vuelto a pedirlo
"El castigo que estoy pagando es justo para lo que hice", afirma en una carta a sus padres
Rosado, cerebro e ide¨®logo de ese crimen, es hoy m¨¢s corpulento. Y mucho m¨¢s culto que entonces. Ya no es el introvertido estudiante universitario de tercer curso que se refugiaba en los juegos de rol. En la c¨¢rcel, durante estos a?os, se ha licenciado en Qu¨ªmicas (rama de Medio Ambiente), Matem¨¢ticas (estad¨ªstica) e Ingenier¨ªa T¨¦cnica de Inform¨¢tica. Adem¨¢s, ha aprendido ingl¨¦s y est¨¢ someti¨¦ndose a ex¨¢menes para obtener la licenciatura de Inform¨¢tica. En la c¨¢rcel est¨¢n asombrados de su capacidad de aprendizaje. Nunca antes un preso hab¨ªa estudiado tres carreras en Espa?a. Rosado ha vuelto a hacer lo impensable.
Pero lo que preocupa es su pr¨®xima e inevitable salida de la c¨¢rcel.
El juez de vigilancia penitenciaria y el fiscal siempre se han negado a darle permisos. La mente de Rosado es demasiado compleja y est¨¢ lejos de ser la de un preso ordinario. El asesinato de Carlos Moreno no fue el fruto de un momento de ofuscaci¨®n.
"Javier Rosado es un psic¨®pata, carece de empat¨ªa, su inteligencia no es emocional sino descriptiva y carece de sentimientos, pero a la vez es muy inteligente y puede penetrar tu mente e imaginar qu¨¦ piensas, aunque es incapaz de saber c¨®mo te sientes". As¨ª lo explica Pedro Mart¨ªnez, actual teniente fiscal del Tribunal Superior de Justicia de Madrid y jefe de la secci¨®n de vigilancia penitenciaria cuando se perpetr¨® el crimen. "Es un gran manipulador de las emociones ajenas, y creemos que se entreg¨® al crimen no para liberar tensiones emocionales, sino como deleite", a?ade el segundo jefe de la Fiscal¨ªa de Madrid.
El abogado de Rosado, el catedr¨¢tico de Derecho Penal Luis Rodr¨ªguez Ramos, asegura, por el contrario, que su cliente ya est¨¢ rehabilitado. Y advierte de que, con la ley en la mano, Rosado debe quedar libre como m¨¢ximo "dentro de dos o dos a?os y medio".
Contra el criterio del juez de vigilancia y del fiscal, el asesino del rol viene disfrutando desde 2004 de permisos carcelarios. Se los ha dado la Secci¨®n Quinta de la Audiencia de Madrid, que preside el magistrado Arturo Beltr¨¢n. Se trata de "una forma de preparaci¨®n para la vida en libertad", seg¨²n el auto del tribunal. Hasta el momento, s¨®lo han sido permisos (de entre dos y seis d¨ªas), pero la hora de su definitiva liberaci¨®n est¨¢ cercana. Y nadie podr¨¢ evitarla.
En puridad, Javier Rosado cumple con creces los requisitos para obtener el tercer grado, lo que le permitir¨ªa ir a prisi¨®n s¨®lo para pernoctar. Si no fuera quien es, incluso podr¨ªa alcanzar ya la libertad condicional, dado que se ha portado bien y no ha dejado de estudiar, de devorar libros y de dar clases de matem¨¢ticas a otros reclusos.
Sin embargo, Rosado est¨¢ considerado por los peritos judiciales como alguien "muy peligroso". De ah¨ª la preocupaci¨®n sobre su futuro. En el juicio, en febrero de 1997, las dos psic¨®logas de los juzgados de Madrid que le diagnosticaron, Susana Esteban y Blanca V¨¢zquez, lo advirtieron: "Es un psic¨®pata. No tiene cura. Cuando salga, puede volver a matar". Las dos peritas hicieron ver al tribunal -por encima de los diagn¨®sticos de varios psiquiatras que ve¨ªan en Rosado a un psic¨®tico con personalidad m¨²ltiple, un Mr. Hyde- que el asesino del rol era una persona "fr¨ªa, calculadora y muy inteligente, que distingu¨ªa el bien del mal".
Tanto el juez de vigilancia como el fiscal no han cesado de denegarle los permisos de salida que ha ido pidiendo. Pero ¨¦l recurr¨ªa todas las decisiones y, finalmente, a partir de 2004 logr¨® su primer permiso de la Audiencia de Madrid. Como se port¨® bien, despu¨¦s llegaron m¨¢s.
La psic¨®loga Susana Esteban pas¨® horas con ¨¦l antes de diagnosticarle. Y no se le va de la mente la arrogancia y desinter¨¦s que mostr¨® el interno durante la exploraci¨®n. Sigue convencida de su peligrosidad, aunque introduce un matiz: "Con la edad se mitiga la capacidad de acci¨®n, pero a¨²n hoy sigue sin haber tratamiento para los psic¨®patas. Si Rosado ha aprovechado bien el tiempo en prisi¨®n, podr¨ªa tener un comportamiento normal en la calle y pasar inadvertido. Pero en una situaci¨®n de alto nivel de estr¨¦s, puede ser peligroso. Habr¨ªa que analizar los informes de los psic¨®logos de la prisi¨®n", destaca.
Las juntas de tratamiento -compuestas por educadores y psic¨®logos- de las tres c¨¢rceles por las que ha pasado (Valdemoro, Aranjuez y ahora Soto del Real) tambi¨¦n se han opuesto siempre a los permisos. Fundamentalmente porque no ven en ¨¦l signos de "arrepentimiento, de confesi¨®n, de remordimiento" ante su "espeluznante" crimen.
?ltimamente, la actual junta de tratamiento de Soto, a la vista de que no ha hecho un mal uso de los permisos que le ha dado la Audiencia, ha levantado un poco la mano, pero el juez y el fiscal siguen en sus trece. "El estudio de dos carreras universitarias en la prisi¨®n
[entonces iba por la segunda]", destaca la fiscal¨ªa en un escrito, "no disminuye un ¨¢pice su potencial peligrosidad, habida cuenta de que cuando cometi¨® los delitos viv¨ªa en el domicilio familiar y ya cursaba estudios universitarios, sin que ello impidiera la planificaci¨®n de tan deleznables hechos, que llev¨® a cabo de la forma tan brutal en que lo hizo".
Uno de los motivos que oponen a su libertad jueces y fiscales es que Rosado siempre ha negado el crimen. A¨²n recuerdan la sonrisa ir¨®nica que exhibi¨®, entonces con 24 a?os, durante el juicio, all¨¢ por 1997. No se cans¨® de proclamar que ¨¦l no hab¨ªa asesinado a Carlos Moreno. Y lo negaba sin importarle que su compinche, el menor F¨¦lix M. R., sentado a su lado en el banquillo, lo admitiera abiertamente y pidiese perd¨®n a la familia de la v¨ªctima. "Yo no he hecho eso", proclamaba Rosado. Y lo que es peor: tambi¨¦n renegaba de la autor¨ªa de una suerte de diario -que le confisc¨® la polic¨ªa- en el que detallaba con una terrible frialdad c¨®mo ¨¦l y F¨¦lix mataron a Carlos Moreno. El diario fue una prueba aplastante para el tribunal que, adem¨¢s, le sorprendi¨® en un renuncio. Al final del juicio, que Rosado se pas¨® tomando notas, la juez le dio la ¨²ltima palabra. Para que dijera lo que se le antojase. Entonces solt¨®: "El cuchillo grande lo llevaba F¨¦lix, no yo...".
Rosado ya no r¨ªe. El presidio le ha hecho mella y le ha llevado a reflexionar. Lo que no hizo entonces ni ante el juez instructor ni ante el tribunal que le sentenci¨® a 42 a?os de c¨¢rcel, lo ha hecho despu¨¦s, detr¨¢s de los barrotes. Javier Rosado envi¨® una carta a sus padres en la que, por primera vez, confesaba ser autor del crimen del rol, de la muerte de Carlos Moreno, que dej¨® viuda y tres hijos.
La misiva autoincriminatoria de Rosado a sus padres, que ha sido incorporada al sumario judicial, dice as¨ª:
"El tiempo sigue... Por fin veo sentido a mi privaci¨®n de libertad, a los nueve a?os, seis meses y dos d¨ªas generando en vosotros tanto sufrimiento. El castigo que estoy pagando es justo para lo que hice. Obviamente, nunca m¨¢s har¨¦ a nadie el m¨¢s m¨ªnimo mal. Le he dicho al abogado que mire cu¨¢l es el mejor procedimiento para pedir perd¨®n a los familiares de la v¨ªctima".
En la carta, Rosado expresa su intenci¨®n y deseo de poder trabajar para resarcir a esa familia "con pagos sucesivos" y saldar as¨ª "una gran deuda", y para "tranquilizar mi conciencia".
Rosado contin¨²a: "Estoy m¨¢s tranquilo, m¨¢s resignado, perdon¨¢ndome esta atroz desgracia que he causado a un hombre y su familia, y tambi¨¦n a vosotros; hechos de los que poco a poco he ido siendo m¨¢s y m¨¢s consciente, y cada vez me pesan m¨¢s. Este cambio de actitud
[el reconocimiento del crimen] me lleva a aceptar mi encierro pensando que de este modo se compensa o aligera de alg¨²n modo ese peso...".
Fuentes jur¨ªdicas no descartan que esa carta pueda ser una treta del interno para hacer ver a los jueces que s¨ª que est¨¢ ya arrepentido de su acci¨®n. Precisamente, el argumento del fiscal para oponerse a los permisos es que no hay en Rosado "un sentimiento de culpa", sino que todo en ¨¦l es "autoexculpaci¨®n".
Rosado, seg¨²n la tesis de la fiscal¨ªa, no ha logrado a¨²n desprenderse de su patolog¨ªa psicop¨¢tica: "Sadismo, frialdad, ausencia de remordimientos y negaci¨®n del crimen". En esta tesis no se da excesivo cr¨¦dito a la carta incorporada al sumario. Porque a¨²n carece de remordimientos, se?alan. Y sigue sin reconocer que ¨¦l fue el urdidor y cabecilla del horrible crimen, el cerebro de un complejo juego de tablero, ficticio, luego llevado a la realidad por dos j¨®venes armados con cuchillos que parec¨ªan salidos de la pel¨ªcula American Psycho. La psic¨®loga Esteban ve dif¨ªcil interpretar lo que hay de realidad en la mente de una persona as¨ª. "Esa carta puede ser verdad o fruto de una estrategia", comenta.
Sea ahora o no un psic¨®pata peligroso, la Audiencia de Madrid tiene claro que, m¨¢s tarde o m¨¢s temprano, Rosado tendr¨¢ que salir de la c¨¢rcel. Y que, de todas formas, la tesis del fiscal, la posibilidad de que reincida, resultar¨¢ inaplicable cuando llegue la hora de otorgarle la libertad por imperativo legal. Y eso puede ocurrir en dos o tres a?os, no m¨¢s. "Estamos en un Estado de derecho y no cabe la arbitrariedad", se?alan fuentes jur¨ªdicas.
Cuando los presos cumplen las tres cuartas partes de la pena, lo habitual es que se les otorgue el tercer grado penitenciario. ?ste permite que el interno s¨®lo tenga que ir a la c¨¢rcel para dormir. Y, obtenido el tercer grado, suele llegar la libertad condicional. A Rosado se le ha negado una vez el tercer grado, pero ¨¦l ha vuelto a pedirlo. Y ahora se tramita de nuevo la petici¨®n.
Para Rosado rige el C¨®digo Penal, el de 1973. El asesino del rol s¨®lo ha cumplido, de momento, 13 de los 42 a?os de c¨¢rcel a los que fue condenado. La citada normativa, derogada y endurecida despu¨¦s, reduce autom¨¢ticamente a 20 a?os cualquier pena superior a los 30. Y, adem¨¢s, sobre esta pena ya reducida se resta un d¨ªa por cada jornada de trabajo en la c¨¢rcel.
Rosado se ha valido nuevamente de su inteligencia para acortar su condena. "Ense?a matem¨¢ticas a otros reclusos, no para de estudiar y, adem¨¢s, se comporta bien y ha cumplido las tres cuartas partes de la pena", insiste Rodr¨ªguez Ramos. Desde Instituciones Penitenciarias se confirma que "nunca se ha metido en l¨ªos en la c¨¢rcel y que observa un comportamiento impecable".
Es curioso, pero su abogado pidi¨® en el juicio al tribunal que considerase a Rosado un enfermo mental; es decir, alguien irresponsable e inimputable. Pero los jueces concluyeron que Rosado es un "psic¨®pata y un s¨¢dico", pero con un matiz: es muy inteligente y distingue perfectamente entre el bien y el mal. Si lo hubieran considerado un psic¨®tico, nadie hablar¨ªa ahora de su pr¨®xima libertad. Estar¨ªa encerrado muchos a?os. No en una c¨¢rcel, pero s¨ª en un psiqui¨¢trico penitenciario, con un r¨¦gimen interno duro y que en nada se parece a un albergue de ocio. "Habr¨ªa estado all¨ª 30 a?os y no habr¨ªa podido reducirse la pena a base de clases de matem¨¢ticas a otros internos", admite su abogado. "Pero no fue as¨ª y pr¨®ximamente debe recuperar la libertad", zanja.
Rosado ha tenido suerte. Sus recursos pidiendo permisos han ca¨ªdo en manos de la Secci¨®n Quinta de la Audiencia, popular entre los reclusos madrile?os por autos en los que se prima la reinserci¨®n frente al efecto punitivo.
Su vida carcelaria cambi¨® en 2004. Tras una racha constante de noes a los permisos por parte de la propia c¨¢rcel, de jueces y fiscales, en 2004 hall¨® la primera rendija hacia la libertad. El tribunal, en medio de estrictos requisitos y condiciones, accedi¨® a darle su primer permiso ordinario.
Antes de esa salida tuvo otra, pero s¨®lo dur¨® unas horas y tuvo un car¨¢cter extraordinario. Entonces llevaba entre rejas unos seis a?os y estaba recluido en la madrile?a c¨¢rcel de Valdemoro. Sin quitarle la vista de encima, dos polic¨ªas le llevaron escoltado a la universidad. Ten¨ªa que hacer el examen final de su carrera de Qu¨ªmicas. Para los ex¨¢menes, sol¨ªan ir a la c¨¢rcel los profesores, pero esa vez su presencia resultaba ineludible en el laboratorio de su universidad. Todas las carreras las ha hecho a distancia, en la UNED. Rosado suplic¨® al tribunal que le dejase salir. Le quedaba una prueba pr¨¢ctica para acabar la que iba a ser su primera carrera universitaria entre rejas. Le dejaron, hizo el examen, aprob¨® la asignatura y la carrera, y volvi¨® a la c¨¢rcel. Se anim¨® y sigui¨® estudiando.
Ahora, con una mente llena de n¨²meros, libros y ampl¨ªsimos conocimientos de inform¨¢tica, qu¨ªmica, matem¨¢ticas e ingl¨¦s, el asesino del rol ve acercarse el final de su cautiverio. En la calle le esperan sus padres y un hermano. Y tambi¨¦n un mundo gobernado por la inform¨¢tica, materia en la que se ha hecho un experto.
Ya huele la libertad y ha empezado a moverse para buscar un trabajo en el exterior. Ha contactado con varias ONG y les ha ofrecido sus servicios. Tener un trabajo es un aval para conseguir el tercer grado. Y Rosado lo sabe.
"El rol y aquel chico ya no existen", dice el menor que ayud¨® a Rosado
A JAVIER ROSADO le quedan poco m¨¢s de dos a?os de c¨¢rcel. Su compinche, F¨¦lix M. R., apenas ha cumplido 4 de los 12 de a?os que le impuso la Audiencia de Madrid. Ten¨ªa 17 a?os cuando ayud¨® a matar a Carlos Moreno. Con 21 a?os, qued¨® libre. Tan autor del crimen como Rosado, el tribunal le rebaj¨® sustancialmente la pena. B¨¢sicamente porque era menor de edad y por entender que era un gregario de Rosado. Adem¨¢s, la Ley del Menor aprobada en 2000 y que elev¨® la edad penal a 18 a?os de c¨¢rcel le benefici¨®. F¨¦lix dej¨® la c¨¢rcel pero no se fue directamente a casa. Durante algo m¨¢s de un a?o comparti¨® un piso para presos habilitado por la Fundaci¨®n Horizontes Abiertos, que dirige el jesuita Jaime Garralda. Coincidi¨® con internos muy peligrosos.Empez¨® a estudiar Inform¨¢tica en la c¨¢rcel. Su buena conducta, su "responsabilidad" en los cometidos que se le asignaron en prisi¨®n, entre ellos tareas de cocina, "la seriedad en sus estudios" y, fundamentalmente, su "veraz arrepentimiento" determinaron su pronta salida de la c¨¢rcel. "Entonces era un chico muy necesitado de cari?o y atenci¨®n", explica el padre Garralda. "Se le ve¨ªa muy nervioso, a punto de hacer cualquier locura". Pero con el tiempo lleg¨® la calma. Los fines de semana sol¨ªa visitar a su padre, due?o de dos cafeter¨ªas, y se quedaba a dormir all¨ª. Su madre muri¨® siendo ¨¦l un cr¨ªo.Al dejar el piso, F¨¦lix decidi¨® rechacer su vida en Berl¨ªn (Alemania). Habl¨® con su padre y ambos vieron que era la mejor forma de evadirse. En Madrid, y libre, la presi¨®n ser¨ªa muy fuerte. Pero hace un a?o, volvi¨® a Madrid. Y visit¨® aquel piso carcelario para agredecer el apoyo de amigos y educadores. "Ya tengo mi vida organizada y quer¨ªa daros las gracias. No quiero hablar m¨¢s de aquello; el rol y aquel chico ya no existen, han muerto; ahora soy otra persona", aseguran en Horizontes Abiertos que les coment¨®.
El diario del asesino
HAN PASADO 13 A?OS desde que el crimen del rol destroz¨® para siempre a la familia de Carlos Moreno. El hombre se defendi¨® durante 15 minutos. No pudo evitar las 19 cuchilladas que, respondiendo a las reglas autoimpuestas de un juego de mesa, le asestaron dos muchachos de clase media alta de Madrid. Todo lo detall¨® Rosado en un espeluznante diario que la polic¨ªa encontr¨® d¨ªas despu¨¦s y que fue clave para reconstruir la escena.Eran las cinco de la madrugada del 30 de abril de 1994. La v¨ªctima, que trabajaba en una empresa de limpieza, volv¨ªa a casa para dormir. A esa hora s¨®lo ¨¦l estaba en la marquesina. Vio a dos chicos, uno alto, encorvado, Javier Rosado, y otro robusto con cara ani?ada, F¨¦lix M. R., entonces de 17 a?os. Se acercaron a ¨¦l con paso decidido. Para ellos, en ese momento, Moreno no era un ser humano. Era una ficha del juego que cre¨® Rosado. Lo bautizaron "Benito". Y concordaba con lo que buscaban.El juego consist¨ªa en matar en una franja horaria nocturna concreta a una persona determinada. Establec¨ªa que, entre las tres y las cinco de la madrugada, deb¨ªan matar a un hombre "regordete" y "est¨²pido". Antes de las tres deb¨ªa ser una mujer. Una vecina de Manoteras se salv¨® milagrosamente. Cuando iban a por ella, con guantes de l¨¢tex y cada uno con un cuchillo, se meti¨® en el portal de su casa. Desistieron. Coincidi¨® tambi¨¦n, por suerte para ella, con que se rebas¨® la hora en que la v¨ªctima deb¨ªa convertirse en un var¨®n.Moreno no goz¨® de la misma suerte que esa mujer. "Mira ¨¦se, tiene cara de idiota, y lleva unos calcetines est¨²pidos", escribe Rosado en su diario. Se acercaron a ¨¦l, le miraron de arriba abajo y le sacaron los cuchillos. Moreno pens¨® que estaba siendo v¨ªctima de un atraco. No imagin¨® lo que ven¨ªa despu¨¦s. "Pon las manos a la espalda y muestra el cuello", le orden¨® Rosado. Los tres folios manuscritos de Rosado narran, con todo tipo de detalles sobrecogedores, c¨®mo ¨¦ste y el menor F¨¦lix mataron a Carlos Moreno.La regla del juego estipulaba que "Benito" deb¨ªa morir degollado. As¨ª, mientras Rosado se concentraba en atravesar el cuello de la v¨ªctima con su arma, F¨¦lix M. R. deb¨ªa "debilitar" a "la presa" d¨¢ndole navajazos en el est¨®mago.Rosado anota que "la presa" se revolv¨ªa. La agon¨ªa de Moreno dur¨® 15 minutos, seg¨²n la sentencia.La ausencia de m¨®vil despist¨® a la polic¨ªa durante tres meses. Al final, un amigo de la pandilla de Rosado delat¨® al asesino. Rosado y F¨¦lix se jactaban ante sus amigos de que eran ellos los que hab¨ªan matado al hombre de cuya muerte hab¨ªa informado la televisi¨®n. Desde el sof¨¢ de su casa, Rosado contradec¨ªa con sorna los errores de los telediarios.A?adi¨® que habr¨ªa m¨¢s muertes. As¨ª que el amigo decidi¨® contar lo sucedido a un sacerdote: se hab¨ªa percatado de que Rosado y F¨¦lix hab¨ªan aireado que volver¨ªan a matar.El cura le aconsej¨® contarlo a sus padres y ¨¦stos alertaron a la polic¨ªa: ambos j¨®venes iban a salir esa noche de nuevo de caza. La polic¨ªa les detuvo cuando F¨¦lix y Rosado hab¨ªan comprado ya los guantes de l¨¢tex y se encaminaban a por una "segunda presa" de un macabro juego de mesa que hab¨ªa saltado de forma sangrienta a la realidad.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.