Resucitar en otro mundo
Un polaco cay¨® en coma bajo el comunismo y despierta en el capitalismo
El milagro se ha producido y, despu¨¦s de 19 a?os en coma, el ferroviario polaco de 65 a?os Jan Grzebski ha despertado y habla. Padre de cuatro hijos, sufri¨® un accidente el a?o 1988 al darse un golpe contra un vag¨®n de un tren en marcha. Como consecuencia, desarroll¨® un tumor cerebral, perdi¨® el habla y qued¨® sumido en un coma. Los m¨¦dicos le dieron dos meses de vida, pero la fe de su mujer y los cuidados que le dedic¨® lograron que sobreviviera.
"En 19 a?os, mi esposa no me dej¨® ni un momento. Eso me salv¨® la vida", afirma Jan Grzebski
Gertruda, la mujer fuerte que no perdi¨® la fe en la recuperaci¨®n de su marido, recuerda ahora: "Yo llor¨¦ y rec¨¦ mucho. Los que ven¨ªan a visitarnos preguntaban cu¨¢ndo se iba a morir, pero no ha muerto". En la televisi¨®n polaca, el ferroviario ha reconocido: "Debo mucho al hospital, pero siento un agradecimiento indecible por lo que hizo mi esposa, que en 19 a?os no me abandon¨® ni un momento y siempre se mantuvo a mi lado. Ella se hizo cargo de m¨ª y eso me salv¨® la vida".
El m¨¦dico Boguslaw Poniatowski explic¨® que los cuidados de Gertruda equivalen al trabajo de todo un equipo m¨¦dico de una unidad de cuidados intensivos: "Ella se ocupaba de mover su cuerpo cada hora para evitar que se produjeran llagas por mantener la misma posici¨®n". Recuerda Grzebski que, en medio del coma, o¨ªa c¨®mo "los m¨¦dicos me daban un mes de vida, pero yo no pod¨ªa reaccionar". Y se daba cuenta de los intentos de su familia de comunicarse con ¨¦l, pero no pod¨ªa responder.
La peripecia de Grzebski parece extra¨ªda de la pel¨ªcula Good bye, Lenin!, en la que el hijo trata de disimular ante su madre, comunista ac¨¦rrima que despierta de un coma, que el primer Estado socialista en suelo alem¨¢n hab¨ªa desaparecido y ya no hab¨ªa m¨¢s muro en Berl¨ªn.
Cuando se produjo el accidente de Grzebski gobernaba el general Wojciech Jaruzelski y el orden mundial fijado en la conferencia de Yalta hab¨ªa dejado a Polonia bajo la ¨®rbita comunista. El movimiento de rebeli¨®n iniciado por el sindicato independiente Solidaridad hab¨ªa sido sofocado y no parec¨ªa que, en realidad, el r¨¦gimen comunista de Polonia estaba ya dando sus ¨²ltimas boqueadas.
Grzebski perdi¨® la conciencia en una Polonia comunista, miembro del Pacto de Varsovia y del Comecon, un pa¨ªs desmoralizado, cuyas gentes ten¨ªan que luchar contra la escasez y hacer colas para conseguir los productos b¨¢sicos de la compra.
Y despert¨® en otro pa¨ªs. Polonia ya no es una dictadura. El ferroviario se ha encontrado con una Polonia que vive en una carrera desenfrenada hacia el capitalismo, con grandes fortunas hechas en estos a?os de la transici¨®n. El pa¨ªs cambi¨® el Pacto de Varsovia por la OTAN y el Comecon por la Uni¨®n Europea. La Uni¨®n Sovi¨¦tica ya no dirige los destinos de Polonia, que se ha entregado en manos de Estados Unidos. Por mucho que sus actuales gobernantes, los gemelos Lech y Jaroslaw Kaczynski, se empe?en en aparentar lo contrario, la democracia se encuentra asentada con firmeza.
La nueva Polonia ha causado en Grzebski una sensaci¨®n de estupor. "Cuando ca¨ª en coma no hab¨ªa m¨¢s que t¨¦ y vinagre en las tiendas, la carne estaba racionada y en las estaciones de servicio hab¨ªa colas interminables", dice, mareado ante la oferta de productos en los supermercados. Otra cosa le llama la atenci¨®n: "Ahora veo las calles llenas de gente que hablan por tel¨¦fonos m¨®viles y no paran de quejarse. Yo no tengo motivo de queja". En eso no hubo cambio y los polacos se lamentan como siempre de su suerte.
En la familia de Grzebski, que se mueve en silla de ruedas, tambi¨¦n ha habido cambios: sus cuatro hijos le han dado 11 nietos. Los acaba de conocer.
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