Refundaci¨®n
La ostensible abstenci¨®n registrada en las pasadas elecciones significa que a los electores les importa un r¨¢bano la continuidad o el cambio. Los partidos mayoritarios est¨¢n caducos y los nuevos pueden inspirar aversi¨®n o simpat¨ªa, pero no la suficiente confianza como para dejar en sus manos el tim¨®n de un barco a la deriva. Lo cual me anima a proponer la refundaci¨®n de un partido extinto y olvidado: los mencheviques.
Sin ser importantes, los mencheviques intervinieron de un modo decisivo en la Revoluci¨®n rusa de 1917. Proven¨ªan de la socialdemocracia, t¨¦rmino contradictorio, y m¨¢s en aquella ¨¦poca de trazos gruesos, y cuando bajaban de esta nebulosa te¨®rica, no se pon¨ªan de acuerdo en nada. Sumergidos en el desastre de la Primera Guerra Mundial, la mitad era partidaria de abandonar la contienda y la mitad de seguir luchando. Despu¨¦s de mucho debate interno se sumaron a la revuelta que depuso al zar y firm¨® el armisticio, pero en el proceso cambiaron varias veces de bando y de aliados. Tras el triunfo de la Revoluci¨®n, estuvieron a favor y en contra de la colectivizaci¨®n y de que el nuevo r¨¦gimen fuera democr¨¢tico o dictatorial. El partido contaba con una fracci¨®n conservadora, otra extremista y otra moderada. Lenin, que no era un tipo dubitativo, les resolvi¨® todas las dudas de golpe. Primero los borr¨® del mapa y luego mantuvo vivo su recuerdo a base de denuestos. Obcecado y miope como buen d¨¦spota, dej¨® las cuestiones trascendentales en manos de Trotsky y dedic¨® todas sus fuerzas y muchos panfletos a pulverizar la oposici¨®n interna y a edificar un gigante con los pies de barro metidos en un barrizal. Contra esto y sin apoyo de nadie, poco pod¨ªan hacer los mencheviques, intelectuales provincianos salidos de las p¨¢ginas de Ch¨¦jov, que disolv¨ªan sus dilemas ¨¦ticos y sus dramas personales en vodka y soliloquios. Ahora est¨¢n en el fr¨ªo museo de los expulsados de la Historia, entre los apasionados decembristas y los maquiav¨¦licos bolcheviques, sus enemigos irreconciliables.
?Qu¨¦ ventaja reportar¨ªa resucitar semejante antigualla? Ninguna. S¨®lo que algunos nos sentir¨ªamos c¨®modos entre aquellos revolucionarios de balneario, que decidieron entrar en pol¨ªtica y se olvidaron el cinismo en la mesilla de noche.
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