El pretexto bioclim¨¢tico
En la periferia este de la ciudad de Vitoria se est¨¢ finalizando el que ser¨¢ el mayor sector del desarrollo urbano de Salbur¨²a. Con 2.614 viviendas, de las cuales un 75% son de protecci¨®n oficial, este barrio establecer¨¢ un nuevo l¨ªmite entre la ciudad y el campo, que en este borde se prev¨¦ definitivo por tratarse de un humedal protegido y recuperado sobre parte de lo que fue un antiguo aer¨®dromo, ahora transformado en parque visitable por los arquitectos Javier Mozas y Eduardo Aguirre, autores asimismo de un singular edificio de oficinas que se est¨¢ concluyendo en su lado norte.
Esta ampliaci¨®n de Vitoria surge en paralelo a otro crecimiento similar en el lado oeste, en el ¨¢rea de Zabalgana, igualmente ligado a un entorno natural protegido. La intenci¨®n del Gobierno de la ciudad es la de equilibrar con un anillo de parques los nuevos desarrollos, para evitar que la urbe acabe por devorar un entorno natural privilegiado. Esta pol¨ªtica es una bandera verde reconocida y que los ciudadanos muestran con orgullo, aunque no consigue aplacar la desaz¨®n que siempre suscita el urbanismo moderno, que cuando es cicatero crea hacinamiento, y cuando es generoso, como en esta ocasi¨®n, diluye en su macroescala la forma urbana, dispersa la actividad, crea una dependencia creciente del autom¨®vil, y ocupa extensiones desmesuradas en las que decrece la vitalidad y la naturaleza pierde su esencia libre para transmutarse en parque tem¨¢tico. En Vitoria hay que reconocer al menos una calidad de dise?o y ejecuci¨®n en estos nuevos barrios que incita a comparaciones odiosas con actuaciones paralelas en otros lugares, como los desolados PAU de Madrid, pero aun as¨ª asusta el comprobar sobre un plano el tama?o que est¨¢ adquiriendo la ciudad y que no se corresponde con su crecimiento demogr¨¢fico.
En este contexto moderno en que se han sustituido las formas reconocibles de ciudad por el concepto sin escala de paisaje urbanizado, la arquitectura es el factor capaz de cualificar ese nuevo lugar en que los edificios gritan como seres aislados, frente al car¨¢cter de piezas tranquilas y amparadas en un conjunto con valor que ten¨ªan en la ciudad hist¨®rica. Quiz¨¢ por ello la gestor¨ªa de viviendas del Gobierno Vasco fue consciente de que deb¨ªa encargar proyectos de calidad para rescatar a los nuevos barrios de la anomia cr¨®nica y la indiferencia cl¨®nica propias de la mayor parte de las promociones privadas. En Salbur¨²a convoc¨® a concurso en el a?o 2001 a reconocidos profesionales para resolver seis torres de viviendas con cuerpos bajos de uso terciario que acotar¨ªan los bordes del pol¨ªgono 8 con edificios significativos en lugares muy visibles. En el lado occidental y en direcci¨®n hacia el centro urbano se premiaron cuatro torres alineadas como cubos de muralla, de las cuales una pareja est¨¢ ideada por Manuel, Ic¨ªar y Sergio de las Casas, y la otra por Mariano Bay¨®n. En el extremo oriental y en frontera con el parque natural se escogi¨® la propuesta de I?aki ?balos y Juan Herreros, con Renata Sentkiewicz, que en su concreci¨®n final ha mutado en cuatro torres en lugar de dos, con la finalidad de concentrar las oficinas en una de ellas, y las viviendas en las otras tres, liberando as¨ª todo el suelo de las parcelas para crear una balsa de agua con fondo oscuro que relaciona los edificios con el entorno del humedal, y confiere a estas arquitecturas el car¨¢cter leve e irreal de un espejismo lacustre.
Las ocho torres de quince
plantas finalmente construidas por estos tres importantes estudios de arquitectos muestran formalizaciones distintas pero coincidentes en sus tendencias propositivas y tecnol¨®gicas. Todas se definen como vol¨²menes netos sin apenas distracciones que marquen la escala real: frente al agobio del bloque colmena y su condici¨®n gregaria manifestada por incontables ventanas y apretadas terrazas, la torre objeto esconde a los individuos tras una piel unificadora y elegante, que en este caso tiene el extremo m¨¢s radical en la obra de ?balos, Herreros y Sentkiewicz, pura abstracci¨®n de franjas horizontales de vidrio y policarbonato gris conformando cuatro prismas girados entre s¨ª, tan cercanos a la arquitectura de oficinas como a las series repetitivas y aleatorias de cierto minimalismo art¨ªstico. En una posici¨®n cercana, pero todav¨ªa pr¨®xima a la expresi¨®n residencial, se encuentran las dos torres del equipo de Manuel de las Casas, que con dos conformaciones de distinta planta e igual altura entablan un di¨¢logo entre ritmos verticales y horizontales de ventanas, a partir de una misma piel limpiamente construida en chapa negra y s¨®lo rota por sustracciones espaciales amarillo ¨¢cido en la torre sur, y peque?as adiciones c¨²bicas de metal y vidrio en la torre norte. Por ¨²ltimo, las dos torres gemelas de Mariano Bay¨®n se encuentran en una posici¨®n intermedia, pues aunque se definen con una envolvente continua de vidrio serigrafiado de marcadas l¨ªneas horizontales, dejan individualizarse de forma sutil a los huecos de las viviendas, actuando el vidrio s¨®lo como cobertura de acabado y protecci¨®n sobre un fondo opaco, al modo de los bloques de viviendas del mismo autor junto al madrile?o parque del Conde de Orgaz.
En sus interiores, todas responden a los patrones tipificados para viviendas de protecci¨®n oficial, y muestran en sus distintas posibilidades de agrupaci¨®n de pisos grandes, peque?os o d¨²plex, las posibilidades que da el partir de una estructura limpia, di¨¢fana y homog¨¦nea, aunque tambi¨¦n las dificultades que impone la actitud extrema de abrir todo el per¨ªmetro en el caso de las viviendas del estudio ?balos Herreros, donde dif¨ªcilmente encuentran su sitio espacios obligados de servicio como escaleras, ba?os o tendederos.
En cuanto a los requerimien
tos bioclim¨¢ticos que impone el v¨¦rtigo creciente de un mundo insostenible, los tres grupos de torres cuentan con medios parecidos y ya experimentados, como las fachadas ventiladas que crean un "colch¨®n" de aire que amortigua las relaciones entre la temperatura interior y exterior del edificio, o los paneles solares que, en torres con tantas plantas y escasa azotea, son a todas vistas insuficientes. De este modo, las torres de ?balos Herreros evitan los puentes t¨¦rmicos de la estructura met¨¢lica colocada vista al exterior y aprovechan con su acristalamiento de baja emisividad las buenas orientaciones de insolaci¨®n en los meses fr¨ªos, aunque puedan tener problemas con la escasa protecci¨®n de unos estores interiores frente al calentamiento estival, como los edificios de De las Casas utilizan la profundidad y reducci¨®n de las superficies de ventanas, o los de Bay¨®n crean una celos¨ªa flotante de vidrio serigrafiado que sombrea y favorece la inercia t¨¦rmica de los muros de cerramiento.
Como se puede apreciar, no se trata de sistemas demasiado caros y sofisticados, que el ajustado m¨®dulo econ¨®mico con que se realiza este tipo de viviendas tampoco permitir¨ªa, siendo la etiqueta de lo bioclim¨¢tico un pretexto promocional algo demag¨®gico en cuanto depende m¨¢s de cuestiones de ancestral l¨®gica arquitect¨®nica que de tecnolog¨ªas esot¨¦ricas, aunque la l¨®gica no sea el principal valor de una sociedad poco educada que antepone el espejismo del consumo desaforado al disfrute de un mundo real, que con no ser degradado puede estar al alcance de todos.
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