"Veo a Don Juan como un James Dean rococ¨®"
Destacado contratenor en su juventud, particip¨® en la renovaci¨®n del inter¨¦s por la m¨²sica barroca. En la actualidad, m¨¢s dedicado a la direcci¨®n, aborda la ¨®pera mozartiana con una versi¨®n discogr¨¢fica de Don Giovanni en la que acude a la idea original para interpretarla en clave moderna.
L a paciencia y la constancia son los mejores aliados del director belga Ren¨¦ Jacobs (Gante, 1946). Ha aprendido a vivir en la ¨¦lite del movimiento barroco sin prisas ni tensiones a?adidas porque en su horizonte musical la palabra competencia no tiene sentido. Como contratenor vivi¨® la revoluci¨®n interpretativa con instrumentos de ¨¦poca al lado de pioneros como Nikolaus Harnoncourt y Gustav Leonhardt. S¨®lo dirige la m¨²sica que ama, Bach, Buxtehude, Monteverdi, Haendel, Telemann, Cavalli -ese milagroso montaje de La Calisto junto al malogrado Herbert Wernicke, con Mar¨ªa Bayo en el reparto, que marc¨® ¨¦poca-, Gluck, Mozart y su ¨²ltimo reto, una ¨®pera seria de Rossini, Tancredi, que ha paseado en versi¨®n de concierto por Roma, Rotterdam, Valladolid, Barcelona, Valencia, Par¨ªs y Colonia en una gira con la Orchestre des Champs-?lys¨¦es que finaliz¨® ayer en Bruselas. Tras su incursi¨®n rossiniana, los aficionados esperan como agua de mayo su nuevo trabajo discogr¨¢fico, una sorprendente y reveladora lectura de Don Giovanni que saldr¨¢ al mercado en septiembre editada por Harmonia Mundi. El bar¨ªtono noruego Johannes Weisser, en el papel de Don Giovanni, encabeza un reparto en el que figuran Lorenzo Regazzo, Olga Pasychnik, Alexandrina Pendatchanska y Kennett Taver.
PREGUNTA. Despu¨¦s de Cos¨¬ fan tutte y Las bodas de F¨ªgaro cierra ahora la trilog¨ªa de ¨®peras de Mozart y Da Ponte con una nueva grabaci¨®n de Don Giovanni. Parece imposible decir cosas nuevas en obras tan conocidas, pero usted ha conseguido iluminar muchos aspectos recuperando el fabuloso valor teatral de los recitativos. ?Con el mito de Don Juan habr¨¢ tambi¨¦n sorpresas?
RESPUESTA. La mejor forma de ser moderno a la hora de recrear una obra del pasado es acudir a las fuentes originales para recuperar la frescura del primer d¨ªa, y en el caso de Don Giovanni conviene recordar que cuando Mozart estren¨® su ¨®pera en Praga el primer protagonista fue un joven cantante de poco m¨¢s de veinte a?os. Por tanto, la mejor forma de ser fiel al personaje es confiar su interpretaci¨®n a un joven cantante. Da Ponte nos habla de un "joven extremadamente licencioso" y esa inconsciencia de la juventud late en Don Juan. No tiene sentido hacerlo con cantantes de cincuenta o sesenta a?os, porque entonces dif¨ªcilmente puede resultar cre¨ªble el car¨¢cter impulsivo de un joven que se entrega a una espiral de desenfreno y violencia. He optado por hacerlo con cantantes j¨®venes y eso cambia la fisonom¨ªa de la ¨®pera. Veo a Don Juan como un James Dean rococ¨®, con una mezcla de rebeld¨ªa y transgresi¨®n. As¨ª lo se?al¨® un cr¨ªtico y me parece muy acertado usar esa descripci¨®n. No hace falta buscar elementos provocativos ni inventar extra?os conceptos dramat¨²rgicos, para ser modernos basta montar la ¨®pera con un Don Juan joven. Igual que hizo Mozart.
P. ?Conoce el pol¨¦mico montaje de Calixto Bieito en el que Don Juan y Leoporello son j¨®venes dispuestos a vivir una noche de desenfreno en una gran ciudad?
R. Conozco el trabajo de Bieito, pero no he visto su montaje de esta ¨®pera. De todas formas, por lo que usted me cuenta, el punto de partida de la propuesta teatral es muy excitante al recuperar la juventud de los personajes para explicar la historia.
P. Muchos de los cantantes que han trabajado asiduamente en sus montajes teatrales y grabaciones, como Mar¨ªa Bayo o Bernarda Fink, aseguran que preparar un personaje bajo su direcci¨®n significa olvidarse de los clich¨¦s y lanzarse a descubrir nuevas perspectivas con un exhaustivo trabajo del texto y la m¨²sica. ?Es dif¨ªcil lograr que un cantante cambie su visi¨®n del personaje?
R. Siempre he evitado el star system, porque lo ¨²nico que me importa es trabajar con buenos cantantes. No necesito divos que quieran imponer una visi¨®n del personaje y sacrificar la obra al imperio de la rutina, de lo previsible, de lo mil veces visto. Hay que trabajar con precisi¨®n los recitativos porque en ellos est¨¢ la evoluci¨®n de la acci¨®n teatral. Eso exige m¨¢s trabajo, sin duda, porque lo sencillo es cortar todos los que puedas pensando que la obra ser¨¢ m¨¢s accesible, juicio err¨®neo porque el ¨²nico problema de los recitativos es que son insoportables si se hacen mal. Pero si los cantantes est¨¢n dispuestos, la ¨®pera cobra una dimensi¨®n extraordinaria. Por eso me gusta colaborar con cantantes que aman su profesi¨®n y est¨¢n dispuestos a desarrollar conceptos nuevos para enriquecer su interpretaci¨®n. Mi oficio exige convicci¨®n y capacidad de seducci¨®n para inspirar a la orquesta y a los cantantes. Pero con los que no quieren cambiar nada, los que se contentan con repetir una y otra vez la misma interpretaci¨®n, no hay nada que hacer. Lo importante es luchar contra la rutina.
P. A muchos de sus seguidores les ha sorprendido ver a Ren¨¦ Jacobs lanz¨¢ndose al mundo oper¨ªstico de Rossini. ?C¨®mo surgi¨® el proyecto de montar Tancredi, su primer gran ¨¦xito en el terreno de la ¨®pera seria?
R. Siento atracci¨®n por el repertorio belcantista y por Rossini, sobre todo sus ¨®peras serias, que son mucho menos conocidas que sus ¨®peras bufas. El proyecto de hacer Tancredi ha llegado tras trabajar las ¨®peras de Mozart y el sinfonismo de Haydn, y obedece a mi deseo de explorar el repertorio italiano del siglo XIX con una orquesta de instrumentos de ¨¦poca tan soberbia como la Orchestre des Champs-?lys¨¦es. Las orquestas de los teatros de ¨®pera no aman demasiado los ensayos, no quieren complicarse la vida, pero cada pupitre de la plantilla debe entender que es responsable de la calidad del acompa?amiento, deben respirar con los cantantes. Rossini exige refinamiento, voces bellas y, si es posible, grandes voces capaces de sostener un crescendo que nace del pianissimo m¨¢s suave al fortissimo m¨¢s brillante. Pero hay voces bellas que no son expresivas. De vez en cuando aparecen prodigios como Montserrat Caball¨¦, de la que soy un fiel admirador, capaces de deslumbrar por la belleza vocal, la perfecci¨®n t¨¦cnica y la expresividad de su canto. Y en el caso de voces rossinianas, es imposible olvidar el legado de Marilyn Horne o el milagroso virtuosismo de Juan Diego Fl¨®rez. En Tancredi he podido trabajar de nuevo con una cantante que adoro, Bernarda Fink. Si tiene buena aceptaci¨®n, me gustar¨ªa grabar la obra y m¨¢s adelante dirigir otra de sus grandes ¨®peras serias, Otello, que es fascinante.
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