Dial¨¦ctica pol¨ªtica
El poder del MLNV reside en buena medida en seguir practicando la coacci¨®n, sostiene el autor, que no ve en ETA voluntad de desaparecer.
"Para poder seguir en guerra hay que hacer creer que se quiere la paz". Esta frase pudiera servir para visualizar el valor operativo de un instrumento que, como el car¨¢cter pol¨ªtico-militar o el proyecto revolucionario del Movimiento de Liberaci¨®n Nacional Vasco (MLNV), suele habitualmente pasar desapercibido en los an¨¢lisis sobre el conflicto vasco. Sin embargo, la dial¨¦ctica es una herramienta pol¨ªtica cuyo h¨¢bil manejo, particularmente por el MLNV, ha permitido distorsionar durante decadas el paisaje cognitivo sobre la realidad pol¨ªtica vasca, procurando asombrosas percepciones especulativas e innumerables espejismos.
Mediante la dial¨¦ctica se procura confundir y desorientar al adversario hasta ofuscarlo, proporcion¨¢ndole motivos ilusorios en los que confiar, que sirven al mismo tiempo para poder ocultar los aut¨¦nticos objetivos y estrategias propios (que permanecen difusas incluso entre sus propios simpatizantes). As¨ª, todav¨ªa se sigue presentando a la opini¨®n p¨²blica que el MLNV busca la paz a trav¨¦s de la negociaci¨®n, o que la tregua es una oportunidad para resolver el conflicto, sin entender que las dos premisas de esa ecuaci¨®n -la disoluci¨®n de la organizaci¨®n a cambio de unos acuerdos pol¨ªticos-, son para ambas partes irrealizables. Tanto porque el Gobierno espa?ol carece de mandato parlamentario y de competencia para negociar sobre territorialidad o autodeterminaci¨®n, como porque tampoco ha entrado en los planes de ETA disolverse, sino permanecer como garante hasta la independencia y el socialismo. Semejantes especulaciones sobre la voluntad de renunciar a la lucha armada tambi¨¦n se manejaron hace diez a?os con ocasi¨®n de la anterior tregua, o hace veinte a?os durante las conversaciones de Argel. Evidentemente no cabe atribuir tales fracasos a ETA, cuya voluntad de paz resulta indispensable para poder mantener su caracter terrorista.
Mediante la dial¨¦ctica se procura confundir y desorientar al adversario para ocultarle los aut¨¦nticos objetivos
Probablemente resulta m¨¢s c¨®modo tratar de creer en la sinceridad de tales mensajes de paz y negociaci¨®n que especular sobre la veracidad de semejantes planteamientos. Sin duda, resulta m¨¢s dif¨ªcil asimilar que no existe voluntad de renunciar a la violencia, dado que el poder del MLNV reside en buena medida en que se siga practicando la coacci¨®n y porque, ni antes ni ahora, se ha emprendido en su seno ninguna revisi¨®n de la ideolog¨ªa que sostiene y justifica el terror. M¨¢s bien, la experiencia nos dice que toda revisi¨®n ha venido acompa?ada del abandono o de la expulsi¨®n del Movimiento. En realidad (en la pr¨¢ctica) se mantiene inalterable el planteamiento de seguir acumulando fuerzas, mientras sigue sin comprenderse que para una estructura politico-militar como el MLNV la violencia de su vanguardia armada es un instrumento necesario para construir a trav¨¦s de la amenaza un "contrapoder popular", combinando la acci¨®n terrorista con la actividad institucional y la dinamizaci¨®n de organizaciones populares. Conforme al credo revolucionario, en el enfrentamiento con la violencia estructural del capitalismo se reconoce impunidad y se entiende como leg¨ªtimo atribuir a una organizaci¨®n fantasmag¨®rica y a sus miembros, un poder de vida o muerte sobre la poblaci¨®n, sin quedar sujeta a ning¨²n tipo de control legal o representativo, como los que se imponen sobre las democracias parlamentarias y el Estado de derecho. Aunque entre ambas concepciones de poder y justicia se abre un abismo moral, se prefiere creer que resulta posible franquearlo a trav¨¦s de unas discretas conversaciones.
Resulta inveros¨ªmil esperar que la renuncia al poder as¨ª obtenido tras casi medio siglo de terrorismo -muy superior que el que corresponde a su representatividad- llegue como consecuencia de un negociaci¨®n politica en el marco de una democracia parlamentaria. Por el contrario, con la negociaci¨®n pol¨ªtica se pretende dar credibilidad a la voluntad negociadora de la organizaci¨®n, de igual manera que con la tregua se busca en realidad crear contradicciones que le permitan fortalecerse, y poder justificar tras su ruptura la continuidad de la violencia. Es desde esa l¨®gica como debiera interpretarse el victimismo ante las declaraciones de ilegalidad sobre las plataformas electorales del MLNV, presentadas como ataques a la democracia, al independentismo o contra Euskal Herria. Y es que, dado que el discurso revolucionario encuentra un respaldo minoritario entre la poblaci¨®n, se recurre a encubrirlo mediante una dial¨¦ctica nacionalista que invoca sistem¨¢ticamente al Pueblo o a la Naci¨®n, sujetos que conforme al discurso patri¨®tico-revolucionario son traicionados por el resto de fuerzas pol¨ªticas, y sobre los que la organizaci¨®n se atribuye una "aut¨¦ntica" representaci¨®n leg¨ªtima.
A pesar de la gravedad que representa la limitaci¨®n de derechos electorales para miles de ciudadanos, la voluntad del MLNV por estar presente en las instituciones no tiene que ver con un inter¨¦s por defender la democracia parlamentaria, en la que no cree, sino con procurarse recursos para acosarla. De hecho, son varios miles los ciudadanos vascos que como consecuencia del terrorismo han visto mermados -de una manera particularmente intensa- algunos de sus derechos civiles y pol¨ªticos b¨¢sicos. De ah¨ª que, a mi juicio, resulte disparatado reclamar que a una estructura pol¨ªtico-militar le sea reconocido un amparo legal.
I?igo Bullain es profesor de Derecho Constitucional y Europeo de la Universidad del Pa¨ªs Vasco.
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