Marea azul
Una marea azul ha inundado la pol¨ªtica francesa con los arrasadores resultados logrados en la primera vuelta de las legislativas por la UMP, el partido de Sarkozy. Los franceses, a¨²n m¨¢s que en 1981 tras la victoria de Mitterrand, han querido darle al nuevo presidente una rotunda mayor¨ªa para gobernar sin trabas, lo cual puede generar problemas de falta de contrapoderes. Tras la segunda vuelta el domingo pr¨®ximo, la UMP podr¨ªa acaparar en la Asamblea Nacional entre 383 y 501 de un total de 577 esca?os, frente a entre 60 y 170 para los socialistas, lo que con la desaparici¨®n de los extremos a la derecha y a la izquierda puede resultar en un sistema bipartidista, aunque desequilibrado. La elevada abstenci¨®n, de casi un 40% -frente a una participaci¨®n de un 85% en las presidenciales-, matiza la situaci¨®n. La desmovilizaci¨®n del electorado ha da?ado m¨¢s a la izquierda que a la derecha, como suele ocurrir.
Estos resultados son una consecuencia l¨®gica de la victoria de Sarkozy, pero tambi¨¦n de lo mucho que ha cambiado la pol¨ªtica francesa. La marea azul no es una mera marea del centro-derecha. El pol¨ªtico m¨¢s popular hoy en Francia es el ministro de Asuntos Exteriores, Bernard Kouchner, fundador de M¨¦dicos sin Fronteras, que anteriormente ya sirvi¨® en Gobiernos socialistas. Visto como un traidor por algunos de sus antiguos colegas, su nombramiento indica el acierto de Sarkozy al integrar un Consejo de Ministros, bajo el mando de Fran?ois Fillon, que abarca desde la derecha hasta la izquierda socialdem¨®crata, con el que parece sentirse satisfecha una ciudadan¨ªa m¨¢s conservadora -a la izquierda del Partido Socialista poco queda-, pero que a la vez se ha alejado de los extremos, tanto del Frente Nacional, con un mero 4,3% y sin representaci¨®n, como del Partido Comunista, reducido a su m¨ªnima expresi¨®n por debajo del 5%. Sarkozy le ha robado a Le Pen no s¨®lo sus votos, sino algunas de sus banderas, especialmente la reticencia ante la inmigraci¨®n.
Aunque varios esca?os dependan de ¨¦l, el centrismo de Bayrou se queda en un proyecto de futuro. Y el Partido Socialista, dividido entre sus baron¨ªas y sus tendencias esencialistas y modernizadoras que abogan por un giro abierto a la socialdemocracia, debe decidir su futuro abri¨¦ndose hacia el centro, no hacia una izquierda inexistente. El PS no ha hecho todav¨ªa su salto a la modernidad. S¨¦gol¨¨ne Royal lo intentar¨¢, pero el resultado de las legislativas se lo va a poner cuesta arriba. Se est¨¢ fraguando en Francia una situaci¨®n que no responde a la cl¨¢sica divisi¨®n entre izquierda y derecha, y que tiene mucho que ver con el regreso de la pol¨ªtica en un pa¨ªs que ha vivido en la decepci¨®n durante demasiados a?os. Sarkozy lo ha entendido bien en su intento de hacer una Tercera V¨ªa a la francesa.
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