Minimalismo europeo
La sede mallorquina de la Fundaci¨®n Juan March cultiva con esmero la divulgaci¨®n del arte centroeuropeo, lo que, dicho sea de paso, agradecen tanto la amplia colonia alemana de la isla como los numerosos viajeros de dicho pa¨ªs. Para la can¨ªcula, y a sabiendas de que esta decisi¨®n se traducir¨¢ en una afluencia considerable, presenta 64 obras procedentes de la colecci¨®n germana de DaimlerChrysler, compuesta por 1.500 piezas. Si hubiera que resumir en una idea las intenciones de esta exposici¨®n valdr¨ªa la siguiente: rescatar al arte minimalista de su adscripci¨®n acad¨¦mica, seg¨²n la cual naci¨® y floreci¨® en el Estados Unidos de los a?os sesenta de la mano de Dan Flavin, Sol LeWitt, Donald Judd y otros artistas que ya est¨¢n en las enciclopedias y en las wikipedias.
ANTES Y DESPU?S DEL MINIMALISMO
Museo de Arte Espa?ol Contempor¨¢neo
(Fundaci¨®n Juan March)
Sant Miquel, 11
Palma de Mallorca
Hasta el 8 de septiembre
El conjunto resulta peculiarmente desigual, ya que se trata de una desigualdad m¨¢s de bloques que de obras. Aclaro: la primera sala (titulada Ra¨ªces en Stuttgart) posee inter¨¦s para rastrear cierta arqueolog¨ªa remota del minimalismo -all¨¢ por los comienzos del siglo XX en Alemania, entre los antecesores directos de la Bauhaus-, pero los cuadros que la componen tienen en su mayor¨ªa un limitado peso art¨ªstico.
En cambio, la exposici¨®n se ilumina al traspasar el umbral que nos adentra en su segunda parte (Di¨¢logos: de la Bauhaus al minimalismo americano). El acertado montaje de este tramo permite a las obras conformar un conjunto armonizado, lo que encaja excelentemente con una de las pretensiones que movieron al minimalismo cl¨¢sico: sacar a las piezas art¨ªsticas de su ensimismado aislamiento para que, desde su individualidad, creen relaciones nuevas en el espacio circundante. Aunque hay obras muy meritorias por s¨ª mismas, como Estudio para Homenaje al Cuadrado: 'Opalescente', de Josef Albers, realizada en 1962, lo que brilla es la suma completa de todas ellas, incluyendo el contrapunto que supone injertar dos tan redondas y redondeadas como las de Hans Arp.
El trayecto hasta el final sigue esta pauta: decae y remonta en varias oleadas. Entre lo m¨¢s remarcable, la ingeniosa orqu¨ªdea de Jo Baer, la escultura arquitect¨®nica de Julian Opie, en la que no se sabe si las partes que la componen se muestran o se esconden, y Fountain, de Jeremy Moon, de su serie de cuadros en Y, en los que la pintura parece querer desplegarse lejos de sus confines. Comentario aparte merece el cuadro Red Night (1997) de Sean Scully. Siendo quiz¨¢s la mejor obra de la exposici¨®n, su lectura minimalista resulta un tanto forzada: tiene algo de este m¨¦todo universal -que no movimiento, seg¨²n nos ense?a la muestra- en su composici¨®n, pero la plasmaci¨®n material est¨¢ tan cargada de emotividad que dif¨ªcilmente la casaremos con la cerebral frialdad y limpidez antipict¨®rica que caracteriza al minimalismo y a ep¨ªgonos m¨¢s ortodoxos. Entre estos ¨²ltimos, los integrantes del movimiento Neo Geo, presentes al final del recorrido, entre los que se han ubicado, a contracorriente, cuatro bocetos de los a?os noventa del recientemente fallecido Sol LeWitt.
Hay otro aspecto que merece
cap¨ªtulo propio. Para quienes no dispongan de la oportunidad de desplazarse a Mallorca, los organizadores de la muestra han tenido el acierto de programar una visita virtual (www.march.es/minimalismo) en la que una serie de v¨ªdeos din¨¢micos brindan una visi¨®n en c¨ªrculo de cada una de las salas. Lo interesante es que cada pieza se puede seleccionar con el cursor para una contemplaci¨®n individual. Ser¨ªa bueno que cundiera el ejemplo. Nunca ser¨¢ lo mismo que moverse entre las obras, pero qu¨¦ bien puede acompa?ar a la lectura de un art¨ªculo o de una cr¨ªtica.
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