La entra?a dorada del imperio Adri¨¤
El Bulli apenas hace caja, pero es el coraz¨®n de un mito que genera ingresos millonarios a trav¨¦s de consultor¨ªas, contratos publicitarios y edici¨®n de libros
Cerezas al sa¨²co, esp¨¢rragos en escabeche, mejillones sferificados con sopa de patata, migas de almendra... El Bulli, la leyenda, ese restaurante de la Costa Brava del que todos hablan y en el que casi nadie ha estado, es un modesto negocio. Sus ¨²ltimas cuentas p¨²blicas, de 2005, arrojan unas ganancias de no m¨¢s de 180.000 euros. Treinta millones de las antiguas pesetas que ganan buena parte de los altos directivos de empresa y a los que, adem¨¢s, contribuyen otros ingresos paralelos al restaurante.
El Bulli no sirve para hacer caja, pero ha construido una marca de renombre, un peque?o imperio llamado Ferran Adri¨¤ que, menos de su cocina, saca dinero de todo lo que toca: de dos a tres millones de euros como consultor de empresas de alimentaci¨®n, entre 200.000 y 400.000 euros por cada contrato publicitario con su imagen, entre cuatro y cinco millones de euros con sus libros y sus cat¨¢logos, que edita a trav¨¦s de su propio sello. Un pico. Grandes grupos como NH Hoteles, Diageo, Nestl¨¦ y Pepsico le han puesto en n¨®mina. Y empresas de todo tipo, desde dise?adores de utensilios de cocina hasta vendedores de vi?edos, se han encomendado al reclamo Adri¨¤ para impulsar sus negocios.
Ha ingresado entre 4 y 5 millones con sus libros y hasta 400.000 euros por los anuncios
La 'marca Adri¨¤' corre el peligro del empacho, de la sobreexposici¨®n en los medios
"No ganamos m¨¢s dinero porque no queremos", asegura el cocinero, uno de los chefs m¨¢s reputados y medi¨¢ticos del mundo.
Y es cierto. No quiere. O, al menos, logra dar la sensaci¨®n de que no le interesa el dinero en lo referente a su cocina. El Bulli, distinguido con tres estrellas Michelin, s¨®lo abre seis meses al a?o, cinco d¨ªas a la semana y ¨²nicamente sirve cenas. Una plantilla de 70 personas atiende a 50 comensales que pagan unos 200 euros por el men¨². Los ingresos suben a 1,6 millones de euros y las peticiones de mesa que quedan sin atender se cuentan por decenas de miles. Es decir, varios millones de euros que deja de ingresar. Adem¨¢s, invierte 250.000 euros anuales en investigaci¨®n para alumbrar t¨¦cnicas culinarias como la gelificaci¨®n, la emulsificaci¨®n o los espesantes.
Por qu¨¦ no abre todo el a?o. Por qu¨¦ no instala restaurantes en Madrid, Londres o Tokio. Por qu¨¦ no sube el precio del men¨², por qu¨¦ no subasta las mesas por Internet. Se lo han preguntado mil veces. Adri¨¤ asegura que no quiere ganar "ni un duro" con la cocina, aunque "en todo lo dem¨¢s" se confiesa, con sorna, "catal¨¢n".
Ferran Adri¨¤ Projectes, International Cooking Concepts o Horbul son algunas de las sociedades mercantiles a trav¨¦s de los cuales se extiende el pastel econ¨®mico de Adri¨¤: la editorial, Bullibooks; el catering, Bullicatering; una l¨ªnea de productos de textil hogar con su marca, dise?ado por Armand Basi; o la producci¨®n de vajillas y herramientas gastron¨®micas Faces Adri¨¤. Tambi¨¦n vende una l¨ªnea de productos emulsionantes, gelificantes y otros a trav¨¦s de Texturas.
Toda esta amalgama de actividades financian un Bulli casi deficitario, seg¨²n Adri¨¤. Como empresa que es, tambi¨¦n tiene su ¨¢rea de responsabilidad social, al participar en la Fundaci¨®n ALICIA, sobre procesos alimenticios.
El fen¨®meno de masas tiene detr¨¢s a un desconocido para el gran p¨²blico, Juli Soler, fundador de El Bulli y socio de Adri¨¤ desde el inicio, que se ha cargado sobre la espalda la gesti¨®n de todo el negocio. Y su hermano, Albert Adri¨¤, mano derecha ante los fogones.
Uno de los hombres-marca m¨¢s rentables de Espa?a desde 2000, locomotora de los chefs medi¨¢ticos, la figura del cocinero ha dejado boquiabiertos a los publicistas y su modelo ya se estudia en escuelas de negocio como Esade.
"Ferran Adri¨¤ es una marca muy completa y totalmente incorformista", explica el director de la agencia Grey, Enrique Vila. Su "puesta en escena" resulta "sencilla, pero impactante". Su aire alborotado, su habla atropellada, en¨¦rgica, inagotable. "Es la imagen perfecta del genio creativo, carism¨¢tico", reflexiona el publicista, cuya agencia ha hecho la campa?a de aceites Borges con el sello Adri¨¤.
El riesgo que afronta el cocinero es "que el crecimiento de sus negocios paralelos eclipse su dedicaci¨®n a la cocina", a El Bulli, que no deja de ser la que le ha creado a ¨¦l, explica el catedr¨¢tico de Econom¨ªa de la Empresa de la Universidad de Barcelona Ramon Adell.
Otro peligro es que la sobreexposici¨®n medi¨¢tica le desgaste como marca de prestigio, seg¨²n los publicistas. Es un escollo que el cocinero quiere salvar. Hace unos d¨ªas aseguraba a este diario que ha decidido "desmontar todos los negocios que no sean El Bulli en 2008", a excepci¨®n de la editorial y la colaboraci¨®n con NH para la gesti¨®n de restaurantes de comida r¨¢pida de calidad: Fastgood.
Poco m¨¢s. "Llevo 10 a?os trabajando 330 d¨ªas al a?o y quiero vivir. No me gustan los ferraris y no entiendo que alguien con dinero siga trabajando", dice. Pero, al tiempo, cuenta que ultima un contrato publicitario con La Caixa. Su irrupci¨®n en Documenta tambi¨¦n puede alterar sus planes de retiro medi¨¢tico.
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