La mujer de oro de Roca
La c¨¢rcel y el esc¨¢ndalo frustraron la vida de lujo y amistades de Montserrat Corulla
El rastro de Montserrat Corulla Castro se pierde en Madrid desde el 29 de marzo de 2006. Casi un a?o y tres meses despu¨¦s, apenas queda huella de una mujer que disfrutaba de una vida poco com¨²n. Se mov¨ªa por la capital en un coche con ch¨®fer, frecuentaba restaurantes de lujo, viajaba en fines de semana a destinos de ensue?o y no se privaba de actividades tan ex¨®ticas como ir de safari a Sur¨¢frica. Su c¨ªrculo de relaciones era cada vez m¨¢s extenso e influyente. Una abogada de 36 a?os con ¨¦xito en el mundo empresarial.
Despu¨¦s de cinco a?os de intensa actividad parec¨ªa estar cerca de culminar un sue?o: poseer una vivienda distinguida en una de las mejores calles de Madrid: un piso de 325 metros y 12 habitaciones en un inmueble se?orial de la calle de Eduardo Dato, un domicilio a la altura de su ambici¨®n, adquirido por 1.300.000 euros al arist¨®crata Alfonso del Rivero y Soto, conde de Limpias. Montserrat pensaba encargar su reforma al afamado decorador Pascua Ortega.
Antes de trabajar para Juan Antonio Roca, esta abogada pens¨® en preparar notar¨ªas
Hab¨ªa conseguido los servicios del arquitecto Rafael Moneo para rehabilitar un edificio
Pero el 29 de marzo de 2006, su vida cambi¨® de ra¨ªz. A las 9.56 de aquel d¨ªa, recib¨ªa en su m¨®vil un mensaje de su fiel secretaria ?rsula Quinzano: "Montse, ll¨¢mame. Polic¨ªa de paisano preguntando por nosotros. Valeriano, el portero, no le ha dejado entrar".
Montse reaccion¨® a la noticia con inusitada frialdad. Mientras iba de camino en su coche, telefone¨® a su amigo Agust¨ªn y le orden¨® que tuviera "bien guardado" lo que le hab¨ªa dado porque ella ten¨ªa "a toda la Polic¨ªa Judicial" tras sus pasos. As¨ª, su primera orden fue la de poner a buen recaudo una serie de documentos. Pero el juez le envi¨® el 3 de abril a la c¨¢rcel de Alhaur¨ªn de la Torre (M¨¢laga), imputada por el caso Malaya.
Desde entonces, los sacos de yeso y cemento descansan sobre el suelo de su lujosa vivienda reci¨¦n adquirida, cerrada a cal y canto, de la misma manera que ha cesado toda actividad en sus oficinas de las calles del Pr¨ªncipe de Vergara 47 y Goya 59, donde ten¨ªan su sede las sociedades que administraba. Ya no es cliente habitual del restaurante Combarro, una de las mejores marisquer¨ªas de la capital. Su c¨ªrculo se estrech¨®. Recibi¨® alguna visita en la c¨¢rcel, sobre todo la de un acaudalado empresario sesent¨®n que planeaba casarse con ella. Incluso dio plant¨®n a los abogados de quienes hab¨ªan sido sus colaboradores y que ahora corr¨ªan una suerte parecida: estar imputados en el esc¨¢ndalo de corrupci¨®n urban¨ªstica en Marbella, el mayor descubierto en Espa?a.
Corulla trabajaba para Juan Antonio Roca, el cerebro de la red marbell¨ª. Ella hab¨ªa terminado su carrera de Derecho en la Universidad Luis Vives en 1994. Alguno de sus profesores la recuerda todav¨ªa como una "alumna excelente".
Despu¨¦s de una primera experiencia laboral en el grupo hotelero Oasis en M¨¦xico, regres¨® a Madrid con varios proyectos en la cabeza. Decidi¨® montar un negocio de masajes y peluquer¨ªa con su hermana y le dio vueltas a la idea de hacerse notaria. "Lo habr¨ªa conseguido de propon¨¦rselo", asegura uno de sus viejos profesores. Pero en junio de 2001, avalada por su amigo ?scar Benavente, a quien conoc¨ªa desde su juventud por compartir veraneos en Alpedrete (Madrid), entr¨® a trabajar en el despacho de abogados de Manuel S¨¢nchez Zubizarreta, quien ten¨ªa un cliente muy especial: Juan Antonio Roca.
El juez Miguel ?ngel Torres, instructor del sumario de la operaci¨®n Malaya, no duda de que Corulla desempe?aba un papel importante en la trama ideada por Roca. Era su delegada en Madrid. Ten¨ªa bajo su responsabilidad las mejores inversiones de Roca en la capital, cuya gesti¨®n la llev¨® a ser visitante asidua de la Gerencia de Urbanismo del Ayuntamiento de Madrid. Sus proyectos pasaban por transformar valiosos inmuebles protegidos en hoteles de lujo. Tambi¨¦n gestionaba algunos asuntos en Murcia, otro lugar adonde Roca, natural de esa provincia, estaba dirigiendo sus inversiones.
Montserrat describe como secundario su papel en el entramado. Ante el juez dijo que era una especie de "chica para todo", una empleada que se limitaba a cumplir ¨®rdenes y realizar gestiones sencillas, algo as¨ª como una secretaria cualificada. Pero otros testimonios contradicen esta versi¨®n. "Era una mujer muy inteligente, guapa, con mucho estilo, con un car¨¢cter fuerte", recuerda el alcalde de una localidad murciana que la trat¨®. "Mandaba mucho", remacha un empleado municipal.
Su tren de vida en Madrid era impropio de una simple empleada. Su c¨ªrculo de amistades influyente fue en aumento. Alardeaba de ello. "Era una adicta al trabajo", recuerda un amigo. Vest¨ªa con clase, fumaba de forma intermitente, le gustaban las cosas exquisitas. Era una mujer atractiva e inteligente en el mundo de los negocios. El juez Torres lleg¨® a calificarla de mujer "dotada de gran talento". Quiz¨¢s esa mezcla explosiva la condujera a una vida complicada que el sumario del caso Malaya deja a la luz con crudeza: Montserrat ten¨ªa relaciones con varios hombres, algunos de ellos casados y con hijos. Era guapa y ambiciosa, pero tambi¨¦n fr¨ªa y calculadora. Con uno de aquellos empresarios tuvo planes de matrimonio y no por ello dej¨® de frecuentar a otros ante quienes reconoc¨ªa que estaba con aquel hombre por simple inter¨¦s.
Era una vida sin freno. Hab¨ªa logrado convencer al arquitecto Rafael Moneo para que reconvirtiera en hotel un edificio hist¨®rico de Madrid: el front¨®n Beti Jai, pr¨®ximo al paseo de la Castellana. Hab¨ªa conseguido que hasta el PP se desmarcase de una promesa electoral sobre la finalidad futura que iba a tener dicho edificio. S¨®lo hab¨ªan pasado cinco a?os de obtener ese empleo junto a Roca y se preparaba para reformar el que ser¨ªa su nuevo domicilio. El ¨¦xito la acompa?aba. Nadie conoc¨ªa sus planes futuros, aunque ella declar¨® ante el juez que pensaba establecerse por su cuenta.
Su fulgurante carrera se trunc¨® en la c¨¢rcel, donde vivi¨® entre el 3 de abril y el 5 de septiembre de 2006. Hab¨ªa sido detenida el mismo d¨ªa que se desat¨® la operaci¨®n Malaya, junto a Roca y otros personajes conocidos. El de Corulla era entonces un apellido an¨®nimo. Muy pocos sab¨ªan su verdadero papel en la trama. Qued¨® sepultada durante un tiempo por el ruido de popularidad y caspa que rodeaba a buena parte de los detenidos.
Sin embargo, su paso por Madrid dej¨® alguna huella. Fue entonces cuando su rostro, la ¨²nica imagen de ella publicada hasta el momento, se hizo c¨¦lebre al mostrarlo en televisi¨®n Miguel Sebasti¨¢n, candidato socialista a la alcald¨ªa, durante un debate electoral con Alberto Ruiz Gallard¨®n, el alcalde de Madrid, celebrado el pasado mayo. El esc¨¢ndalo alcanz¨® grandes proporciones por las insinuaciones vertidas por el candidato del PSOE al preguntar a Gallard¨®n sobre sus relaciones con imputados en el caso Malaya.
El salto a la fama de Corulla ha hecho que casi nadie la frecuente. Se muestra esquiva. Su abogado no hace declaraciones. Su nombre quema. Hay periodistas que ofrecen dinero a funcionarios por una pista de su paradero. Corulla parece una mujer fantasma. Fue as¨ª hasta que reapareci¨® el pasado viernes en un restaurante del centro de Madrid. Montserrat intent¨® salir a escondidas del Come Prima, la trattoria donde coincidi¨® con el alcalde de Madrid. Pero ella fue fotografiada cuando un ch¨®fer y un escolta acudieron a recogerla en un potente Mercedes. Al menos en ese detalle pareci¨® haber recobrado su anterior tren de vida.
Mete¨®rico viaje de Marbella a Madrid
Montserrat Corulla comenz¨® a trabajar para Juan Antonio Roca en junio de 2001. ?ste daba la sensaci¨®n de ser un hombre de negocios con una actividad fren¨¦tica: por la ma?ana, ocupaba su puesto de gerente de Urbanismo en el Ayuntamiento de Marbella, en el despacho de la empresa municipal Planeamientos 2000; por la tarde, dirig¨ªa sus negocios privados desde su despacho en Maras Asesores, una sociedad de su propiedad. Las jornadas en aquella oficina se alargaban hasta altas horas de la noche, pero Corulla parec¨ªa resistir bien ese ritmo fren¨¦tico.El sumario de la operaci¨®n Malaya parece demostrar los vasos comunicantes que exist¨ªan entre ambas actividades: la municipal y la privada. Desde Maras Asesores, Roca ten¨ªa una ingente necesidad de invertir: creaba sociedades, compraba inmuebles, ganader¨ªas, caballos, objetos de arte... cualquier cosa por disparatada que pareciera. El dinero (cheques, pagares, bolsas llenas de billetes) flu¨ªa a chorros para financiar aquellas operaciones. Montserrat pas¨® en Maras Asesores cinco meses y conoci¨® sus entresijos. Viv¨ªa en una casa cedida por Roca en Marbella House, cerca de su trabajo.La ambiciosa abogada se traslad¨® luego a Madrid como administradora de Condeor y otras sociedades. Abri¨® dos oficinas y se especializ¨® en reconvertir palacios en hoteles de lujo.La polic¨ªa lleg¨® a realizar un organigrama con las conexiones societarias de la red organizada por Roca. Las flechas apuntaban en dos direcciones y a dos fotos: una era la de Roca y la otra la de Corulla. Era, seg¨²n el juez, la representante de Roca, al que ella apodaba Juanito Valderrama o El Jefe.Quedaba as¨ª expl¨ªcito el mete¨®rico recorrido de una mujer que se mov¨ªa en el entorno de la milla de oro de Madrid, procedente de la milla de oro marbell¨ª.
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