Hombres
Tiempo atr¨¢s, en nuestra cambiante sociedad, las mujeres viv¨ªan en un estado de abyecta sumisi¨®n. Mero ap¨¦ndice del var¨®n, sin voz ni iniciativa, su presencia en el mundo externo s¨®lo se conceb¨ªa a la sombra de su due?o. Saltarse la norma no serv¨ªa de nada: delinquir tambi¨¦n es una forma de practicar la ley. S¨®lo casos raros, oficios casi malditos o circunstancias de peligro y carest¨ªa, guerras, naufragios y otras calamidades, permit¨ªan o m¨¢s bien impon¨ªan la creaci¨®n de un ef¨ªmero n¨²cleo de mujeres solas: un colectivo humano carente de reglas expl¨ªcitas, de orden convenido y de signos distintivos de jerarqu¨ªa, regido exclusivamente por la inteligencia natural, los sentimientos, la suma de virtudes y defectos individuales y la estricta necesidad, o sea, por la capacidad de adaptaci¨®n al medio. En este mundo sin programa ni proyecto no faltaban las desavenencias, las rivalidades y las dem¨¢s flaquezas de la especie, agudizadas por el apremio y las ansiedades propias del caso, pero aun as¨ª, la caracter¨ªstica ¨²ltima de la relaci¨®n era una protecci¨®n previa y sobreentendida que, fuera cual fuese el resultado de la operaci¨®n, extend¨ªa sobre la dura realidad un manto de vulnerabilidad y firmeza, dependencia y ternura. Por contraste, el mundo exclusivamente viril ven¨ªa marcado por la desconfianza rec¨ªproca, la risotada grosera y jactanciosa, la competici¨®n y la brutalidad.
Esto ocurr¨ªa, como he dicho, en un pasado remoto del que quedan residuos abundantes y a veces tr¨¢gicos, pero en fin de cuentas desterrado de la concepci¨®n del mundo que predomina entre nosotros. No hablo de justicia ni de cuotas, sino del estado de la cuesti¨®n. Hoy las mujeres son individuos: como tales desempe?an la actividad que sea y rinden cuentas de los resultados. Aquel peque?o reducto femenino ha dejado de existir, porque si es voluntario ya no vale. En su lugar, por la ley de la compensaci¨®n, ha aparecido el equivalente masculino. Hombres reunidos por el azar, obligados a entenderse y cooperar al margen del organigrama, conscientes de la irregularidad de la situaci¨®n, unidos por el desconcierto, la incompetencia, la indecisi¨®n, la timidez y un poquito de peste a bar de tapas sin extractor de humos y a ropa usada m¨¢s horas de la cuenta.
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