Turqu¨ªa: ?islamismo laico?
Como ocurre con frecuencia, la interposici¨®n de lo "isl¨¢mico" tiende a "velar" la comprensi¨®n occidental de complejas realidades pol¨ªticas que sobrepasan la imaginaria representaci¨®n entre "laicos" (luego "los nuestros": dem¨®cratas y modernos) e islamistas (los "ajenos indeseados", luego antimodernos y autocr¨¢ticos). La crisis pol¨ªtica que vive Turqu¨ªa desde hace dos meses es un buen ejemplo.
El laicismo es un concepto cuyo modelo se ha aplicado de formas muy diversas, de manera que las experiencias hist¨®ricas var¨ªan enormemente de un pa¨ªs a otro. El caso turco se encuentra hoy en una encrucijada, porque si bien ha propiciado una evoluci¨®n secularista y democratizadora en el seno del partido islamista gobernante, tambi¨¦n representa a una serie de grupos pol¨ªticos, militares y sociales que se han anclado en un fundamentalismo laico excluyente que puede bloquear la evoluci¨®n democr¨¢tica del pa¨ªs.
El modelo hist¨®rico del laicismo kemalista se ha aplicado de una manera tan radical que, de hecho, cuestiona la propia neutralidad confesional del Estado, cuando es el fundamento que lo sustenta. La particular versi¨®n del laicismo turco no se construy¨® como un modelo de neutralidad, sino como un rodillo erradicador de la identidad religiosa isl¨¢mica, al servicio de la conservaci¨®n del poder por las elites autoproclamadas "laicas", luego "antiisl¨¢micas". Los defensores actuales de esta concepci¨®n del laicismo van m¨¢s all¨¢ de lo que es un principio para considerarlo "una forma de vida" que el Estado debe imponer a sus ciudadanos (en palabras del ex embajador Faruk Logoglu en el Turkish Daily News del 23 de mayo), exigi¨¦ndoles renunciar a todos los dem¨¢s valores e identidades. Pero, como escrib¨ªa el director adjunto del mismo peri¨®dico, Mustafa Akyol, en el International Herald Tribune (4-5-2007), la verdadera cuesti¨®n est¨¢ en que "el resultado de este pensamiento es una estrategia autoritaria: el poder pol¨ªtico debe permanecer en manos de la ¨¦lite laica. As¨ª, la rep¨²blica laica equivale a la rep¨²blica de los laicos, no a la rep¨²blica de todos los ciudadanos". Sin embargo, se da la circunstancia de que las elecciones democr¨¢ticas del 2002 dieron la victoria al PJD (Partido de la Justicia y el Desarrollo) que dirige Tayyip Erdogan.
Tanto la elite laica-kemalista como una buena parte del imaginario occidental, han recreado la visi¨®n de que los sectores isl¨¢micos turcos son masas retr¨®gradas y que la modernizaci¨®n, e incluso la democracia, han sido prerrogativas del universo laico en Turqu¨ªa. La Historia y la experiencia pol¨ªtica de los ¨²ltimos a?os interpelan esta convicci¨®n. La primera reforma social y pol¨ªtica turca comenz¨® a desarrollarse mucho antes del Estado laico y fue impulsada por el movimiento isl¨¢mico liberal a mediados del siglo XIX (en el marco de la Constituci¨®n de 1876) y a principios del XX cuando se instaur¨® el Parlamento en 1909. Y antes de que la rep¨²blica laica de Turqu¨ªa comenzase a democratizarse, el kemalismo represent¨® el sistema de partido ¨²nico y ha instituido una concepci¨®n nacional turca que ha negado y combatido a otras minor¨ªas nacionales (v¨¦ase el caso kurdo). Asimismo, esos supuestos sectores sociales "retr¨®grados" que han votado al PJD han ido experimentado una gran evoluci¨®n en las ¨²ltimas d¨¦cadas, de manera que valoran los principios democr¨¢ticos, el libre mercado y la integraci¨®n en la Uni¨®n Europea mucho m¨¢s que la radical ¨¦lite laica-kemalista y militar que, hay que decir, ha quedado anclada en un pasado ultranacionalista, antioccidental y radicalmente excluyentes de toda expresi¨®n religiosa (incluida la cristiana). El Ej¨¦rcito turco ha hecho suyo ese legado kemalista que incluye una apropiaci¨®n patrimonial del Estado, sobre el que desea mantener su tutela, ajeno a la evoluci¨®n que ha experimentado una muy importante parte de la sociedad turca y a los cambios de la pol¨ªtica nacional, regional e internacional.
En realidad, el PJD y los ciudadanos turcos que le apoyan y votan son los m¨¢s europe¨ªstas y entusiastas de la entrada en la UE; el Gobierno del PJD se ha dedicado a liberalizar el pa¨ªs en t¨¦rminos pol¨ªticos y econ¨®micos (lo que les ha valido que sectores liberales no-islamistas hayan dejado de considerarlos el "enemigo interior"); y, aunque algunos lo llaman "islamizaci¨®n", lo que han hecho ha sido garantizar el derecho individual de las pr¨¢cticas religiosas (no s¨®lo musulmanas sino tambi¨¦n cristianas), lo cual, no lo olvidemos, forma parte del Estado laico y democr¨¢tico.
Lo que ha hecho el PJD ha sido desposeer democr¨¢ticamente a trav¨¦s de las urnas a esa ¨¦lite laica que se proclama heredera del kemalismo y que se considera la propietaria natural del Estado y el Gobierno, situ¨¢ndola en una situaci¨®n antidemocr¨¢tica y enso?adora de la intervenci¨®n del Ej¨¦rcito, lo que muestra que vive ajena a los cambios sociales y pol¨ªticos. Con ello est¨¢n poniendo en riesgo la democracia turca e ignorando la importancia de la evoluci¨®n de un islamismo que, inmerso en un Estado laico, est¨¢ haciendo el m¨¢s importante aggiornamiento del per¨ªodo contempor¨¢neo. Nada de lo que ha hecho el PJD, desde presentar un candidato a la Presidencia de la Rep¨²blica a proponer una reforma constitucional (elegir al presidente por sufragio universal y acortar las legislaturas a cuatro a?os) ha sido antidemocr¨¢tico (cuando, sin embargo, el procedimiento para derrocar la candidatura de G¨¹l en el Parlamento permite al menos ciertas lecturas). Pero es m¨¢s, nada deber¨ªa hacer pensar en una estratagema oculta si se tiene en cuenta que el PJD gan¨® las elecciones con un 34,3% de los votos, con lo que bastar¨ªa que la oposici¨®n, si es capaz, se pusiera de acuerdo en presentar un candidato ¨²nico para poder ganar con muchas posibilidades la presidencia de la Rep¨²blica.
Es de gran importancia resaltar la evoluci¨®n que el PJD ha ido experimentado desde hace a?os y conocer su propia autodefinici¨®n como partido. Ya en 2002 Erdogan, en un encuentro con periodistas en Par¨ªs, declaraba "nosotros somos realmente laicos" y nuestro objetivo "es la separaci¨®n entre religi¨®n y Estado, sin embargo, el r¨¦gimen turco ha estado controlando la religi¨®n. (...) Queremos ser europeos en todo el sentido de la palabra. En Alemania, el Gobierno no impone a las iglesias lo que deben decir los domingos. En Gran Breta?a, las j¨®venes pueden vestir como quieran, incluso con el pa?uelo en la cabeza. Pero en Turqu¨ªa, hablar del islam libremente te puede llevar a la c¨¢rcel" (recogido por Al-Sharq al-Awsat, 12-12-2002). Y no ha dejado de repetir que su Gobierno no es el de "un partido religioso sino como el de un partido europeo conservador, (...) nosotros tambi¨¦n somos laicos" (Al-Sharq al-Awsat, 3-5-2007).
Por tanto, la estabilidad y la continuidad de la Turqu¨ªa democr¨¢tica son de capital importancia por dos diferentes razones. La democracia turca est¨¢ siendo el factor sustancial para impulsar la reforma islamista m¨¢s liberal, modernizadora e incluso laica, que tanto necesita el mundo musulm¨¢n. Y ese islamismo que est¨¢ interiorizando la modernizaci¨®n a trav¨¦s del laicismo es tan necesario como la democracia porque est¨¢ siendo observado con gran inter¨¦s por otros islamismos, como el PJD marroqu¨ª o los Hermanos Musulmanes egipcios y jordanos. Si tanto nos interesa como europeos y laicos "la modernizaci¨®n del islam", no podemos sino felicitarnos de esta experiencia turca. No contribuyamos a demolerla.
Gema Mart¨ªn Mu?oz es directora general de Casa ?rabe y del Instituto Internacional de Estudios ?rabes y del Mundo Musulm¨¢n.
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