Menudo era
?l mismo se defini¨® como "recortadito y no muy agraciado de morros". Jos¨¦ Luis Cantero, El Fary, era feo (hay quien dice que no feo, sino abstracto), peque?o (con alzas manifiestas en los tacones), sentimental, pinturero, muy madrile?o (pero no chulapo, sino chul¨ªn). Y, adem¨¢s, entra?able. Por eso ca¨ªa bien a casi todo el mundo. Vend¨ªa discos razonablemente y se abarrotaban los locales donde actuaba. Ten¨ªa adeptos muy dispares, desde amas de casa hasta rockeros especulativos, pasando por intelectuales, frikis o individuos exquisitos de altos vuelos que cometer¨ªan desatinos por escuchar en directo cualquier fuga de Bach o un tango de Gardel. Algunos artistas, por razones misteriosas, caen en gracia a los p¨²blicos, al margen de su arte.
Pero es que El Fary era tambi¨¦n muy bueno en su estilo, un estilo dif¨ªcil de explicar, flamenqueos de un rumbero de vocaci¨®n acosado por lo moderno y bregando con el pop o con lo que fuere. Hay que adaptarse a los tiempos para sobrevivir. Ten¨ªa voz vibrante y vers¨¢til, cristalina, con facilidad para ese gorgorito que encandila al respetable. Sus maestros hab¨ªan sido figuras como Juanito Valderrama, Manolo Caracol, Antonio Molina o Rafael Farina (de quien tom¨® el nombre art¨ªstico). Con este bagaje, El Fary, en los a?os ochenta y noventa, logr¨® infiltrarse clamorosa- mente en las discotecas de moda.
Aunque analfabeto hasta los 20 a?os, compuso cerca de 300 canciones, solo o en compa?¨ªa de otros autores. Algunas de ellas, en los l¨ªmites de lo pol¨ªticamente incorrecto, como La mandanga: "Dame el chocolate / que me ponga bien. / Dame de la negra / que hace buen olor. / Y con la mar¨ªa, ?vaya coloc¨®n!". Posteriormente, el cantante pidi¨® disculpas a las autoridades y al p¨²blico en general porque la canci¨®n podr¨ªa ser interpretada como un aliciente al consumo de drogas blandas. En Amor secreto, una mujer se enamora de su p¨¢rroco y lo pasa muy mal la pobre, hasta el punto de que "le pide a Dios / que haga que le borre de su pensamiento / o que le d¨¦ su amor". As¨ª era El Fary.
Su talante madrile?o era una mezcla de Arniches, el cheli, la jerga carcelaria de Carabanchel, la plaza de toros de Las Ventas, el c¨®digo secreto de los taxistas y el casticismo de los camareros de la Villa. Ya van quedando muy pocos de ¨¦sos. Era ¨ªntimo del diestro madrile?o Anto?ete, a quien dedic¨® un pasodoble. Conoc¨ªa el Rastro como la palma de la mano. En su juventud, gan¨® cuatro a?os consecutivos el concurso de cantantes del barrio de La Elipa. Pero, sobre todo, era el rey de los taxistas, profesi¨®n que ejerci¨® casi una d¨¦cada. Arras¨® en las gasolineras. Muchos coches en Espa?a llevan detr¨¢s un carro-Fary, minifigura de goma, de ocho cent¨ªmetros de altura, con El Fary, micr¨®fono en mano, en actitud de arrancarse por buler¨ªas. Hizo de taxista en la serie de TVE Menudo es mi padre.
"Lo mismo rescata a un perro de morir atropellao / que evita que den un golpe / en el Vizcaya-Bilbao" (Apatrullando). As¨ª era ¨¦l.
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