Riesgos
La pelota est¨¢ en su campo. Esa es la frase, concisa pero expl¨ªcita, con la que acaba Roland Caprol su libro La noche de los pol¨ªticos. Es su responsabilidad -la de los pol¨ªticos-, ¨²nicamente a ellos les corresponde la obligaci¨®n de responder adecuadamente a las exigencias del electorado. Esto es la conclusi¨®n que se debe extraer de los resultados de la ¨²ltima consulta electoral en la Comunitat Valenciana. El sustrato social en el que nos movemos se ha decantado claramente por un horizonte sin sobresaltos.
Los valencianos son mayoritariamente conservadores y buscan ante todo la prolongaci¨®n de una l¨ªnea gubernamental continuista que les siga aportando una dosis importante de estabilidad. Y es lo que han hecho los ciudadanos votando, en buena medida, a la opci¨®n pol¨ªtica que les ofrec¨ªa seguir en la misma trayectoria y con los mismos valores que se ha funcionado en la ¨²ltima d¨¦cada.
Un estribillo que cantaban los guerrilleros peruanos dec¨ªa: salvo el poder todo es ilusi¨®n. Y es as¨ª. Cuando una fuerza pol¨ªtica no alcanza cuota de poder, ha fracasado en su objetivo primordial. Una permanencia que se prolonga a lo largo de diecis¨¦is a?os en la oposici¨®n provoca zozobra y desaz¨®n. Quienes entienden de estas inclemencias aseguran que lejos del poder hace mucho fr¨ªo para los pol¨ªticos que no tienen la posibilidad de ejercerlo.
Es una reflexi¨®n para los pol¨ªticos valencianos. Las victorias electorales tampoco es prudente patrimonializarlas, porque una ciudad, una autonom¨ªa o un Estado no deben ser nunca el cortijo privado de nadie. Ni lo son los organismos p¨²blicos ni las instituciones. Un pol¨ªtico es ante todo un servidor de los ciudadanos.
De la voluntad popular proviene su fuente de poder y no se debe olvidar que la situaci¨®n de un municipio o de un pa¨ªs no se detiene en el momento de las votaciones. El veredicto de las urnas no es un cheque en blanco para los vencedores, sino un pagar¨¦ condicionado por el respeto a la opini¨®n p¨²blica. Y es, por otra parte, un toque de advertencia a los vencidos para que rectifiquen su discurso y su proyecto. La acci¨®n de la oposici¨®n y los programas electorales no deben centrarse en un sinf¨ªn de negaciones sin que se permita vislumbrar cual es el proyecto de pa¨ªs o de ciudad que se propone a los electores. Y a falta de un proyecto sugestivo de la oposici¨®n, acaba imponi¨¦ndose la convicci¨®n de que la continuidad de la oferta de gobierno vigente es la que ofrece mejores garant¨ªas. El fin m¨¢s atractivo para un pol¨ªtico es inspirar confianza. Los ciudadanos dejamos en manos de nuestras administraciones muy variados temas, cuyo enfoque puede beneficiar o perjudicar aspectos b¨¢sicos en nuestras vidas. El empleo, la seguridad, la inmigraci¨®n, los impuestos, las sucesiones, la drogadicci¨®n, la educaci¨®n, la sanidad, las pensiones y otros muchos conceptos, que engloban el estado de bienestar, la cultura y el devenir econ¨®mico, marcan el porvenir.
Una interpretaci¨®n err¨®nea de la voluntad popular tiene un coste elevado, al menos para los siguientes cuatro a?os. Y la expresi¨®n de la democracia no se equivoca nunca, porque, de otro modo estar¨ªamos poniendo en duda, no s¨®lo el significado de unos comicios, sino la credibilidad del sistema.
Los riesgos que se puedan derivar de un resultado electoral contundente se sit¨²a en la tentaci¨®n, en los que acusan el rev¨¦s, de echarse al monte con procedimientos impropios de quien participa en la pugna pol¨ªtica a sabiendas de que se puede perder. Ser capaz de asimilar un fracaso con serenidad es importante. Administrar ecu¨¢nimemente una victoria es el resultado de la ansiada madurez pol¨ªtica que hace fuertes los sistemas democr¨¢ticos consolidados.
Del resultado electoral reciente en la Comunitat Valenciana se deriva que existe un espacio pol¨ªtico entre los dos partidos mayoritarios. Ninguno de ellos expresa suficientemente la voluntad autonomista y de los derechos particulares e hist¨®ricos. Tanto el Partido Popular como el PSOE tienen vocaci¨®n centralista. Las autonom¨ªas quedan relegadas a una discreta y a veces, injusta postergaci¨®n. Con el pretexto de contrarrestar los efectos de los particularismos vascos o catalanes, junto a algunos m¨¢s, las pol¨ªticas auton¨®micas quedan bajo sospecha.
En la Comunidad Valenciana se estrena la irrupci¨®n de una fuerza pol¨ªtica en las Corts, el Bloc. El Bloc Nacionalista Valenci¨¢, una vez liquidados los rescoldos de Uni¨® Valenciana, se muestra como la ¨²nica plataforma aut¨®ctona con recorrido, que ofrece posibilidades para plantear una opci¨®n sugestiva y arraigada en las se?as identitarias del valencianismo ajeno al sucursalismo. A partir de las elecciones recientes se ve con claridad que el centro es el espacio pol¨ªtico a conquistar. Es este sentido, el Bloc habr¨¢ de reflexionar en esta nueva singladura porque, de otro modo, si no es capaz de reaccionar, con agilidad y acierto, podr¨ªa perder definitivamente su oportunidad.
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